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Razones para ser un poco optimistas en 2013
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Kike Vázquez

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Razones para ser un poco optimistas en 2013

Hoy tengo la suerte de escribir en un día tan especial como es el 24 de diciembre, esta noche nos reuniremos con nuestras familias y allegados

Hoy tengo la suerte de escribir en un día tan especial como es el 24 de diciembre, esta noche nos reuniremos con nuestras familias y allegados para ponernos al día, unir lazos, y hacer un paréntesis con los problemas cotidianos. Desgraciadamente estas Navidades quizá las podríamos definir como las “Navidades de la capitulación”; los ciudadanos se han percatado tras una nueva recaída del PIB y la realidad de un rescate europeo, efectivo o tácito, de las verdaderas características de una crisis sistémica como la que vivimos y parecen perder toda esperanza. Es precisamente ahora cuando más falta hace la confianza y el optimismo de salir adelante, y es por ello que creo necesario repasar algunas cosas que quizá pasemos por alto.

 

La primera es que ESPAÑA ES SOLVENTE, ilíquida pero solvente. Habitualmente nos escandalizamos con cifras de deuda bruta estratosféricas, cifras que comparándolas con el PIB parecen mostrarnos totalmente quebrados, por lo que nuestra reacción es bajar la cabeza y resignarnos. Como podemos ver excelentemente representado en la siguiente imagen de Ignacio de la Torre, los balances de los agentes económicos en España tienen un patrimonio neto positivo. ¿El problema? Nuestra deuda neta con el exterior creció tan rápido en los últimos años que un día decidieron dejar de prestarnos, encontrándonos sin la liquidez suficiente para hacer frente a la carga deudora que nos correspondería.

 

 

¿Dejaríamos dinero a una empresa cuyo modelo de negocio se ha vuelto obsoleto? Los acreedores internacionales tampoco, y eso es precisamente lo que ocurrió con España; agotamos el modelo. Por ello  ahora toca hacer reformas y ajustes, necesitamos volver a ser competitivos y volver a ganarnos la confianza de quien busca algo tan sencillo como el retorno de su dinero. No lo hacemos por su bien, ¡lo hacemos por el nuestro! Y es que vivir en un país competitivo a quien más beneficia no es a los acreedores internacionales sino a los propios ciudadanos de dicho país, en este caso el nuestro.

 

Siendo solventes, si conseguimos volver a crear un modelo de negocio próspero, la liquidez volverá, y es entonces cuando la economía real empezará a notar sus efectos. ¿Cómo se mide ese “modelo de negocio” a nivel soberano? Podemos hacerlo observando la cuenta corriente pues representa en algún modo lo que generamos para devolver el dinero al exterior, al igual que una empresa genera cashflow para pagar sus deudas, España deberá generar superávit en la cuenta corriente para reducir su endeudamiento internacional neto.

 

 

Como podemos, ver los últimos datos de la cuenta corriente son positivos; desde los 499 millones de julio que ya vimos en su momento, hemos pasado a 1244 millones en agosto y a -370 millones en septiembre.  En otras palabras, los datos que tenemos hasta el momento nos dicen que España tendría superávit en cuenta corriente en un trimestre ¡por primera vez desde el año 1998! Y esto no se trata de un juicio de valor, no se trata de una subjetividad, se trata de un resultado, de una realidad, de euros contantes y sonantes que la economía española ha conseguido generar para repagar su deuda.

 

Desgraciadamente esto aun no es suficiente para reducir el desempleo, y esa es precisamente la principal preocupación de los españoles ahora mismo (algo que seguramente saldrá a relucir en la cena de esta noche). ¿Cuándo cambiará esta tendencia? NADIE lo sabe, nadie, ni siquiera nos ponemos de acuerdo en si saldremos de la presente recesión en 2014 o 2015 como para acertar con el desempleo. Pero lo que sí sabemos es la secuencia que seguiremos hasta recuperar el empleo. Tomen nota: 1.- Superávit en la cuenta corriente. 2.- Crecimiento del PIB. 3.- Reducción del desempleo. Observen la siguiente gráfica con los datos de Indonesia, Corea del Sur, Malasia y Tailandia durante la crisis asiática.

 

 

Si bien la crisis asiática tiene diferencias sustanciales con nuestra crisis, también tiene similitudes y sirve como ejemplo de un proceso bastante lógico.  En un principio el crecimiento se basa en un “modelo de negocio” dependiente del dinero exterior, cuando dicho dinero se acaba el PIB colapsa hasta que el país vuelve a generar una cuenta corriente positiva y por tanto generar capacidad para repagar dicho dinero exterior. Con un nuevo modelo el PIB vuelve a crecer, y de hacerlo en los niveles necesarios provocará una disminución en el desempleo. Ojalá el proceso fuese tan rápido en España como en Asia, algo que no ocurrirá, pero lo que debemos entender es que ¡el primer paso de la recuperación es la cuenta corriente!

 

Dicha tendencia en la cuenta corriente se está basando en unos bajos tipos de interés por parte del BCE, algo que favorece a los deudores frente a los acreedores y que proseguirá en 2013, a la determinación de Draghi para actuar si fuese necesario, bajando los spreads y por tanto el dinero que sale del país para pagar deuda, a unos ingresos por turismo récord y por supuesto al aclamado sector exterior. Algunos le llaman milagro y otros son escépticos al respecto, las cifras lo que dicen es que nuestras grandes empresas están entre las más competitivas del mundo y que el 93% de las exportaciones que realizamos es mediante el 10% de empresas exportadoras de mayor volumen (o bien el 67% por el 1%). Blanco y en botella.

 

Lo que vemos ahora no es un milagro, lo realmente milagroso, y lo que supondrá nuestra recuperación o no, será cuando las PYMES también lideren el cambio de modelo hacia el exterior. Exportar requiere entorno a 2 – 3 años de trabajo previo por lo que, teniendo en cuenta el retraso lógico por no ser conscientes de que esta crisis no iba a ser como las anteriores, será a partir de ahora cuando empecemos a ver los resultados del cambio, o no, de modelo. Existe un dato que da alas a la esperanza, y es que según BBVA Research la “complejidad” (entendida como dificultad para exportar un bien y diversidad productiva del país) de nuestras exportaciones está por encima de la media mundial, como también lo está la “conectividad” (entendida como la facilidad de saltar a otros sectores gracias al “know how”).

 

 

Así que no somos Alemania pero tampoco debemos resignarnos a la pobreza porque los datos dicen que valemos mucho más. Según BBVA Research,  “España cuenta con la ventaja de ser una de las economías con un sector exportador de los más diversificados del mundo tanto en lo que se refiere a la variedad  de los productos como al número de países a los que exporta” como así nos recordaba Carlos Sánchez en un artículo de este mes. Estamos consiguiendo ajustar nuestra cuenta corriente sin devaluar nuestra divisa, un hecho sin precedentes en nuestra historia y que debe hacernos sentir al menos un poco de optimismo.

 

Además, por primera vez en mucho tiempo, se nos están empezando a reconocer méritos internacionalmente: véase Morgan Stanley mencionándonos como una de las posibles sorpresas de 2013, véase a Bloomberg hablando de la “Spanish Revolution” en el sector manufacturero español gracias a la reforma laboral, o a FT Alphaville quien se pregunta si no seremos un peligro para Francia teniendo en cuenta nuestra emergente competitividad. Se está produciendo un punto de inflexión en las palabras que se usan con nuestro país, palabras que ciertamente pueden cambiar en el futuro, pero que hoy por hoy suenan como hacía años que no sonaban para referirse a nosotros.

 

Por primera vez en esta larga crisis se divisa una pequeña luz al final del túnel, túnel que seguramente no finalizará en 2013 (ni en 2014), pero que una vez que finalice nos enseñará una tierra mucho mejor de lo que era la anterior. Sé que no será consuelo para las miles de familias que se reúnan esta noche con alguna o varias personas en paro, sé que no será consuelo para quien no puede esperar tanto por una solución, pero al menos nos dará algo que nadie podrá quitarnos: la esperanza de un futuro mejor. Disfruten con sus familias, sean felices, nos vemos a la vuelta de Navidades. ¡Felices Fiestas!

Hoy tengo la suerte de escribir en un día tan especial como es el 24 de diciembre, esta noche nos reuniremos con nuestras familias y allegados para ponernos al día, unir lazos, y hacer un paréntesis con los problemas cotidianos. Desgraciadamente estas Navidades quizá las podríamos definir como las “Navidades de la capitulación”; los ciudadanos se han percatado tras una nueva recaída del PIB y la realidad de un rescate europeo, efectivo o tácito, de las verdaderas características de una crisis sistémica como la que vivimos y parecen perder toda esperanza. Es precisamente ahora cuando más falta hace la confianza y el optimismo de salir adelante, y es por ello que creo necesario repasar algunas cosas que quizá pasemos por alto.