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De la inacción a la acción y viceversa: cultive la paciencia si quiere salir airoso del mercado
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Javier Molina

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De la inacción a la acción y viceversa: cultive la paciencia si quiere salir airoso del mercado

Lo que tiene que tener claro es que los mercados presentan momentos donde no hay que hacer nada y hay que saber esperar

Foto: Foto de recurso de na joven practicando yoga. (Reuters)
Foto de recurso de na joven practicando yoga. (Reuters)

9.00h de ayer jueves. Autovía de Burgos entrando a Madrid a la altura del edificio del BBVA. Atasco típico de todos los días lectivos. Miras por el retrovisor y ahí está el tipo nervioso achuchando con su coche. Yo en mi Fiat 500, cantando con mi hijo unas canciones de esas infantiles que se te acaban pegando de tanto volver sobre las mismas. Si freno más de lo normal, el impaciente ese se me mete dentro. ¿No ve que estamos en un atasco y que la velocidad máxima es la que llevamos? ¿acaso si me adelanta llegará antes? Lo mismo me pasó anoche, al llegar en avión de Mallorca. Tras parar motores, el de al lado se levanta rápido y veloz. Ubicados en la fila 33, el lleno era total. Me empuja, se lanza al pasillo y…se queda atrapado unas filas más adelante. ¿No veía eso? ¿Acaso pensaba que el resto no queríamos salir? El nervioso terminó inmovilizado entre el señor de la 31, la maleta ya posicionada en el suelo de la señora de la 32 y el niño que ya no podía aguantar más sentado.

Nos hemos acostumbrado a la inmediatez, a querer algo y tenerlo en el menor tiempo posible y hacer de la paciencia una virtud del pasado. La impaciencia está relacionada con la irritación, la frustración y hasta con la ira. Este tipo de emoción, como todas las que nos terminarán afectando en los mercados, aumentan el estrés, la toma de decisiones incorrectas y hasta perjudican nuestra salud. Se dejan de tomar acciones necesarias, como establecer estrategias y planes de inversión fundamentados, presas de la rapidez por querer ganar dinero. Existe además una relación entre la impaciencia y el aumento del endeudamiento. Y eso ha propiciado crisis como la financiera vivida en 2008. Los precios de las acciones y de las casas no dejaban de subir, y todos querían participar de la fiesta. Avaricia, endeudamiento y fatalidad se dieron cita para provocar el aumento desmesurado de los precios y las consecuencias que todos sabemos.

Existe además una relación entre la impaciencia y el aumento del endeudamiento. Y eso ha propiciado crisis como la financiera vivida en 2008

Fíjense como ya hemos unido impaciencia con endeudamiento y precios fuera de control. Mire ahora este gráfico donde se compara el S&P500 y el crédito acumulado en las cuentas de margen. Es decir, lo que se endeuda un inversor para participar en el mercado. La zona verde indica que los inversores no se endeudan y tienen cash en sus cuentas. La zona roja todo lo contrario, se pide crédito para comprar el S&P.

Cuando se produce una caída del apalancamiento, significa que no hay una demanda de acciones y los precios caen. Con el incremento del margin call, se demandan títulos y los precios suben. Coincide perfectamente desde 1995. Ahora mismo, ese gráfico no nos dice nada salvo que es un tema de tiempo. De paciencia. Tanto para los que están comprados y han sabido mantener sus posiciones, como para los que quieren entrar en mejores momentos. Puede pasar un mes, un año o quién sabe…pero llegará ese momento de ajuste necesario y sano donde se tendrán que tomar decisiones.

Y es en este tema donde quiero incidir. La paciencia, sea en el lado que sea, es siempre necesaria y debe aplicarse tanto en la vida como en el mercado pues es la forma de aprender a ganar. Es la manera de actuar para saber estar en mercado cuando existe momentum y tendencia, es la forma de saber permanecer fuera cuando se carecen de esas dos condiciones anteriores y es el método a seguir para no dejarse llevar por sentimientos de euforia o pánico. Esa cualidad ayuda al inversor a evitar la gratificación mínima del corto plazo y a participar de las tendencias en su totalidad. Fíjese los beneficios de practicar una estrategia donde se sepa estar pacientemente quieto en una posición abierta en el S&P500 en total return.

Pero, para el que se perdió el tren, esa misma idea de ser paciente se le puede aplicar pues, llevados por unos indicadores en momento de euforia, se quiere participar a toda costa en este banquete. El dinero atrae a los más novatos y los mete en mercado a unos múltiplos que ni conoce. Fíjese en la entrada de flujos en máximos históricos del ETF (fondo cotizado que replica el comportamiento del índice) en los últimos días. La historia se repite.

El arte de asignar nuestros ahorros conlleva tiempo, disciplina y paciencia. Y lo que tiene que tener claro es que los mercados presentan momentos donde no hay que hacer nada y hay que saber esperar, y otros tiempos donde hay que disfrutar de estar sentado en un título. El realizar más operaciones de la cuenta (y de dudosos resultados), realizar beneficios demasiado pronto y no poder permanecer al margen de los movimientos del mercado son las señales que le deberían llevar a tomar un respiro y analizar la forma de operar. Si es de los que corre tras los precios, pese a que últimamente le ha salido bien, tal vez debería pararse a meditar si actúa en base a una estrategia definida o, si por el contario, es fruto de la impaciencia y de la avaricia. Como decía Benjamin Franklin, "el que puede tener paciencia puede tener lo que quiera".

Buen fin de semana.

9.00h de ayer jueves. Autovía de Burgos entrando a Madrid a la altura del edificio del BBVA. Atasco típico de todos los días lectivos. Miras por el retrovisor y ahí está el tipo nervioso achuchando con su coche. Yo en mi Fiat 500, cantando con mi hijo unas canciones de esas infantiles que se te acaban pegando de tanto volver sobre las mismas. Si freno más de lo normal, el impaciente ese se me mete dentro. ¿No ve que estamos en un atasco y que la velocidad máxima es la que llevamos? ¿acaso si me adelanta llegará antes? Lo mismo me pasó anoche, al llegar en avión de Mallorca. Tras parar motores, el de al lado se levanta rápido y veloz. Ubicados en la fila 33, el lleno era total. Me empuja, se lanza al pasillo y…se queda atrapado unas filas más adelante. ¿No veía eso? ¿Acaso pensaba que el resto no queríamos salir? El nervioso terminó inmovilizado entre el señor de la 31, la maleta ya posicionada en el suelo de la señora de la 32 y el niño que ya no podía aguantar más sentado.

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