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Podemos, pero… ¿cómo?
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Kike Vázquez

Perlas de Kike

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Podemos, pero… ¿cómo?

Existe la creciente sospecha en nuestra sociedad de que el sistema económico en el que estamos inmersos no es justo, de que los políticos, en lugar

Existe la creciente sospecha en nuestra sociedad de que el sistema económico en el que estamos inmersos no es justo, de que los políticos, en lugar de buscar el interés común, solo defienden el bolsillo de quien de verdad les paga, de que la ley no es igual para todos ni la suerte es tan aleatoria como parece. Existe la creciente sospecha en nuestra sociedad de que la corrupción no es la excepción sino la regla. De alguna forma esto se ve reflejado a nivel global en el auge de Piketty, o de forma más cercana en el auge de ‘Podemos’: una plataforma que, como diría Alberto Artero, “capitaliza las ganas colectivas de vomitar”.

¿Son ciertas las sospechas? Algo hay cuando los partidos tradicionales se ponen tan nerviosos, ladran luego cabalgamos que se suele decir, y algo hay cuando una plataforma ciudadana pasa de la nada al estrellato en tan poco tiempo. Cierto es que el ambiente de crisis y estancamiento propicia el cabreo y el auge de propuestas no tradicionales, como así ha sido a lo largo de toda la historia y no siempre con buenos resultados, pero no menos cierto es que esa misma crisis ha sacado a la luz numerosos comportamientos inaceptables, hasta el punto de que el término ‘casta’ se está generalizando en el vocabulario de la calle.

Parece claro que, en términos generales, nuestro sistema político necesita más trasparencia y más decencia. Asimismo creo que todo ciudadano de bien coincidirá en el deseo de eliminar la pobreza, de reducir el desempleo, de tener una buena sanidad, una buena educación, todos coincidiremos en que queremos un futuro mejor. El problema no es ese, el problema no es citar objetivos loables que casi todo el mundo apoyaría, el problema es cómo conseguir de forma real esos objetivos. Podemos, sí, el pueblo es soberano, pero… ¿cómo?

Y es aquí cuando el movimiento de ‘Podemos’, en mi opinión, se desinfla. España necesita urgentemente un partido que se infiltre en el sistema y que se centre en obligar a ofrecer más trasparencia a quien tenga el poder, que se centre en denunciar los escándalos, España necesita un partido que desmantele la ‘casta’ desde dentro a través del buen hacer. Estamos faltos de ética y compromiso. Por la contra, lo que no necesite España, y nuevamente vuelvo a decir que es mi opinión, es un partido con ideas rancias y trasnochadas, que ofrece un sueño a quien escucha, una utopía, sin tener ni idea de cómo conseguirla. O peor aún, sin ser consciente de que lo que se dice no conduciría a los resultados buscados.

La gran diferencia de Podemos con otras organizaciones de izquierdas no es su programa electoral: muchos partidos proponen expropiar viviendas, gravar a las grandes fortunas, no pagar la deuda o promueven el euroescepticismo. La gran diferencia de Podemos con los demás es que ha situado en el imaginario colectivo a la ‘casta’, no solo denunciando su existencia sino poniéndole cara, y es que en lugar de criticar a unos etéreos ‘poderosos’, como suele hacer una parte de la izquierda, ha repetido una y otra vez hechos concretos reprobables como las ‘puertas giratorias’ o la doble vara de medir de la justicia. Y no lo ha hecho como arma arrojadiza (véase el típico “y tú más” de la política), sino como algo que hay que solucionar, como un objetivo tácito de su programa.

Ese es, en mi opinión, el discurso que ha funcionado, frases como “la democracia no es un proceso que se da cada cuatro años, sino algo cotidiano”. España necesita más y mejor democracia. Sin embargo no podemos olvidar la otra cara de la moneda que son las propuestas concretas que el partido hace, especialmente las concernientes a la economía. Propuestas que en su mayoría no solo matarían a la ‘casta’ sino a todos nosotros porque, nuevamente en mi opinión, agravarían los problemas existentes.

Tal es el caso de la rigidez laboral, el impago de la deuda, el usar al BCE e intervenir en la banca con fines políticos, la recuperación de los “sectores estratégicos” (telecomunicaciones, energía, alimentación, transporte, sanitario, farmacéutico y educativo), la infinanciable renta básica (véase por la contra el financiable impuesto negativo sobre la renta) o las trabas al libre comercio. ¿Si los gobiernos son tan malos, y el sistema económico tan nefasto, cómo es posible que nos hayan llevado al desarrollo existente? Creo que Podemos necesita ser mucho más constructivo en su análisis, ya que en caso contrario pinchará como un globo cuando la utopía no funcione para solucionar el mundo real.

Quizá se trate de una estrategia, y es que hacer propuestas imposibles da réditos electorales, así siempre hay algo que exigir, siempre hay una diferenciación que justifica el voto. No lo sé. Aunque sea una estrategia o sea una creencia, lo que es indudable es que los votos están ahí, y por tanto merecen cierto reconocimiento. Además, sin darse cuenta, y sin pretenderlo ni desearlo, han descubierto una nueva categoría electoral más allá de la izquierda o la derecha, más allá del liberalismo o del socialismo: el buen gobierno.

Habitualmente todos los partidos nos dan su dosis de ideología, algunos quieren acabar con el Estado, otros hacerlo crecer todo lo posible, unos confían en lo público, otros en lo privado… Tengo la intuición de que algún día se descubrirá que, salvo extremos, lo importante no es tanto la ideología como el buen hacer, que no importa tanto gastar mucho o poco como gastar bien. Sin duda esta idea no es muy acorde a Podemos, ya que va en contra de su programa electoral, pero sin embargo su voluntad de trasparencia conduce en esa dirección, y esperemos que finalmente sea lo que obtengamos. Sí, podemos, pero no con ideas rancias, sino con mejor administración.

Existe la creciente sospecha en nuestra sociedad de que el sistema económico en el que estamos inmersos no es justo, de que los políticos, en lugar de buscar el interés común, solo defienden el bolsillo de quien de verdad les paga, de que la ley no es igual para todos ni la suerte es tan aleatoria como parece. Existe la creciente sospecha en nuestra sociedad de que la corrupción no es la excepción sino la regla. De alguna forma esto se ve reflejado a nivel global en el auge de Piketty, o de forma más cercana en el auge de ‘Podemos’: una plataforma que, como diría Alberto Artero, “capitaliza las ganas colectivas de vomitar”.

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