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Obama, Keystone y el intervencionismo irracional
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Daniel Lacalle

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Daniel Lacalle

Obama, Keystone y el intervencionismo irracional

La decisión del presidente americano de no permitir el oleoducto de Keystone no está justificada ni por intereses nacionales, ni apoyo democrático, ni por razones medioambientales

Foto: Partidarios del veto al proyecto de Keystone frente a la Casa Blanca. (Reuters)
Partidarios del veto al proyecto de Keystone frente a la Casa Blanca. (Reuters)

“Subsidies benefit the politically connected while harming future generations as hundreds of millions of dollars are added to the country’s debt burden with each failure”, Julian Morris

La semana pasada hablábamos del Plan Juncker y el cuento de la inversión pública como motor de crecimiento. No solo hay un problema de inversión en elefantes blancos ruinosos en el mundo. También de entorpecer inversiones de valor añadido real.

Barack Obama nos muestra el último ejemplo. Ha utilizado los últimos meses de su mandato para imponer medidas y leyes que van a tener un impacto negativo durante años, pero que le servirán magníficamente para cimentar una carrera en el circuito de conferencias global. El acuerdo con Irán, que es apelar a la buena voluntad del que desea tu destrucción, como comentamos aquí, su apuesta por perpetuar la dictadura castrista, sus leyes más cosméticas e ineficientes sobre el CO2… Y la decisión de prohibir el oleoducto Keystone de la semana pasada.

El oleducto Keystone es un proyecto que une Canadá con EEUU y permitiría evacuar petróleo que hoy se mueve en camiones y aliviar a la vez la sobrecapacidad almacenada de crudo doméstico, permitiendo reducir las importaciones de petróleo OPEP y garantizando la seguridad de suministro mientras Norteamérica (EEUU-Canadá-México) alcanza la independencia energética.

Si existe una medida que cumple todos los requisitos del populismo más ridículo es esta. Primero se vende como una decisión medioambiental, cuando los datos muestran que el oleoducto reduciría las emisiones de CO2 de un 28 a un 42%, según un estudio del EIS… Porque ese crudo hoy se mueve en camiones. El sectarismo de la Administración es tal que prefiere tener las carreteras llenas antes de construir un oleoducto que tendría los siguientes efectos positivos según EIS y la Cámara de Comercio.

  • 42.100 puestos de trabajo directos e indirectos con 405 millones de dólares en salarios adicionales directos.
  • 3.400 millones de dólares de contribución al PIB sin coste alguno para el contribuyente, al ser 100% privada en vez de los elefantes blancos que a Obama le gusta inaugurar con el bolsillo de los ciudadanos.
  • 55,6 millones de dólares en ingresos fiscales anuales adicionales por las propiedades ('property tax') y 66 millones adicionales por IRPF y sociedades.

Comparen esto con la 'apuesta' de Obama por industrias bien subvencionadas y bien planificadas por el Gobierno.

  • Según la Heritage Foundation, solamente en 2009 se habían subvencionado y perdido más de 8.000 millones de dólares de proyectos en quiebra.
  • Han costado ya más de 1.200 millones de dólares de pérdidas adicionales al contribuyente y destruido, no creado, puestos de trabajo.
  • Entre los 'éxitos' defendidos y subvencionados por Obama, desastres quebrados o deficitarios como Ecotality, 115 millones de dólares perdidos, Solyndra (529 millones), A123 (250 millones), Abound (70 millones), Fisker (139 millones), solo considerando subvenciones.
  • 22 de los 26 proyectos financiados por la Administración a través del programa Section 1705 han generado pérdidas y están categorizados como “basura”.

Estas cifras se añaden a la reducción de CO2 antes mencionada, que desmonta el cuento medioambiental. Mientras, los barriles de crudo se tuestan al sol (o enfrían a la sombra) en Canadá y EEUU por la falta de infraestructura de conexión.

Recordemos que el Congreso votó 10 veces (10) a favor de la aprobación del proyecto Keystone, incluyendo muchos demócratas. Miembros de la EPA (Environmental Protection Agency) han reconocido que el proyecto no tiene efectos adicionales negativos. Obama, el demócrata, lo veta.

¿Por qué no gusta a la Administración?

Los elefantes blancos tienen que ser decididos por un comité, estatales y con dinero del contribuyente. Una Administración que está todo el día hablando de “inversiones en infraestructuras” constantemente prohíbe o entorpece toda aquella que sea 100% privada.

La decisión de Obama no está justificada ni por intereses nacionales (parece que prefiriera seguir importando crudo de Medio Oriente), ni por apoyo democrático (10 veces aprobado por el Congreso), ni medioambientales (las emisiones se reducirían un 28% mínimo) ni por cuestiones de inversión, empleo o ingresos fiscales. Solo se justifica por ideología.

Al menos, en EEUU, da gusto leer a la Cámara de Comercio y a los empresarios criticar abiertamente y decir “enough is enough”. Ya basta.

“Subsidies benefit the politically connected while harming future generations as hundreds of millions of dollars are added to the country’s debt burden with each failure”, Julian Morris

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