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Las manos que mecen la cuna crecen en el MIT
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Kike Vázquez

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Las manos que mecen la cuna crecen en el MIT

En el año 2010 un documental, Inside Job, removía conciencias mostrando numerosos comportamientos de dudosa ética que habrían contribuido a la crisis financiera. No solo mencionaba

En el año 2010 un documental, Inside Job, removía conciencias mostrando numerosos comportamientos de dudosa ética que habrían contribuido a la crisis financiera. No solo mencionaba las prácticas de Wall Street y sus complejos tejemanejes financieros, quizá lo que más sorprendió fueron los fuertes nexos existentes entre la industria financiera y las facultades de economía más poderosas del momento; pagos por informes favorables, comisiones de consultoría, y un largo etcétera de movimientos en efectivo que engordaría sustanciosamente la nómina de quienes posteriormente darían crédito económico a ciertas prácticas. ¿Conflictos de interés?

 

Las nubes empezaron a encapotar el cielo, y más dudas empezaron a surgir, ¿hasta qué punto debemos creer las recomendaciones de quien recibe dinero por explicarlas? ¿Hasta qué punto se está condicionando el pensamiento económico actual por las aportaciones que ciertas teorías reciben y otras no? Una pregunta de difícil respuesta, una pregunta que pulsa el botón correcto para hacernos pensar pero que esquiva otra de igual importancia. ¿Dónde se genera el pensamiento económico actual? Y es que el “pensamiento mainstream” dista mucho de ser algo creado espontáneamente, por la contra, está minuciosamente engendrado por unos pocos.

 

Es aquí donde el MIT hace aparición, no por las comisiones cobradas como algunas de sus facultades vecinas, sino por ser la cuna del pensamiento económico actual, por ser el punto de origen del “nuevo keynesianismo” y de la respuesta que estamos viendo ante la crisis financiera por parte de algunos Bancos Centrales. Todo se remonta a las décadas de los 70 – 80 cuando en el Massachusetts Institute of Technology confluyó una generación de economistas que cambiarían el mundo para siempre, ¿sus nombres? Stanley Fischer, Ben Bernanke, Mervyn King o Mario Draghi.

 

“Stan” Fischer, Gobernador del Banco de Israel, se doctoró en el MIT en 1969 ejerciendo como profesor posteriormente e influyendo notablemente en nombres como Draghi o Bernanke, a quienes apoyó en su tesis doctoral. Draghi se doctoraría en 1977, Bernanke en el 1979, posteriormente este último compartiría despacho con Mervyn King, Gobernador del Banco de Inglaterra. Otros nombres de dicha generación incluyen a Kenneth Rogoff doctorado en el año 1980, Greg Mankiw PhD en 1984, Paul Krugman PhD en 1977 u Olivier Blanchard, economista jefe del FMI y PhD en 1977. Si existe una generación de economistas influyentes en nuestros días esa es la del MIT de 1970 y 1980.

 

Click para acceder a gráfica en BusinessWeek.

 

Pero lo más curioso de esta historia no es que haya confluido una generación de brillantes economistas en una facultad, ni siquiera que muchos de esos nombres controlen hoy los mayores Bancos Centrales del mundo y por tanto la política monetaria del planeta, lo más curioso es que, según publica el Wall Street Journal (“Inside the Risky Bets of Central Banks” 12-Dec-2012)  se estarían produciendo reuniones cada 2 meses en la sede del BIS en Suiza en las que se decidirían los futuros movimientos a seguir en la política monetaria mundial. Reuniones sin taquígrafos, sin minutas, sin publicidad ni empleados de servicio, acaparadas por la generación del MIT de 1970 y 1980.

 

Lo que hace años eran hipótesis y trabajo académico teórico sin un retrato claro en la realidad, hoy se convierte en las acciones que determinarán el futuro de nuestra economía mundial. “We do God’s work, que diría Lloyd Blankfeind, o como dice Kenneth Rogoff “Ellos (por los Bancos Centrales) están corriendo riesgos porque estamos ante una estrategia experimental”. En otras palabras, ¿sabemos a dónde vamos? No, no lo sabemos, solo sabemos que la apuesta ya ha sido realizada. Si los chicos del MIT tienen razón habremos evitado un nuevo 1929 pero, si no la tienen, las “consecuencias no deseadas” podrían ser desconocidas para la población actual.

 

¿Qué son “consecuencias no deseadas”? Además de la inflación futura, lo más temido es que el mantener la política monetaria de forma demasiado laxa por demasiado tiempo pueda ocasionar una burbuja mayor a la actual, con unas consecuencias destructivas que podrían ser incluso más graves que lo que se trataba de evitar. Este miedo puede reflejarse por medio de la siguiente gráfica de Societe Generale, donde podemos observar que las burbujas de las últimas décadas suelen corresponderse con períodos precedidos por una política laxa según el indicador usado por el Banco de Inversión. Pues bien, la actual discrepancia según dicho indicador sería la mayor existente nunca.

 

 

Otro miedo existente es que la política laxa se convierta en una excusa para no aplicar las reformas estructurales necesarias, en este sentido viene manifestándose el BIS desde hace tiempo. La política monetaria es necesaria y puede actuar como un sedante que nos ayude a combatir mejor la enfermedad, lo que no puede es sustituir a la verdadera cura que son los cambios en la economía real. De hecho podría ocurrir que quemásemos nuestras armas monetarias sin curar la enfermedad, y luego nos quedásemos sin munición y sin margen de maniobra ante la virulencia de los acontecimientos.

 

Sobre este particular resultan especialmente preocupantes las palabras del Ray Dalio, quien otrora calificara la economía norteamericana como “beautiful deleveraging”, diciendo ahora que “Effects of QE diminishing as we do more rounds. We're facing austerity and growth is flagging. This is an unprecedented risk the economy is facing: a slowdown with very little room to maneuver.Los efectos monetarios son cada vez menores y el crecimiento es débil, nos encontramos ante un riesgo sin precedentes, un frenazo con muy poco margen de maniobra. Recordemos que Dalio gestiona el mayor hedge fund del mundo, y es uno de los mejores economistas de la actualidad, por lo que sus palabras deben ser una gran llamada de atención.

 

No sabemos cómo puede acabar todo esto, como tampoco sabemos qué pasa con el oro de los Bancos Centrales o si estas reuniones bimensuales podrían servir, además de para planificar la política monetaria y coordinar nuevos estímulos, para otras cuestiones como podría ser establecer algún tipo de fluctuación sucia entre las principales divisas del mundo, explicándose así extraños comportamientos que los fundamentales no explican. En definitiva, sabemos muy poco de lo que rodea la política monetaria actual, tan solo que dependemos de esos chicos del MIT de la generación del 70. Ellos son la mano que mece la cuna de la economía moderna. 

En el año 2010 un documental, Inside Job, removía conciencias mostrando numerosos comportamientos de dudosa ética que habrían contribuido a la crisis financiera. No solo mencionaba las prácticas de Wall Street y sus complejos tejemanejes financieros, quizá lo que más sorprendió fueron los fuertes nexos existentes entre la industria financiera y las facultades de economía más poderosas del momento; pagos por informes favorables, comisiones de consultoría, y un largo etcétera de movimientos en efectivo que engordaría sustanciosamente la nómina de quienes posteriormente darían crédito económico a ciertas prácticas. ¿Conflictos de interés?