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Marc Garrigasait

El Abrazo del Koala

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Cómprame las peores acciones que tengas en tu país

Mario Draghi llegó a la presidencia del Banco Central Europeo (BCE) en noviembre de 2011. Tras unos largos meses de fuerte tensión con la Eurozona en

Mario Draghi llegó a la presidencia del Banco Central Europeo (BCE) en noviembre de 2011. Tras unos largos meses de fuerte tensión, con la Eurozona en grave riesgo de rotura, intentó que los dirigentes políticos europeos tomasen de una vez por todas las duras decisiones económicas necesarias para dar señales a los inversores de que por fin reaccionaban ante un edificio que se resquebrajaba. Ante las continuas peticiones de miembros del BCE, los políticos en Bruselas, Berlín, París y los de cada país respondían que sí, que lo iban a hacer, pero en realidad nadie se atrevía a tomar las decisiones que Europa requería, ya que obviamente supondrían el fin político para quien las adoptara.

Los miembros del BCE, algunos ya con larga experiencia y otros de reciente nombramiento, debieron discutir que se les acababa el tiempo. Ya en verano de 2011 se iniciaron las enormes retiradas internacionales de dinero en todo tipo de activos financieros europeos. Con empresas como Siemens, que sacaron dinero de sus cuentas bancarias para repatriarlos a una cuenta propia de su financiera en el BCE. También se iniciaron continuas retiradas de depósitos bancarios de países periféricos y aperturas de cuentas no sólo en Suiza, sino también en Luxemburgo y otros países de la Europa central.

Mario Draghi decidió, junto al resto de miembros del BCE, que debía pasar a la acción y “hacer lo que fuese necesario” para salvar al euro y al sistema. No importaba si se excedían, si se sobrepasaban las reglas que regían el mandato del BCE. O se actuaba, o se rompía el sistema financiero europeo al completo y, probablemente, el sistema financiero global. No olvidéis que absolutamente todos los bancos europeos se encontraban muy poco capitalizados y con problemas graves por los excesos de crédito anteriores, en especial los bancos alemanes.

Siempre me ha sorprendido que Alemania, con varias de las mejores empresas industriales del mundo y un modelo planetario de la buena organización manufacturera, sufriera de tan malas gestiones bancarias. Recordad cómo en 2001 Commerzbank estuvo al borde de la quiebra. Un amigo directivo bancario español me dijo recientemente: “Quizás esta mala gestión bancaria en Alemania, Marc, se deba a que la Alemania nazi mató a los mejores banqueros del país…” y me dejó muy pensativo.

Mario Draghi decidió que debía pasar a la acción y 'hacer lo que fuese necesario' para salvar al euro y al sistema. No importaba si se excedían, si se sobrepasaban las reglas que regían el mandato del BCE. O se actuaba, o se rompía el sistema financiero europeo al completo

El BCE pasó a la acción. Mario Draghi realizó el famoso discurso en Londres –dónde podía ser sino en la City–. El 25 de julio de 2012, Draghi pronunció la frase que pasará a la historia financiera europea: “El BCE hará lo necesario para sostener al euro… y créanme, va a ser suficiente”. La verdad es que todos reaccionamos muy lentamente ante tamañas declaraciones, yo el primero. En ese momento, no supe ver todo lo que se nos avecinaba en los mercados financieros. En mi caso, y creo que no fui el único, no conocíamos a Draghi, el primer italiano en el cargo de más importancia de toda Europa. Me decía a mí mismo: “¿Puedo confiar en las palabras de un italiano cuando estoy acostumbrado a la ortodoxia del Bundesbank o de los banqueros centrales del centro y norte de Europa?”. Pero no sólo eso. En mi caso, cuando escuchaba a Draghi pensaba en Trichet, que tras muchos años al frente del BCE acababa de irse. Trichet fue un desastre por muchas razones que me cansé de escribir en su día, pero lo peor era su credibilidad.

Tras la abolición del patrón oro, por el que cada banco central debía mantener reservas de dicho metal para respaldar la emisión de dinero, el sistema bancario mundial actual se basa en un sistema fiduciario, es como un patrón-confianza. ¿Por qué nos creemos que hoy en día un billete de 50 euros vale los 50 euros? ¿O un billete de 10 dólares? Por la confianza en un sistema financiero que, por suerte, el 99% de la población no sabe en qué se basa, porque de saberlo, crecería la desconfianza y podría llegar a ponerlo en riesgo. El dinero fiduciario, o también llamado fiat money, proviene del término latín hágase es decir se hará ya que no tiene un respaldo físico.

¿Qué ocurrió en los mercados financieros y en la economía a partir del discurso de Draghi? En los mercados financieros, la política de proporcionar dinero ilimitado y sin apenas condiciones a todo el sector financiero, que podía refinanciar a las grandes empresas con excesivos apalancamientos y a su vez comprar deuda pública para financiar sin problema los déficits públicos, empujó hacia arriba las cotizaciones de los bonos y de las acciones. Los inversores fueron progresivamente aplicando la lógica que querían los bancos centrales: que las inversiones saliesen de los activos seguros y fuesen a los de más riesgo. ¿Era justo premiar a quien peor lo había hecho? Me imagino el pensamiento de Draghi: “Salvar al sistema ya es una tarea hercúlea y suficientemente complicada como para encima tener que repartir justicia”.

Mario Draghi salvó al euro, sin duda. No sólo eso, nos ha demostrado a todos su enorme capacitación técnica y, especialmente, su gran poder de comunicación. Es, en mi opinión, el banquero central más brillante que yo he visto en mi vida profesional. Sin duda, mucho mejor que Alan Greenspan y Ben Bernanke. No está nada mal tener al mejor en Europa. Su credibilidad va ser determinante en un futuro tan complicado como el que se avecina en Europa, cuyo endeudamiento no para de crecer gracias al apoyo recibido por los gobernantes por parte del BCE.

Mi única crítica a su actuación es no haber marcado una línea, unas exigencias mínimas a los bancos para ayudarlos. El BCE decidió dar dinero ilimitado a todos los bancos de Europa, no importaba su pasado ni su solvencia, y pienso que debía haberlo hecho. Aunque hubiese sido un 1%, un 3% o un 5% del total de los bancos, habría marcado un límite al todo vale y a no importa si eres solvente o no, o como hayas gestionado en el pasado.

Los inversores han decidido invertir en las empresas con peor situación financiera ycon mayor riesgo de quiebra, olvidándose de las empresas saneadas y que habían hecho bien las cosas en el pasado. Ocurrió igual con la deuda pública. Había que vender los bonos alemanes para comprar bonos griegos o portugueses y del resto de países periféricos.

De julio de 2012 hasta mediados de enero de 2014, los activos financieros que más se han revalorizado han sido la Bolsa de Grecia, con un 83,2%, el índice MSCI de acciones españolas, con un 82%, el índice de bancos europeos, con un 68%, seguido por la Bolsa italiana, con un +54,5%. Los únicos activos con pérdidas han sido los bonos del Estado alemán, con un descenso del 1,2%, el dólar USA, con una caída del 3,4% y el oro, con una bajada del 22,2% (ver cuadro anexo).

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Y tal como se puede ver en los gráficos de Goldman Sachs, las empresas con un balance muy débil han superado en bolsa a las saneadas en más del 20%. Las empresas de alta calidad por su salud financiera se han comportado peor que el índice S&P 500 y las que tienen un alto apalancamiento han mejorado claramente al índice.

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De ahí las recientes compras de grandes inversores internacionales de activos en Grecia, Portugal o España en acciones y bonos de las empresas más apalancadas y en periodo de reestructuración de cada país. Nunca en mi vida profesional había visto a los mejores gestores buscando a los peores activos, pero respaldados por los bancos centrales.

Mario Draghi llegó a la presidencia del Banco Central Europeo (BCE) en noviembre de 2011. Tras unos largos meses de fuerte tensión, con la Eurozona en grave riesgo de rotura, intentó que los dirigentes políticos europeos tomasen de una vez por todas las duras decisiones económicas necesarias para dar señales a los inversores de que por fin reaccionaban ante un edificio que se resquebrajaba. Ante las continuas peticiones de miembros del BCE, los políticos en Bruselas, Berlín, París y los de cada país respondían que sí, que lo iban a hacer, pero en realidad nadie se atrevía a tomar las decisiones que Europa requería, ya que obviamente supondrían el fin político para quien las adoptara.

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