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¿Por qué nos ofrecen el rescate?
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Miguel de Juan Fernández

A Bordo del Argos

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¿Por qué nos ofrecen el rescate?

“Recientemente han estado en España delegaciones económicas alemanas. Quieren imponer un control absoluto sobre la economía ibérica. Ningún país puede abdicar su propia dignidad sin perder

“Recientemente han estado en España delegaciones económicas alemanas. Quieren imponer un control absoluto sobre la economía ibérica. Ningún país puede abdicar su propia dignidad sin perder el rango que la Historia le ha asignado. España no está dispuesta a perder su rango y convertirse en esclava del gobierno de Berlín”.

Os recomendaría esperar hasta el final del artículo para conocer quién hizo estas declaraciones y en qué fecha. Creo que os sorprenderá. A mí lo que me sorprende es que parece que hoy en día es imposible ver una declaración de dignidad y defensa de España por temor a qué pueda decir Alemania en boca de la señora Merkel.

Llevamos ya un tiempo en el que desde el gobierno, oposición y casi cualquier otro, andan rumiando el asunto del posible rescate a España, toda vez que Alemania ya dejó claro que no habría inyección directa a la banca española (debe ser debido a que no lo necesita porque como era la más solida…) y los políticos, que son como son, están deseándolo pero no mucho, sólo un poquito. Y lo que representa su creatividad se confirma en encontrar nombrecitos ad hoc para que las cosas parezcan mejor de lo que son y por ello, de simple rescate ya estamos hablando de rescate suave o virtual, y como venía a decir  Lacalle y el profesor Centeno en sus artículos hace unos días, que no nos líen.

Realmente, desde el inicio de la crisis la estrategia que se ha seguido ha sido equivocada- al menos desde mi humilde punto de vista- y así lo comenté en el libro El lemming que salió raro donde, citando a Buffett, indicaba que el problema de esta situación de exceso de deuda es que era global, con ciertas excepciones, y que todo el mundo estaba intentando desapalancarse a la vez, lo que es prácticamente imposible, sobre todo si nadie quiere asumir sus pérdidas. Como resultado es que alguien calificado como caballero blanco acuda a nuestro rescate. 

Primero se quejaban de que no había liquidez, y cierto, se cerró el grifo al poco del desplome de Lehman Brothers. Y esa falta de liquidez fue muy preocupante,  puesto que afectaba al propio mercado monetario. Pero vino el caballero blanco en forma de banca central y Estados al rescate… ¿recordáis a Sarkozy diciendo que había que refundar el capitalismo? Se modificaron las normas contables de forma que lo que durante la burbuja permitía presentar fuertes beneficios (y por tanto bonus, dividendos, etc), cuando empezaron a ocasionar enormes pérdidas, dejaron de contabilizarse de la misma forma y entonces recuperaron otra vez los beneficios. 

Año 2009. Prácticamente todos los esfuerzos fueron dirigidos a maquillar las pérdidas e inyectar liquidez inexistente a través de compras masivas de activos que sabían tóxicos, pero entre amigos nos entendemos, hoy por ti y mañana por mí. En ese proceso para que las pérdidas no fueran sangrantes y no llevaran a más quiebras, los Estados se erigieron en nuestros salvadores o mejor dicho, en los salvadores de la banca. Y en ello están.

La intención de Alemania y demás países centrales en la zona euro no es tanto evitar que primero Grecia, luego Portugal, Irlanda, Italia, España y quién sabe si Francia, tengan problemas. Son amigos pero no tanto. Si para salvar a los que “despilfarran los dineros que se les dan” han de poner esos dineros los alemanes, holandeses y tal, es lógico que se lo piensen. Porque los de allí también son políticos y también les importan las siguientes elecciones más que otra cosa. 

Han estado ayudando hasta ahora simplemente porque sus bancos, fondos de inversión y de pensiones han estado financiando e invirtiendo en deuda emitida por las entidades españolas, las comunidades autonómicas o el propio Reino de España y por ello, si hacíamos default ellos se verían abocados -igual que los demás inversores (incluyendo a los españoles, desde luego)- a asumir pérdidas en sus inversiones. Y lo que están intentando es reducir como locos su dependencia de nuestra posible quiebra haciendo que los españoles les compren la deuda que ellos tienen en su poder con dinero de todos los europeos.

No es tan raro, de hecho es una estrategia muy válida. Diluyo el riesgo entre todos, con lo cual mi parte, que antes era enorme se reduce hasta un nivel asumible, y me voy de rositas cuando vengan los problemas de verdad. ¿Qué para repagar a los que se quieren ir de rositas nos piden subir impuestos o reducir gastos en pensiones, sueldos de funcionarios y demás, porque es lo más rápido? Pues vamos y lo hacemos, sin dignidad, pero con ademanes muy dignos, claro. Antes morir que perder la vida, que diría mi padre medio en broma.

El problema en este caso es que, al final, alguien tendrá que asumir pérdidas y parece que seremos sólo nosotros, porque los demás no quieren –y les dejamos- asumir la que les corresponde. Lo que proponen los austriacos es, en este sentido, llevarse un chaparrón muy fuerte con caídas tremendas de PIB, por ejemplo un 25% menos, pero en el que todos los que hicieron malas inversiones pringan sin incorporar a inocentes que hicieron bien las cosas. 

Esto implicaría dejar quebrar a cuantas entidades fuera necesario, reducir el tamaño del sector público hasta niveles inferiores a los que podemos pagar, ver cómo el desempleo se disparaba hasta niveles superiores a los actuales… y empezar de nuevo. Se habría dañado el riesgo de las entidades que no hubieran podido pagar, que el único camino real que les quedaría para seguir vivas sería capitalizar la deuda - como al final están teniendo que hacer- y entregar acciones a mogollón a los que invirtieron en productos “sin riesgo”, saneando las entidades y volviendo a empezar. 

Pero desde ese momento, todos deberíamos ir con mucho cuidado porque la herida la tendrían reciente y la cicatriz sería bien visible… también por los bancos e institucionales alemanes, que también habrían perdido dinero y ahora pasarían a ser accionistas. Las Comunidades Autónomas se habrían visto abocadas a dejarse de zarandajas y vender activos para poder repagar sus “fabulosos bonos patrióticos”. Pero en todo esto, el Estado no habría hecho más que mirar (y eliminar gastos, obviamente), porque España tendría un nivel de deuda pública razonablemente bajo que, al desplomarse, el PIB habría subido y con la reducción de gastos podría empezar a repagar deuda. En cualquier caso, el esfuerzo para el conjunto de los españoles vía Estado habría sido mucho menor.

Sin embargo, ni tuvimos, ni tenemos políticos capaces de decirle a Alemania, lo siento, los inversores españoles que la pifiaron van a sufrir… pero también los alemanes. Nosotros no vamos a salvar con dinero de todos a unos pocos y menos a los vuestros y no a los nuestros. Nuestra dignidad de españoles nos impide salvar a unos pocos con el dinero de muchos y, por supuesto, más nos impide que con el dinero de los españoles se salve a los alemanes, holandeses y demás. Los españoles asumirán las pérdidas derivadas de su mala inversión, tanto los particulares que perderán dinero o su hogar como las entidades cuyos accionistas perderán, vía dilución, todo su capital y pasará a estar en manos de los antiguos acreedores. Asuman, los alemanes, sus pérdidas con la misma hidalguía.

Pero no hubo suerte. Nadie dijo nada parecido, todo lo contrario. El Gobierno se puso al servicio de la banca a la primera ocasión en que Botín, González, Fainé, Ron y otros mandamases se reunieron con Zapatero para pedirle ayuda. ¿Alguien piensa que Botín, por decir uno, iba a acudir a una reunión para salvar a los bancos medianos si a él no le afectara? Pues de aquellos barros vienen estos lodos. Alemania está dando vueltas a si nos rescatan o no, a si nos financian o no, a si los eurobonos o no… con vistas a ganar tiempo para salirse ellos del marrón español. Ese es nuestro problema. El de ellos es que después tendrán que seguir saliéndose del marrón francés,…

Nos vemos.

PD: la cita del inicio es de 12 de Febrero de 1941, en Bordighera, Italia. Quien lo dice es Franco a Mussolini cuando éste, por indicación de Hitler, intenta que España se incorpore a la Segunda Guerra Mundial. (Cita tomada del libro de D. Ricardo de la Cierva: Franco, la historia, pág. 479) Por supuesto, que con esta cita no pretendo indicar que la Alemania actual tenga ninguna relación con la Alemania nazi, para nada. Pero sí quería indicar la diferencia de actitud en la defensa de los intereses españoles que con esa respuesta se daba en una situación mucho más complicada y la pobre que damos ahora.

“Recientemente han estado en España delegaciones económicas alemanas. Quieren imponer un control absoluto sobre la economía ibérica. Ningún país puede abdicar su propia dignidad sin perder el rango que la Historia le ha asignado. España no está dispuesta a perder su rango y convertirse en esclava del gobierno de Berlín”.