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Todavía orgulloso, pero molesto
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Todavía orgulloso, pero molesto

En diciembre del año pasado, tras escuchar innumerables críticas contra nuestro sistema financiero, escribí Orgullo Español, un artículo en su defensa. En el mismo, tras reconocer

En diciembre del año pasado, tras escuchar innumerables críticas contra nuestro sistema financiero, escribí Orgullo Español, un artículo en su defensa. En el mismo, tras reconocer que el sistema no era perfecto, defendía su solidez, el papel del Banco de España (BDE) y apostaba por su fiabilidad.

Transcurridos cuatro meses desde esa apuesta, me gustaría revisar qué es lo que ha cambiado desde entonces: nada, todo sigue igual o parecido. Se han hecho pocos ajustes, los fáciles. De los difíciles, aquellos en los que hay intereses políticos subyacentes, los que verdaderamente se requieren en una situación económica como la actual, de esos, mejor ni hablamos. Utilizando un símil futbolístico, ahora que se aproxima el final de la Liga, de la Champions, de la Europa League y el inicio del Mundial, en el minuto cuarenta de partido que jugamos contra las deficiencias del sistema, el resultado es cero – cero; ha sido el típico partido del Calccio italiano, mucha defensa y poco ataque.

Durante esta primera parte del partido hemos actuado con prudencia, destinando gran parte de los recursos de 2009 a provisionar inversiones crediticias potencialmente fallidas, implantando planes de contención de costes (con cierres de oficinas, externalización de servicios, etc.) y monetizando lo que se ha podido, sobre todo oficinas. Todos estos ajustes son buenos, simples, pero buenos. No hemos metido goles, aunque tampoco los hemos encajado. No ha habido espectáculo de movimientos corporativos como esperábamos. A cambio el espectador no sufre aunque sí se aburre, que es lo que le ha pasado a un gran número de inversores internacionales.

En cualquier caso, ahora, casi al final de la primera mitad, entendemos mejor la principal debilidad de nuestro adversario: la doble injerencia política que sufre el sistema. En concreto las cajas de ahorro. Por un lado, el afán de crecimiento de los gobiernos regionales les ha llevado a perjudicar en muchas ocasiones la actuación de los equipos gestores, los cuales han terminado haciendo un pobre trabajo de identificación de riesgos. Por otro, las cajas también están sometidas al yugo del gobierno central, que hasta el momento no ha apoyado y/o permitido al BDE llevar a cabo una seria labor preventiva. Ambas actuaciones han causado importantes ineficiencias en la gestión de las cajas y las ha llevado al actual escenario de inmovilismo o falta de voluntad inversora, ya sea por falta de recursos o por aversión al riesgo. Futbolísticamente hablando, el presidente de nuestro club (el Ministerio de Economía) está prohibiendo a nuestro entrenador (el BDE) hacer cambios en el equipo.

El inmovilismo es contraproducente para la recuperación económica que España necesita. Además, si esta pasividad se instala en el sistema, por mucho espacio que le quede a los bancos para crecer y captar más cuota de mercado, habrá contagio. Las cajas son una parte esencial del motor de la economía. Necesitamos la financiación que proveen, más allá de las hipotecas a algunas familias afortunadas. Su reactivación es fundamental para la recuperación. Es como si nuestro rival, ataque tras ataque –digamos fusión fallida tras fusión fallida–, al ver que no realizamos ajustes importantes en la estrategia, se estuviera creciendo en la recta final de la primera mitad.

Toca concretar un plan de ataque para la segunda mitad del partido. El problema es que el presidente de nuestro club sigue pensando que el catenaccio es la mejor estrategia. Alguien debiera poner al presidente en su sitio y ceder el testigo de la dirección del equipo, libre de injerencias, a un Ferguson o un Mourinho que fuerce las fusiones o intervenga en los casos sangrantes sin importar lo que digan los políticos y, sobre todo, antes de que el árbitro toque el final del partido (en caso contrario, lo de Grecia va a ser un chiste).

Por cierto, parece una broma tener 35 mil millones de euros listos para facilitar la provisión de recursos a las cajas y que, debido a intereses políticos, no se haga uso de ellos. Menos mal que en fútbol nunca veremos un club con miles de millones en caja que prohíbe a su entrenador hacer buenos fichajes.

Sigo orgulloso de nuestro sistema; defiendo la actuación de la mayoría de sus agentes; creo que el BDE ha hecho un buen papel de regulación, supervisión y control de entidades y sigo creyendo en su solidez y fiabilidad. Dicho esto, encuentro incomprensible que la injerencia política, herencia de un pasado obsoleto, que sufren directamente el BDE y las cajas pueda dar al traste con tanto esfuerzo y permitir que se propague, nacional e internacionalmente, la errónea percepción de la debilidad de nuestro equipo. En estos momentos no hay nada peor que una mala percepción internacional de “la roja”. Imaginemos cómo de crecido llegará Brasil al Mundial si dejamos en casa a Torres, Iniesta, Villa, Xavi, Ramos, etc.

La situación actual obliga a establecer una separación clara de la dirección y la gestión deportiva del club, o si se prefiere, entre la política y el sistema financiero. En caso contrario, España tendrá que decir adiós al Mundial.

Ignacio Martínez es vicepresidente de GBS Finanzas

En diciembre del año pasado, tras escuchar innumerables críticas contra nuestro sistema financiero, escribí Orgullo Español, un artículo en su defensa. En el mismo, tras reconocer que el sistema no era perfecto, defendía su solidez, el papel del Banco de España (BDE) y apostaba por su fiabilidad.