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El Don Quijote francés y los gigantes de la banca
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Vicente Varó

No Brain, No Gain

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El Don Quijote francés y los gigantes de la banca

“En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y, así como don Quijote los vio, dijo a su escudero: (…)

“En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y, así como don Quijote los vio, dijo a su escudero: (…) ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas”.

No era en los campos abiertos de Castilla, sino en una rueda de prensa en el lujoso hotel Ritz de Madrid. Y tampoco era un noble hidalgo de la mancha, sino un caballero francés,  Edouard Carmignac, quien osó desafiar públicamente a los dos mayores bancos del país.

Lo hizo después de que la salida de BBVA de sus fondos estuviera rodeada de todo tipo de rumores, perversamente difundidos según ellos, y de que Banif, por puro miedo después de sus últimas experiencias con Meinls, Lehmans y demás, entre otros, también liquidara las posiciones de sus clientes en la gestora gala.

Carmignac se lanzó a por ellos blandiendo como lanzas fuertes acusaciones:

      - “Nos sorprende la falta de profesionalidad de algunas entidades españolas de selección de fondos”

      -"Es importante decir basta. La actitud de los grandes bancos españoles (con las inversiones de sus clientes) es prehistórica"

      - “Estamos en un caso de elefantes en la cacharrería”

      -"Tenemos argumentos para emprender acciones legales (contra BBVA), pero no estamos aquí para sacar piojos los unos de los otros"

Entonces yo, que asistí a la rueda de prensa, le pregunté si temía quedarse sólo en sus críticas a la manera en la que seleccionan inversiones para sus clientes BBVA o Santander. Y ahí salió la mezcla más extraña jamás contada: “Somos un quijote francés. Si Carmignac ayuda a esto (a mejorar la cultura de la selección de fondos en España), estaré feliz de haber perdido unos pocos de activos”.

En realidad, lo que Carmignac dijo ante los micrófonos lo he escuchado yo decenas y decenas de veces, pero siempre precedido de frases como “Esto no te lo he dicho yo” o “No pongas esto en el periódico”. Incluso he oído estas críticas en petit comité desde dentro de algunas de las gestoras que pertenecen a los bancos que el gestor galo critica, hartas de que sus fondos se queden guardados en el cajón mientras el producto de campaña que la entidad quiere colocar se vende como rosquillas.

Ellos no se atrevieron ni lo harán, Carmignac sí. Claro, que es más fácil hacerlo cuando has sido la gestora que más ha crecido en Europa, llegando a los 30.000 millones de dólares en activos bajo gestión, en un año en el que el negocio sigue siendo muy duro para la mayoría de fábricas de fondos de inversión.

Lo cierto es que Carmignac dijo verdades como puños en su comparecencia ante los medios: sobre todo, que los departamentos de selección de fondos pueden mejorar sensiblemente y que la política de arquitectura abierta (vender fondos de terceros) es la mejor para ofrecer a los clientes los productos que mejor se adaptan a sus necesidades.

Y, sobre todo, que el negocio debe cambiar y va a cambiar. Primero, porque la crisis ha dejado claro quiénes asesoran bien y quiénes no, qué fondos han sido mejores y cuáles peores; segundo, porque cada vez más inversores, aunque de momento sólo los más sofisticados, saben lo que quieren y si no se lo dan se irán a otra entidad que sí lo ofrezca.

Y, tercero, porque los clientes descontentos ya no se sienten solos, sino que gracias al poder de las redes se conectan y amplifican su boca a boca negativo, como bien saben todas las entidades que ofrecieron estructurados de Lehman Brothers sin que sus clientes lo supieran o sin que fuera un producto idóneo para ellos.

Claro, BBVA y Banif pueden sacar el dinero de sus clientes de cualquier fondo cuándo y cómo lo consideren oportuno, pero en estos tiempos que corren no se puede generar desconfianza hacia otra empresa o gestora, si no has comprobado que realmente tiene algún problema. Airear sospechas sin comprobarlas ni siquiera llamar a la gestora para preguntar (una de las grandes quejas de Carmignac) puede hacer mucho daño no sólo a la entidad, sino a los partícipes de sus fondos.

Todavía no sabemos cómo le irá al Quijote francés tras su ataque contra los bancos, si acabará dolido, maltrecho y rodando por los suelos, o si conseguirá reforzar los lazos de amor con su dulcinea particular: las entidades que han permanecido fieles a sus fondos cuando las dudas arreciaban.

“Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla”.

“En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y, así como don Quijote los vio, dijo a su escudero: (…) ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas”.