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Argentina, ¿milagro o fraude?
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Kike Vázquez

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Argentina, ¿milagro o fraude?

Existe un país que últimamente sale a la palestra en multitud de tertulias económicas: Argentina, o La Argentina para los amigos. Dicen influyentes economistas como P.

Existe un país que últimamente sale a la palestra en multitud de tertulias económicas: Argentina, o La Argentina para los amigos. Dicen influyentes economistas como P. Krugman o J. Stiglitz que hay vida después de la muerte y que “de las quiebras soberanas se sale”, comentarios en clara alusión a Grecia y su incierto futuro. Estoy de acuerdo, los problemas soberanos con voluntad se solucionan, no obstante no sé si el país que nos ocupa es el mejor ejemplo para ello. En el presente artículo trataré de contextualizar la coyuntura “ché” así como juzgar si estamos ante el mejor espejo para la Europa periférica.

 

Tras la crisis del corralito, Argentina pudo reducir su deuda externa sustancialmente, tanto que hoy por hoy y por increíble que parezca estamos ante un país con una posición internacional acreedora. Sí, han leído bien, ¡Argentina es acreedora y no deudora! Pueden comprobarlo en la siguiente gráfica. La baja deuda unida a una significativa devaluación del peso sentó las bases de la competitividad y consiguió que la década 2000-2010 haya terminado siendo notoriamente satisfactoria en resultados macroeconómicos.

 

 

Simplemente por dar algunos datos, pasaron de caídas de doble dígito en el PIB a crecer al 8% hasta que la crisis internacional hizo aparición. Recuperaron su mejor nivel de renta per cápita y lo superaron, así como la renta disponible de la población. El desempleo pasó del 20% a ser inferior al 8% y consiguieron reducir la deuda pública del 165% del PIB en 2002 al 50% actual (“haircut” mediante, pero no solo por eso, también fruto de la coyuntura económica). Por último, convirtieron un déficit de cuenta corriente claramente negativo en un superávit claramente positivo, de ahí que ahora sean acreedores internacionales. Cifras propias de un país realmente pujante, ¡visto así se entienden los elogios de los premios Nobel!

 

Quizá la siguiente gráfica de NOMURA sintetice muy bien lo ocurrido. He aquí el PIB per cápita a lo largo de la década, si partiésemos del punto más bajo, en los próximos meses se calcula que estarían a punto de doblarlo, además su PIB en términos reales haría lo propio. No solo eso, la desigualdad se ha reducido al igual que la pobreza, véase este informe del CEPR. ¿Quién podría estar en contra de algo así?

 

 

La pregunta tras ver todo esto parece bastante obvia, ¿cómo es posible pasar del default y el ostracismo internacional al virtuosismo económico? O hablando más claramente, ¿cuál es el “modelo de negocio” detrás de estos datos? Un elemento clave es sin duda su balanza comercial, la devaluación del peso convirtió a un país que cada año que pasaba se endeudaba más con el exterior en otro que exporta y que aprovechó muy bien la pujanza internacional de la última década para beneficiarse de ello.

 

He aquí la balanza comercial, y el significativo cambio realizado que pueden ver en la siguiente imagen.  Además aquí pueden comprobar la composición de dicha balanza comercial, en donde predominan los productos primarios y las manufacturas relacionadas con los mismos. La soja por ejemplo ocupa en sus diferentes variantes un lugar destacado. Si bien en estas cuestiones no se puede simplificar, teniendo en cuenta el comportamiento en los precios de las “soft commodities” en los últimos años, parece lógico ver un comportamiento positivo en la balanza como así ha sido.

 

 

Primer problema, Argentina tiene algo que exportar, al igual que tenían muchos de los “tigres asiáticos” que en su momento sufrieron problemas o Irlanda. Pero Grecia, ¿qué exporta Grecia? ¿Qué industria tiene? Y he aquí el primer problema de la Eurozona, hay reconversiones industriales porque “ahora somos uno” y luego se generan desequilibrios insalvables a los que no se puede hacer frente “porque no somos uno”. Esta es una cuestión crucial para poder comparar a Grecia con cualquier otro suceso pasado, y provoca que, en parte, estemos ante una situación “nueva” o al menos especialmente compleja dado el alto componente político.

 

No obstante el milagro argentino no se debe a su sector exterior, tampoco a la inversión, el principal responsable detrás de estas explosivas cifras macroeconómicas tiene nombre y se llama consumo. Sí, Argentina vive ahora mismo su particular época dorada con el consumismo, y ese es el factor decisivo para explicar las fantásticas cifras existentes. Mientras en casi todos los países del mundo las rentas del trabajo caen en favor de las rentas empresariales o las del capital, el proceso aquí es absolutamente el contrario, vean y juzguen (pág 30).

 

 

¿Por qué ocurre esto? Seguramente, a pesar de hablar de consumo privado, la mano del Estado tenga mucho que ver. En los últimos años el gasto público ha pasado del 30% sobre PIB de 2003 al 39% sobre PIB calculado para este año, este aumento se ha dedicado a políticas sociales según algunas fuentes o a ganar votos y favorecer amigos según otras. Situándonos en un término medio podemos decir que se está dando una redistribución, ya que los ingresos evolucionan en paralelo con los gastos, que favorece a quienes tienen una mayor propensión marginal al consumo. Si bien para algunos esto es un éxito por la reducción de pobreza experimentada, para otros el hecho de que media Argentina mantenga a la otra media no puede acabar bien.

 

 

Argentina reinventa la rueda

 

Lo siento Sra. Kirchner pero aquí se acaban las palabras bonitas. ¿Por qué? El PIB sube, se exporta, la gente aparentemente tiene más dinero en sus bolsillos y la pobreza se reduce, ¿qué puede haber de malo en ello? ¡Si incluso dos premios Nobel bendicen el sistema! Siendo así seguramente sea yo el equivocado, pero déjenme enseñarles una cosa. Según el último boletín monetario del Banco Central el agregado M3 está creciendo a un 31.9% interanual, el M2 al 28.8%. PREGUNTA: Si la economía crece a menos de un 10%, ¿a dónde va el resto? ¡Inflación!

 

Aquí empieza una agria y larga polémica. Según la metodología secreta del INDEC, servicio de estadística estatal, la inflación se sitúa en torno al 10% de forma estable no suponiendo un problema, según TODAS las mediciones independientes la cifra estaría entre el 20 y el 30%. Hay que decir, eso sí, que éstas últimas ahora ya no son tan unánimes como antes, desde que el gobierno empezó a multar a los analistas que diesen datos distintos a los oficiales con 125.000 dólares la polémica se ha reducido. De similar forma acabaron con las diferencias en el propio INDEC cuando despidieron a todos aquellos que no estaban de acuerdo con lo que se publicaba…

 

 

¿Y por qué es tan importante este dato? Porque verán, la inflación es la rueda que hace girar la economía argentina. Con unos aumentos deliberados tan altos de la masa monetaria se consigue sobrecalentar el PIB pero también inflación. Esto no es malo para el gobierno ya que así aumenta la recaudación y su particular redistribución, por otra parte la gente de la calle no tiene más remedio que gastar cuanto antes mejor, ¡cada día el dinero vale menos! El resultado es un “boom” económico.

 

El sistema puede funcionar hasta que la inflación se descontrola absolutamente, ¿lo podrán evitar? Hay síntomas graves de que algo nada bueno está pasando ahora mismo. Por ejemplo su cuenta corriente está en niveles negativos por primera vez en una década, señal de que el país ya no es lo suficientemente competitivo (y la caída en el precio de las materias primas lo puede acentuar). Algo lógico teniendo en cuenta que tienen un tipo de cambio fijado al dólar pero su inflación está por las nubes. GRAN PROBLEMA.

 

Si devalúan para ser más competitivos la inflación, alta de por sí, puede dispararse. Además la deuda de las empresas, normalmente en divisa extranjera, podría dar muchos sustos; simplemente imagínese que la deuda de su hipoteca aumenta de un día para otro un 20%. (Quiero pensar que dados los antecedentes, la mayoría de los empresarios se habrán cubierto contra dichos riesgos y por eso el impacto no será lo que podría ser). Si por la contra no hay devaluación la situación se irá deteriorando progresivamente.

 

Entonces, ¿realizamos reformas estructurales a ver si dan su fruto antes de que todo se desmorone? Pues tampoco, en las últimas semanas ya han saltado las alarmas, ante la gran cantidad de fuga de capitales que se está produciendo, el gobierno de Cristina Kirchner ha empezado a tomar todo tipo de medidas para impedirlo: obligación de repatriar beneficios, imposibilidad de conseguir dólares, etc. Estamos ante una población que sabe más de economía que cualquiera que se haya pasado 5 años en una facultad, y ante la más que probable devaluación del peso con respecto al dólar, todo el mundo se ha lanzado a comprar dólares o a llevarse sus ahorros a otro lugar. Otra opción es que simplemente vean que esto acabará mal...

 

 

Se cree que en 2011 la fuga rondará los 23 mil millones de dólares, cifras récord y realmente preocupantes. Así que si quieren mantener el tipo estable van a tener que intervenir. PROBLEMA (más, sí): se desconocen las verdaderas reservas del Banco Central. Y es que si bien según cifras oficiales rondan los 50 mil millones de dólares, si tenemos en cuenta que esa cantidad sirve para pagar deuda pública y que dicha cifra está adulterada con préstamos a corto plazo pedidos a otros Bancos Centrales para aumentar los números, las cuentas ya no son tan claras.

 

Es por ello que se especula que la República tendrá que volver a los mercados de capitales internacionales para endeudarse y así poder seguir tomando las decisiones equivocadas que deseen mientras el dinero dura. Algo negado por las autoridades y que será complicado teniendo en cuenta la relación que tienen con el FMI y el “establishment” internacional. No obstante hace pocos días alguien mandó el siguiente documento a la SEC estadounidense, “FORM 18-K, For Foreign Governments and Political Subdivisions, There of ANNUAL REPORT of THE REPUBLIC OF ARGENTINA” lo que hace sospechar que por ahí pueden ir los tiros. Lo que ocurre aquí no es que falte el dinero, es que falla el “modelo de negocio” y mientras no se cambie el destino siempre será incierto. Han hecho cosas bien, se han ganado los aplausos de dos Nobel, pero a mí esto no me tiene buena pinta.

Existe un país que últimamente sale a la palestra en multitud de tertulias económicas: Argentina, o La Argentina para los amigos. Dicen influyentes economistas como P. Krugman o J. Stiglitz que hay vida después de la muerte y que “de las quiebras soberanas se sale”, comentarios en clara alusión a Grecia y su incierto futuro. Estoy de acuerdo, los problemas soberanos con voluntad se solucionan, no obstante no sé si el país que nos ocupa es el mejor ejemplo para ello. En el presente artículo trataré de contextualizar la coyuntura “ché” así como juzgar si estamos ante el mejor espejo para la Europa periférica.