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Auditoria y valor para los mercados de capitales

Los recientes casos de Tesco y Toshiba cuyos estados financieros no reflejaban una imagen fiel han generado preocupación entre los inversores

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Los recientes casos de Tesco y Toshiba cuyos estados financieros no reflejaban una imagen fiel han generado preocupación entre los inversores, dejando una sensación extrañamente familiar de déjà vu, tipo ”era-Enron”. Son ejemplos de cómo el papel de los auditores está bajo escrutinio cada vez que se producen escándalos contables. Lo mismo puede decirse de los colapsos corporativos que nos sacuden sin que los auditores hagan sonar previamente las alarmas, o incluso, cuando las labores de inspección o regulación destacan patrones recurrentes de deficiencias significativas en el proceso de auditoría. Un informe de la IFIAR en 2014 (2014 IFIAR report) destapaba la existencia de un 47% de deficiencias en las auditorías de 948 grandes empresas internacionales. La confusión sobre el valor que los inversores obtienen de los informes de auditoría también se alimenta de lo que, a veces, parece ser el sencillo juego de las sillas musicales, en donde las empresas auditoras se turnan para admitir los errores con respecto a una auditoria en particular, aceptando la consiguiente multa de los reguladores.

A pesar de los interminables episodios de informes financieros corporativos fraudulentos, el hecho es que las auditorías corporativas son necesarias, porque aportan valor económico a los participantes del mercado de capitales. Para muchos inversores, las auditorías suponen un “qué hay detrás de las escena”, “la actividad de la caja negra”, y con frecuencia se asume que garantizan la fiabilidad de las cifras reportadas, de ahí la sorpresa cada vez que hay una empresa falseando sus cuentas.

Al mismo tiempo, los auditores afirman que existe una diferencia de expectativas sobre su función entre ellos y el resto de interesados (stakeholders), sobre todo cuando las empresas han incurrido en informes financieros fraudulentos. Si bien esto es cierto en la medida en que esos stakeholders o público externos pueden no estar totalmente al tanto del alcance, la metodología y los resultados de las auditorías en curso, conviene qué nos preguntemos ¿cómo pueden los auditores mejorar su propuesta de valor para beneficio de los inversores?

La cuestión principal sigue siendo cómo se puede seguir mejorando los informes de auditoría y cómo los auditores pueden ayudar todavía más a los inversores

En primer lugar, sería útil un informe de auditoría más informativo- más allá de la tradicional nota "pasa / falla”. Los requisitos por parte del Consejo de Información Financiera (FRC) en el Reino Unido para mejorar los informes de auditoría son ciertamente un paso en la dirección correcta, y esperamos que ocurra lo mismo en todos los países. Por ejemplo, proporcionado una mayor información del auditor en áreas clave con riesgos específicos para la empresa, o ajustarse a los principios de una buena comunicación, incluyendo un resumen ejecutivo que detalla el alcance de la cobertura y la materialidad; las tablas para desgranar la información y la supresión de descripciones tipo como controles y metodología de auditoría. Pero la cuestión principal sigue siendo cómo se puede seguir mejorando los informes de auditoría y cómo los auditores pueden ayudar todavía más a los inversores a interpretar mejor cualquier materialidad aportada (rendimientos, etc.).

En segundo lugar sería beneficioso para los inversores explorar la necesidad de la fiabilidad más allá del ámbito de análisis histórico de las auditorías de los estados financieros. Existen una gran variedad de incipientes iniciativas para evaluar si tal expansión es deseable. Por ejemplo, un reciente estudio de CFA Institute sobre criterios ambientales, sociales y de gobernanza (Environmental, Social, and Governance -ESG-, por sus siglas en inglés) encontró que el 69% de los miembros encuestados apoyó la necesidad de una verificación independiente de la información de estos criterios.

Dicho esto, sólo el 31% espera que las firmas de auditoría tengan responsabilidad sobre las auditorías de los criterios ESG. En igualdad de condiciones, es difícil no entender cómo el poder ofrecer fiabilidad en áreas más allá de los tradicionales estados financieros, que también influyen en el juicio de los inversores sobre el valor y las perspectivas de las empresas, no pueda ser beneficioso para estos. Los inversores articulan, a veces, la preocupación por cómo una mayor seguridad podría hacer peligrar la oportunidad de la información deseada, sin embargo el espíritu de innovación debe guiar a los auditores sobre esta cuestión y estar atentos a las necesidades demandadas por los inversores.

La evolución de la tecnología y el “big data” están transformando los procedimientos de auditoría

Una tercera área de propuesta de valor de la auditoría surge del desarrollo tecnológico. A medida que evolucionan los informes corporativos y el papel de la tecnología se integra en la preparación y entrega de información financiera y otras relacionadas con la inversión, las expectativas de los inversores evolucionan de manera similar sobre la fiabilidad de las mismas. Evidentemente, la evolución de la tecnología y el “big data” están transformando los procedimientos de auditoría. Existe, por tanto, la necesidad de articular la forma de mejorar la auditoría como resultado de los desarrollos tecnológicos para los inversores.

Para concluir, debemos reiterar que los informes financieros de las empresas son la base de toda la información relacionada con el mercado de capitales y está en el corazón de la comunicación corporativa respecto al rendimiento, creación de valor y las perspectivas de futuro de las empresas. Por lo tanto, siempre habrá una necesidad sobre la fiabilidad de información independiente proporcionada por las empresas sobre su rendimiento, pero esta fiabilidad tiene que evolucionar si ha de ser oportuna, relevante y significativa para servir las necesidades de los inversores.

Original: Vincent Papa, CFA, Director de Financial Reporting Policy en CFA Institute.

Adaptación: Javier Borrachero, CFA, Presidente de CFA Society Spain.

Los recientes casos de Tesco y Toshiba cuyos estados financieros no reflejaban una imagen fiel han generado preocupación entre los inversores, dejando una sensación extrañamente familiar de déjà vu, tipo ”era-Enron”. Son ejemplos de cómo el papel de los auditores está bajo escrutinio cada vez que se producen escándalos contables. Lo mismo puede decirse de los colapsos corporativos que nos sacuden sin que los auditores hagan sonar previamente las alarmas, o incluso, cuando las labores de inspección o regulación destacan patrones recurrentes de deficiencias significativas en el proceso de auditoría. Un informe de la IFIAR en 2014 (2014 IFIAR report) destapaba la existencia de un 47% de deficiencias en las auditorías de 948 grandes empresas internacionales. La confusión sobre el valor que los inversores obtienen de los informes de auditoría también se alimenta de lo que, a veces, parece ser el sencillo juego de las sillas musicales, en donde las empresas auditoras se turnan para admitir los errores con respecto a una auditoria en particular, aceptando la consiguiente multa de los reguladores.

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