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El nuevo escenario económico: una oportunidad para la empresa familiar
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El nuevo escenario económico: una oportunidad para la empresa familiar

El nuevo escenario económico: una oportunidad para la empresa familiar Marcos Belil Roger, Socio GBS Finanzas Barcelona Tradicionalmente, una de las claves de la empresa familiar y de

El nuevo escenario económico: una oportunidad para la empresa familiar

 

Marcos Belil Roger, Socio GBS Finanzas Barcelona

 

Tradicionalmente, una de las claves de la empresa familiar y de su alto rendimiento ha sido la orientación a largo plazo, centrada en el negocio principal y dejando de lado otras estrategias coyunturales. Sin embargo, la ausencia de una adecuada transición generacional constituye el gran talón de Aquiles de este tipo de compañías; sólo así se explica que únicamente el 30% de las empresas familiares pasen de la primera a la segunda generación y, de éstas, apenas entre el 10% y el 15% alcancen la tercera generación. Unos datos poco alentadores para un segmento que en España representa el 85% del total de las empresas, el 75% del PIB y el 75% de todo el empleo privado.

 

Para invertir esta tendencia, las empresas familiares deben estar preparadas para afrontar ciertos cambios, como emprender un verdadero proceso de profesionalización, analizando si existe un líder dentro de la compañía para la sucesión, y asegurar instrumentos que generen liquidez suficiente al accionista.

La situación de los últimos años -con una elevada liquidez en los mercados financieros, tipos de interés muy favorables y la gran confianza de la banca en el mercado, que generó una alta capacidad de apalancamiento de las operaciones de compra-venta- permitieron que una gran cantidad de empresas familiares fueran adquiridas por grandes multinacionales o, en su mayoría, por fondos o sociedades de capital riesgo. Estas últimas, hasta hace muy pocos meses, y obligadas por la necesidad de invertir sus fondos y hacer operaciones, ofrecían múltiplos mayores que los industriales a la hora de invertir. Esa circunstancia, unida a la gran cantidad de dinero disponible, dio como resultado unas ofertas muy agresivas, difícilmente rechazables para las familias: si dejamos de lado los sentimentalismos y pensamos sólo en números, para ellas la decisión de vender era la más acertada.

Sin embargo, estas ventas disminuyen considerablemente la capacidad de generación de valor en nuestro tejido empresarial y hacen que sectores clave como la industria pierdan peso, convirtiéndonos en un país eminentemente de servicios, con las debilidades y riesgos que ello conlleva.   

En el actual escenario económico, numerosas empresas industriales, radicadas en zonas de amplia tradición empresarial como Cataluña, País Vasco o Levante, se plantean, más que nunca, su venta, ante la falta de confianza existente en el mercado y las dudas de sus fundadores a la hora de ceder el testigo en una coyuntura tan desfavorable. No obstante, desde nuestra experiencia como asesores, optar precipitadamente por esta opción puede ser un error, ya que se en estos momentos se compra a múltiplos muy bajos y, en consecuencia, las ofertas que recibirían no reflejarían el valor real de la empresa. Es más: las firmas familiares deberían ver esta situación bajista como una gran oportunidad; se trata de un momento inigualable para acometer desafíos que en los últimos años parecían inalcanzables para ellas.

Muchas de estas compañías ya han empezado a hacer los deberes en lo que respecta a la profesionalización de sus estructuras, con la entrada gestores externos, y la adecuada gestión de la liquidez para el accionista (OPV’s de porcentajes minoritarios de compañías o reparto de dividendos por primera vez en tres generaciones, por poner dos ejemplos).

Hoy en día, las empresas familiares, que habitualmente han adoptado una política de crecimiento mucho más conservadora que los inversores de perfil financiero, cuentan con una situación más saneada para analizar y realizar operaciones muy diversas, como la compra de activos no estratégicos de grandes corporaciones, ahora que muchos inversores financieros están considerando acelerar la salida de sus participadas en lugar de seguir invirtiendo con coyunturas difíciles y en sectores sin vocación o tradición.

Estos mismos inversores podrían estar receptivos, por otro lado, a una integración de sus negocios en grupos de vocación industrial, capaces de generar mayores sinergias que un private equity.

La empresa familiar debe aprovechar esta situación de crisis para fortalecerse vía fusiones o adquisiciones, siempre que sea a un precio adecuado y cuente con buen encaje en su estrategia a largo plazo. En definitiva, es el momento para que emprendan aventuras empresariales que les ayuden a prepararse para los retos de un mercado más internacionalizado y competitivo, con marcas cada vez más globales, y les permitan fortalecer su posición y ampliar su red de ventas. Como decía Winston Churchill: “Un optimista ve una oportunidad en cada calamidad; un pesimista, ve una calamidad en toda oportunidad”. Seamos, pues, optimistas.

Marcos Belil Roger, socio GBS Finanzas Barcelona

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