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El optimismo del G20 y las reformas estructurales
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Daniel Lacalle

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Daniel Lacalle

El optimismo del G20 y las reformas estructurales

Los líderes de las naciones más industrializadas pintan un panorama más positivo sobre el crecimiento global, intentando calmar a los ciudadanos ante un posible estancamiento global

“Monetary policy alone cannot lead to balanced growth”

G20

La semana pasada tuve el honor de compartir con Martin Feldstein, asesor de tres presidentes de EEUU, un panel de discusión sobre la situación económica global. Fue en Lima, Perú, en el marco del Forecast Summit 2015. El sábado, mientras desayunábamos, comentamos el artículo del Financial Times en el que mencionaba que los líderes de las naciones más industrializadas pintaban un panorama más positivo sobre el crecimiento global, intentando calmar a los ciudadanos sobre la preocupación ante un posible estancamiento global. Si coincidimos en algo, fue en que el historial del G20 a la hora de identificar riesgos ha sido, como poco, decepcionante.

Recordemos algunas cifras:

- La tasa de acierto de los analistas económicos que nutren la gran mayoría de las estimaciones del G20 es del 48,7% (más errores que aciertos, según Political Calculations)

- En los últimos siete años, las estimaciones de crecimiento global se han revisado a la baja a final de año, con respecto a lo previsto en enero, entre un 15 y un 17%.

- El acuerdo del G20 para aumentar el crecimiento global un 2% por encima de las estimaciones durante cinco años no sólo no ha resultado efectivo, sino que las expectativas de crecimiento se han revisado a la baja.

¿Qué ha fallado? Si podemos identificar una causa de los errores cometidos es la fe casi religiosa en la política monetaria como solución a todo

¿Qué ha fallado? Si podemos identificar una causa de los errores cometidos como claramente la más importante, es la fe casi religiosa en la política monetaria como solución a todo.

El mayor error con diferencia en las estimaciones no ha venido del análisis macroeconómico tradicional, sino de la exuberancia ante la política de bajar tipos e imprimir moneda. Si tomamos la mayoría de los informes de expertos y del G-20, las equivocaciones siempre han venido de frases como “la bajada de tipos de interés china aumentaría el PIB hasta un 0,3%” o “el QE japonés llevará a un 4% de crecimiento”, etc. Revisiones a la baja del 80-100% en las apuestas al poder mágico del Banco Central. Sí, incluso en EEUU con desviaciones del 55-60% en el consenso.

La fe en la intervención… Y la desconfianza en las reformas.

Y otra enorme parte de los errores del pasado ha venido de la desconfianza en las reformas estructurales. Alemania, Irlanda, España, los países bálticos, etc. Revisiones al alza que han llegado a suponer triplicar las estimaciones iniciales.

Es por ello que merece la pena analizar las palabras del G20 que denotan un cierto “reconocimiento con la boca pequeña” de las equivocaciones del pasado.

- Mantener las políticas de tipos de interés ínfimos no van a conseguir mejorar las expectativas de crecimiento.

- Sin reformas estructurales, la política monetaria puede generar desequilibrios.

- Los gobiernos han confiado durante demasiado tiempo en el suministro de dinero barato de los bancos centrales.

Joe Oliver, ministro de finanzas de Canadá, lo explicaba correctamente. Un tercio de las políticas del G20 para “acelerar el crecimiento un 2% en cinco años” se han implementado y, sin embargo, las estimaciones de crecimiento de las economías se han reducido.

La principal dificultad con la que se encuentran los países del G20 es la aparente “falta de inversión”. Otro mantra. Pensar que haciendo muchas carreteras y plantas va a aumentar el crecimiento. La inversión productiva está a niveles –en términos reales- de 1970, según la OCDE. Lo que no dicen es que la utilización industrial está por debajo del 80% en la mayoría de los países del G20. Así que, con sobrecapacidad, no se va a crear mayor crecimiento sólo por invertir más.

Más represión financiera, menos demanda

Represión financiera, es decir, bajar tipos y devaluar constantemente. Asaltar al ahorrador. Si sigue la guerra de divisas –que todos niegan pero es una realidad incontestable-, y seguimos atacando a la renta disponible de los ciudadanos, el consumo se resiente, la incertidumbre aumenta y la demanda no aparece, aunque lo decida un comité. Ya lo explicábamos aquí.

Para que esas inversiones generen crecimiento tiene que haber demanda. Con un entorno que penaliza el ahorro, donde la represión financiera es ya un mal endémico global, y los países siguen pensando que todo lo van a solucionar subiendo impuestos, simplemente estamos erosionando el potencial de crecimiento de las economías.

Siempre habrá alguno que diga que el problema es que no se hizo más.

“Monetary policy alone cannot lead to balanced growth”

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