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¿Un nuevo puzzle mundial?
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Paula Mercado

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¿Un nuevo puzzle mundial?

Si el mundo disfrutó de una bipolaridad internacional durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX, que terminó con la apertura de los países

Si el mundo disfrutó de una bipolaridad internacional durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX, que terminó con la apertura de los países del Este de Europa, en estos primeros años 2000 comienza a emerger una nueva imagen multipolar.

 

La última reunión del G-20 en Pittsburgh no ha hecho sino confirmar una situación que se había ido consolidando en los últimos años, con su decisión de que este grupo sustituya al G-8 como foro económico mundial de primer nivel para la cooperación económica internacional. A partir de ahora, las economías de países emergentes como China, India o Brasil tendrán un asiento permanente en este grupo decisorio.

 

Originalmente derivado de los siete países del mundo con mayor influencia económica, política y militar (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), el G-7 se creó en 1973. Con la adhesión de Rusia en 1998, pasó a conformar el G-8, tal como es ahora.

 

La incorporación de otros once países, considerados como emergentes o en desarrollo, más la Unión Europea, ha configurado el actual grupo del G-20. Sus componentes incluyen, además de los tres mencionados más arriba, a Méjico, Australia, Corea del Sur, Turquía, Indonesia, Arabia Saudí, Argentina y Sudáfrica.

 

Según el ranking de estimaciones para 2009 del Fondo Monetario Internacional, sobre el Producto Interior Bruto de estas economías, la Unión Europea y Estados Unidos, por este orden, ocupan los dos primeros puestos, con China a continuación. España ocupa el puesto número doce en este ranking, entre Méjico y Corea del Sur.

 

Las consecuencias para las economías desarrolladas pueden ser notables. Concretamente en el caso de la Unión Europea las cifras hablan por sí mismas; si en el G-8 contaba con una presencia de un 50 por ciento, en el G-20 sus miembros suponen sólo un 25 por ciento del total, incluso incluyendo los invitados especiales, España y Holanda. Las mayores economías europeas tendrán que aceptar el nuevo equilibrio de poder a favor del mundo en desarrollo, algo que podría de hecho servir de catalizador para una mayor cohesión interna y un mayor foco en la representación externa de la Unión Europea. 

 

Por otra parte, tanto Nacional Unidas como el FMI coincidían en su percepción de derrota para las economías en desarrollo. Según declaraciones de Ban Ki-Moon, secretario general de la ONU, su asistencia a Pittsburgh fue para recordar a los líderes del G-20 que aún hay un 85 por ciento de países no representados en la cumbre.

 

Otro gran cambio institucional es el establecimiento del Foro de Estabilidad Financiera (FSB por sus siglas en inglés) como entidad encargada de dirigir la coordinación y monitorización de la implementación de la normativa financiera y, junto con el FMI, servir como un sistema de alerta temprana frente a riesgos emergentes. El FSB colaborará también en asegurarse de que las reglas que gobiernen los grandes bancos guarden una relación con el coste de sus posibles fracasos, mayoritariamente  por medio de mayores requerimientos de capital. Las cifras exactas serán decididas durante 2010, mientras que la fecha límite para la adopción de los nuevos estándares se ha fijado para finales de 2012.

 

Otra de las consecuencias de un nuevo equilibrio económico mundial es el efecto que pueda tener sobre el mercado de divisas global. Un dólar más débil obligaría a las economías deudoras, como la estadounidense, a ahorrar más, mientras que las exportadoras (como China o Japón) tendrían que gastar más. Para ello serían necesarios grandes cambios sociales y económicos en el gran país asiático, algo que seguramente no desea emprender inmediatamente. Considerando las enormes reservas en divisas de los países emergentes, particularmente China con sus 2 billones de dólares, es poco probable que el cambio de divisa de referencia sea un tema de controversia en el G-20 por el momento. Pero, llegado el momento, coordinar cualquier tipo de política monetaria será más difícil, ya que requerirá el acuerdo de 20 países con intereses y prioridades dispares.

 

El tan controvertido asunto de la remuneración a directivos quedó más cerca de la postura americana. Se harán esfuerzos para que la remuneración esté más ligada a creación de valor a largo plazo y se evitarán garantizar bonos por periodos de varios años. Sólo se verán limitados a un porcentaje de los ingresos si los niveles de capital se sitúan a niveles peligrosamente bajos o si el porcentaje de beneficios destinado a pago de dividendos puede situarla en zona de peligro.

 

Una vez que se ha conseguido frenar la caída, el objetivo ahora es recuperar la confianza inversora. Una mayor fortaleza bursátil de la esperada, por parte de los mercados bursátiles, y los alentadores datos económicos han apoyado un movimiento inversor hacia la renta variable a través de fondos de inversión. Los datos de VDOS de septiembre, cerrados a día 25, adjudican los mayores crecimientos patrimoniales a los productos que invierten en activos mixtos y de renta variable, con avances de 5,51 y 5,06 por ciento. Las categorías VDOS de Renta Variable Internacional Estados Unidos y Renta Variable Internacional presentan aumentos de 12,34 y 11,46 por ciento, con la Renta Variable Nacional Value a continuación, con un avance porcentual de 11,06 puntos.

 

Primero Europa, en agosto, y ahora Estados Unidos, comienzan a sustituir a los países en desarrollo en las preferencias de los inversores en fondos. La fase maniaco-depresiva parece ir dando paso a una situación de mayor equilibrio a la que, muy probablemente, hayan contribuido las medidas tomadas por el G-20, tanto en su cita de Londres en abril pasado, como en la última de Pittsburgh.

 

Si el mundo disfrutó de una bipolaridad internacional durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX, que terminó con la apertura de los países del Este de Europa, en estos primeros años 2000 comienza a emerger una nueva imagen multipolar.