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Ganándome un piso…o eso espero-I
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Miguel de Juan Fernández

A Bordo del Argos

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Ganándome un piso…o eso espero-I

“Para invertir con éxito, no necesitas entender la beta, los mercados eficientes, la teoría moderna de carteras, la valoración de opciones o los mercados emergentes. De

“Para invertir con éxito, no necesitas entender la beta, los mercados eficientes, la teoría moderna de carteras, la valoración de opciones o los mercados emergentes. De hecho, puede que estés mejor no sabiendo nada de eso. Por supuesto, ésa no es la visión predominante en la mayoría de las escuelas de negocio, cuyos cursos de finanzas tienden a estar dominados por esos temas. Desde nuestro punto de vista, en cambio, los estudiantes de finanzas necesitan sólo dos cursos bien enseñados: Cómo valorar una empresa y Cómo pensar sobre los precios de mercado.

Tu objetivo como inversor debería ser simplemente comprar, a un precio razonable, una participación en una empresa fácilmente entendible cuyos beneficios sean prácticamente ciertos que sean sustancialmente mayores en cinco, diez y veinte años desde ahora. A lo largo del tiempo, encontrarás sólo unas pocas compañías que cumplan esos requisitos -así que cuando veas una que los cumpla deberías comprar una significativa cantidad de acciones-. También deberías ser capaz de resistir la tentación de alejarte de tu camino: si no eres capaz de poseer una acción durante diez años, no deberías pensar en tenerla ni diez minutos. Construye una cartera de empresas cuyos beneficios agregados crezcan a lo largo de los años y así también lo hará el valor de mercado de la cartera.”

Warren E. Buffett

Letter to Berkshire Hathaway shareholders (1996)

 

Siguiendo la petición de Dilios -que, si te gusta el artículo no necesitas comprarme un piso, tranquilo- vamos a hablar en este artículo de la valoración. En realidad la petición era más bien explicar cómo valorar una empresa y si ese valor podía ser prudente creérselo o no y como extra, explicar cuándo algo está barato. Se ofrecía a ponerme un piso, que cambió por una empresa porque el piso sería muy caro, je, je (de ahí el título tan raro). Es posible que una petición de tal calibre de para más de un artículo, pero cuanto antes empecemos, mejor para todos.

Una vez hecho el prólogo digamos que todo el mundo sabe que para ganar dinero hay que comprar barato y vender caro. Lo curioso es que luego todo el mundo se pone contento cuando los precios a los que ha de comprar las acciones, por ejemplo, suben y se pone muy triste y preocupado cuando el precio de las acciones que quiere comprar cae. Es una cuestión de ver únicamente la “tendencia” y creer que seguirá para siempre, y no saber lo que vale lo que queremos comprar. A veces, como me indicaba Anarcocapitalista, puede dar lugar a comprar un cuchillo en caída libre (falling knife) y en esa situación nos encontramos con que simplemente compramos lo que estaba bajando, pero no lo que era barato. La importancia fundamental de diferenciar entre lo que está barato y lo que está bajando, como he comentado en múltiples ocasiones a los argonautas -la mejor tripulación (inversores) que un gestor de fondos pueda tener- es que debemos intentar comprar lo que está barato, no lo que está bajo(de precio).

¿Y cómo podemos diferenciar uno de otro? Conocer lo que está bajo de precio es muy sencillo, basta con mirar el histórico de cotización de una empresa o de un bono y saber que está más bajo que hace doce meses; en este caso sólo nos estamos centrando en una variable, el precio, y suponemos que en él está recogida toda la información relevante sobre el activo que estamos comprando (o analizando). Pero saber lo que está barato supone, o desde mi humilde punto de vista debería suponer, haber calculado antes lo que vale. Por poner un ejemplo “bestia”, todos podemos conocer que Terra a 40 euros era un precio mucho más bajo que a los 150 euros que llegó a tocar; sin embargo, para saber si estaba barata -que no- a esos 40 euros habría que haber calculado lo que valía. Que resultó ser mucho menos de lo que marcaba su precio. Como dice Buffett en múltiples ocasiones: Precio es lo que pagas, valor es lo que obtienes. Si pagas por encima de lo que vale, lo más probable es que termines perdiendo dinero. Al  contrario que en el análisis técnico o en la Hipótesis del Mercado Eficiente, el value investing no cree que el precio indique realmente el valor de una empresa.

El inconveniente de esto es que calcular lo que vale algo, ese valor intrínseco, tiene varios problemas: el primero que el valor es subjetivo -aunque puede haber ciertos límites mínimos en los que podemos estar de acuerdo- que “al menos ese precio sí lo vale”, aunque quizás pueda haber variación en si vale más que ese mínimo. Vamos con ello Dilios, ¡y esto no es Esparta!  Dejadme antes que os copie algo que creo os puede resultar revelador y, cuando menos, está escrito por alguien que sabe de esto mucho más que yo.

Suponga que es usted el propietario de una gran empresa manufacturera. Como otros muchos, usted perdió dinero en 1931;las perspectivas inmediatas no son alentadoras; se siente pesimista y aceptaría venderla barata. Un posible comprador le solicita su Balance. Usted le muestra un balance muy saludable, ciertamente. Viene a ser algo como esto:

 

El comprador le echa un vistazo y entonces le hace una oferta de $5,000,000 por su empresa -el efectivo, los bonos y todo lo demás incluido-. ¿Vendería? La pregunta parece una broma, lo admitimos. Nadie en su sano juicio cambiaría  8,5 millones en efectivo por cinco millones, por no decir nada de los otros más de 28 millones en otros activos. Pero tan absurdo como esta transacción pueda sonar, los muchos propietarios de la acción White Motors que vendieron entre $7 y $8 por acción hicieron precisamente eso, o casi.

Las cifras dadas arriba representan la condición de White Motors el último 31 de Diciembre. A  $7,38  por acción, el precio más bajo, las 650.000 acciones de la compañía se estaban vendiendo por $4.800.000 -aproximadamente el  60% del efectivo- y equivalente sólo a un quinto de los activos líquidos netos. No había más obligaciones de capital fuera de las acciones ordinarias y las únicas deudas eran las mostradas arriba.

Perdonad la traducción pero creo que se entiende. Con estas líneas Benjamin Graham empezó una serie de tres artículos para Forbes en junio de 1932 (el mínimo del Dow Jones se marcó en julio de ese año). Como podéis observar el valor de la compañía, según libros, era de 36,2 millones de euros. Sin embargo, en el mercado se estaba vendiendo por unos 5 millones, cuando sólo en efectivo y bonos gubernamentales USA tenía 8,5 millones. Bien, podremos discutir sobre si esta empresa, White Motors, valía su neto contable, más o menos. Pero creo que en cualquier caso coincidiríamos en que esta empresa al menos sí valía los 8,5 millones del efectivo. Tened en cuenta que casi no tenía deudas. Si compráramos por 5 lo que al menos valía 8,5 obtendríamos una rentabilidad bastante aceptable si liquidáramos la compañía. En este caso, no estamos suponiendo para nada si la empresa va a seguir viva o no y, además, estamos suponiendo que no somos capaces de cobrar nada de lo que nos deben los clientes y de las existencias que podamos tener y que nuestros edificios, terrenos o maquinaria no valen nada. Es decir, parece muy razonable pensar que tenemos un amplísimo margen de seguridad, las palabras que indicadas por Graham siguen siendo, según Buffett, las más importantes en el mundo de la inversión.

A precio de 5 millones no sólo estamos comprando bajo, sino sobretodo y más importante, barato. Puede que el mercado debido a una situación de pánico lleve el precio de la empresa a valer 3 millones (estaríamos “perdiendo” un 40%), pero nuestro margen de seguridad ha aumentado porque sigue valiendo, al menos, esos 8,5 millones. Lo que deberíamos hacer sería seguir comprando más y liquidar la empresa si tuviéramos la posibilidad y no quisiéramos esperar a su recuperación en el mercado.

Nos vemos en el próximo artículo en el que seguiremos hablando del mismo tema.

“Para invertir con éxito, no necesitas entender la beta, los mercados eficientes, la teoría moderna de carteras, la valoración de opciones o los mercados emergentes. De hecho, puede que estés mejor no sabiendo nada de eso. Por supuesto, ésa no es la visión predominante en la mayoría de las escuelas de negocio, cuyos cursos de finanzas tienden a estar dominados por esos temas. Desde nuestro punto de vista, en cambio, los estudiantes de finanzas necesitan sólo dos cursos bien enseñados: Cómo valorar una empresa y Cómo pensar sobre los precios de mercado.