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El mercado, una cuestión de actitud
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Ivan Dolz de Espejo

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El mercado, una cuestión de actitud

Uno de los principales motivos que mueven los mercados financieros es la actitud o “sentimiento “de los inversores. Y es que, en el horizonte, siempre existen

Uno de los principales motivos que mueven los mercados financieros es la actitud o “sentimiento “de los inversores. Y es que, en el horizonte, siempre existen riesgos latentes que pueden afectarnos de una u otra manera según nuestro estado de ánimo. Esto se está llevando al extremo por la globalización, que hace que algo que ocurra en cualquier parte del mundo se sienta muy cerca, estemos donde estemos.

Ejemplos en los últimos años han sido el miedo a atentados a gran escala, la gripe asiática o la subida del petróleo, que podía hacer que nos quedásemos sin recursos energéticos. Recientemente, lo más claro que hemos podido vivir ha sido la “Gripe A” que finalmente quedó en un resfriado común; la nube de ceniza volcánica que parece sacado de una película de ciencia ficción que habríamos catalogado de “fantasmada”; y, por último, se está hablando de la desintegración de la Unión Europea. Este tema se trata con una ligereza pasmosa, como si los 27 Estados miembro fueran a quebrar de la noche a la mañana y nadie se hubiera percatado hasta hace un par de meses de la mala situación en la que estaban.

En enero de 2010, el 95% de los bancos que analizaba la divisa estadounidense esperaba que el dólar se siguiera depreciando por el terrible déficit y endeudamiento americano, y ahora todos esperan que se siga apreciando por la mala situación de Europa. ¿Cambian de verdad tan rápido las cosas, o cambia nuestra percepción?

Es como cuando se compara nuestro país con Grecia. Aquí se han hecho cosas muy mal y ahora hay que remar a contracorriente para intentar solucionarlas; pero poner al mismo nivel a los dos países sólo lo puede hacer alguien que hable con ligereza, que no se haya molestado en mirar los  números o que lo haga de manera parcial e interesada. El principal problema de Grecia fue el fraude, ya que publicó unas cifras de déficit muy lejanas a la realidad, lo que dilapidó la confianza internacional. A día de hoy, eso no es algo imaginable en nuestro país, (aunque no esté exento de problemas y  habrá que apretarse el cinturón para salir de una difícil situación, lo que por otra parte ha hecho en más ocasiones).

El gran problema actual a nivel internacional es el miedo. Muchos inversores vienen de perder el 50% de la parte de sus ahorros invertida en renta variable en el año 2008. Ésta es la historia reciente, grabada en la retina de la gente, que cada vez es más desconfiada. Pero tampoco debemos olvidar que caídas como las de aquel año ocurren  una vez cada 50 ó 100 años, y sería ridículo gestionar a partir de ahora como si fuera a ocurrir todos y cada uno de los ejercicios.

Pocos imaginaban que en marzo del año pasado el sentimiento se daría la vuelta de forma tan radical. Fue quizá en el peor momento de la crisis, ya que tras un desastroso 2008, los 3 primeros meses de 2009 se saldaban con pérdidas en las bolsas mundiales (sin distinción) cercanas al 20%. No hace falta recordar las tremendas subidas con las que se finalizó el año.

Otro ejemplo claro fue mayo de 2006. Las cosas no se podían ver peor: El dólar se hundía, la gente hablaba de que la inflación se volvía incontrolable y el petróleo no dejaba de subir. Se enfriaba el mercado inmobiliario americano, se temía por la quiebra de General Motors, Irán amenazaba con armas nucleares, no se tenía confianza en el nuevo presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, (que acababa de volver a subir los tipos al 5%) e incluso algunos hablaban del fin de la moneda estadounidense como referencia mundial. En 15 días las bolsas perdieron entre un -6% y un -20%, cifras que se recuperaron con creces en los meses posteriores para cerrar finalmente un gran año bursátil.

El sentimiento del inversor es soberano, y cambia cuando uno menos se lo espera, dentro de un entorno razonablemente normal. Esto es muy difícil de anticipar, porque nubes en el horizonte las va a haber siempre.

El inversor ahora está claramente a la defensiva. Es algo que tenemos que seguir de cerca, porque es lo que a corto/medio plazo mueve los mercados. Pero yo, por si acaso, recomiendo mirar la publicación de los datos macroeconómicos, los resultados de las compañías y sus valoraciones, que de momento son positivos e invitan al optimismo. Estos datos son, en mi opinión, los  que podrán darnos señales si queremos ganar dinero a largo plazo, único horizonte “relativamente” controlable a la hora de invertir. El corto plazo, se lo dejaría a los “gurús” y adivinos. Porque la actitud o “sentimiento” del inversor cambiará cuando menos lo esperemos. Como siempre.

Ivan Dolz de Espejo, director de Family Office de GBS Finanzas

Uno de los principales motivos que mueven los mercados financieros es la actitud o “sentimiento “de los inversores. Y es que, en el horizonte, siempre existen riesgos latentes que pueden afectarnos de una u otra manera según nuestro estado de ánimo. Esto se está llevando al extremo por la globalización, que hace que algo que ocurra en cualquier parte del mundo se sienta muy cerca, estemos donde estemos.