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¿Pero agosto no era un mes malo para estar en bolsa?
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Vicente Varó

No Brain, No Gain

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¿Pero agosto no era un mes malo para estar en bolsa?

Los adivinos de los mercados que tienen un calendario por bola de cristal andan confundidos. Habían predicho que agosto sería un mes muy malo para las

Los adivinos de los mercados que tienen un calendario por bola de cristal andan confundidos. Habían predicho que agosto sería un mes muy malo para las bolsas, amparándose en la estadística histórica. Decían que el bajo volumen del mes traería fuertes descensos a los mercados, como casi siempre ha sucedido en el último siglo. Auguraban un nuevo desastre para los índices. Pero se equivocaron.

No sólo porque las bolsas vayan a lograr subidas cercanas al 5%, salvo que vivamos un desastre en esta última sesión que hoy se celebra, sino por el conjunto de su planteamiento. Y no me refiero sólo a lo  absurdo de pensar que una hoja del calendario u otra resulta clave para que las empresas tengan un valor u otro. Esto es cierto, pero también es ventajista y oportunista por mi parte.

Voy más allá. Para mí el error radica en pensar que podemos comprender el mundo y, en concreto, el financiero, con una serie de estadísticas históricas aleatorias (donde además la muestra es escasa porque apenas tenemos un centenar de agostos con datos fiables).  No es culpa sólo de estos pitonisos. Los seres humanos somos así.

Ante la complejidad del mundo en el que vivimos intentamos crear atajos, necesitamos mapas para intentar movernos por ahí, cualquier tronco al que agarrarnos para no darnos cuenta de que estamos en la inmensidad del océano. Y nos gusta lo facilón: la tabla de salvación a la que menos nos cueste echarle el lazo, a esa nos aferramos. Esto es comprensible, y de hecho necesitamos esos mapas. Lo malo es olvidarse de que los mapas son sólo una imagen, una representación, y que la realidad es muy distinta.

“Vale -me dirás-, pero es verdad que tradicionalmente agosto ha sido un mes lamentable para los mercados. Y eso tiene que tener una explicación. Si siempre ha pasado así, ¿por qué no va a ocurrir los próximos años?” Y yo te responderé: “¿Y por qué sí? Lo sucedido en el pasado  puede haber sido una simple curiosidad histórica. O no”. Te diré: “Asúmelo, no lo podemos saber”.

Pero parece que eso no lo soportamos. Tenemos dependencia de lo que Nassim Taleb llama “falacia narrativa”, intentamos explicar todo lo que ha ocurrido a posteriori, somos capaces de encontrar las razones a los hechos cuando estos ya han sucedido, pero no antes, y eso nos hace incapaces de predecir el futuro. A mí también me ocurre. Y, de hecho, he escrito muchos artículos fijándome en este tipo de casualidades. Pero poco a poco me ido dando cuenta de ello. Y de los daños que nos genera esta falacia narrativa.

La economía mundial se ha estabilizado

Nos hace incapaces de darnos cuenta, por ejemplo, de que este agosto que ahora acaba era un agosto excepcional, distinto a todos los otros agostos de la historia de los mercados financieros. Que estamos en un periodo extraordinario e histórico, que hace sólo unos meses vivimos una volatilidad en los mercados que los expertos no esperaban en varios universos.

Nos hace incapaces también de darnos cuenta de que en este agosto y en los meses precedentes la economía mundial se ha estabilizado e incluso parece dar muestras de estar recuperándose. Digo la mundial, no la española, que ahora sufrirá más aún con la irresponsable y equivocada subida de impuestos a las rentas altas, las únicas que mantienen con respiración el consumo (Gobierno: “No te pido que las pares todas, pero por lo menos no te metas en propia las que vayan para fuera”).

Muchos de los que dijeron que había que meterse en las madrigueras en agosto dicen ahora que la subida de las bolsas no tiene sentido,que la situación no ha mejorado para que los índices suban tanto, que este comportamiento es irracional. Yo creo que esta reflexión está viciada precisamente por eso: porque es consecuencia de otro pensamiento irracional: creer que podemos comprender la compleja realidad financiera con una simple regla de calendario.

Los adivinos de los mercados que tienen un calendario por bola de cristal andan confundidos. Habían predicho que agosto sería un mes muy malo para las bolsas, amparándose en la estadística histórica. Decían que el bajo volumen del mes traería fuertes descensos a los mercados, como casi siempre ha sucedido en el último siglo. Auguraban un nuevo desastre para los índices. Pero se equivocaron.

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