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España, ¿recuperación o estancamiento?
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Kike Vázquez

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España, ¿recuperación o estancamiento?

Si hay un debate que preocupa y polariza el español medio, ese es: ¿está España recuperándose realmente o solo estamos viviendo un pequeño repunte coyuntural dentro

Si hay un debate que preocupa y polariza al español medio, ese es: ¿está España recuperándose realmente o solo estamos viviendo un pequeño repunte coyuntural dentro de un largo estancamiento? Tan importante es esta cuestión que en la actualidad está acaparando poco a poco la totalidad del discurso político. Por una parte el Partido Popular fía su suerte a la solidez de la recuperación para que ésta determine su porvenir electoral, mientras el auge de Podemos ejemplifica no solo el desencanto con la corrupción sino también con la situación económica, acaparando a un electorado incrédulo con los datos positivos. Vamos más allá de los intereses y las preferencias, ¿está España recuperándose o no?

Para empezar he de decir que nadie puede tener una visión objetiva al respecto, puesto que cada cual dice lo que ve. Yo tampoco puedo, y por ello creo conveniente recordar que en los últimos meses, ya años, he sido partidario de la recuperación. Así en un primer momento me mostré optimista por el superávit en cuenta corriente (“El superávit en cuenta corriente ya está aquí” 1-10-2012), en un segundo momento me mostré optimista por la evolución de nuestro país (“Razones para ser un poco optimistas en 2013” - 24-12-2012) explicando cómo seguiríamos una secuencia de “1.- Superávit en la cuenta corriente. 2.- Crecimiento del PIB. 3.- Reducción del desempleo”, y por último, más recientemente, me mostré optimista por la consolidación de los datos y la vuelta de la confianza (“Razones para ser optimistas en 2014” 30-12-2013).

Yo no puedo ser totalmente objetivo por más que lo intente, pero los datos sí lo son, y creo que es obvio decir que, desde 2012 se ha producido una clara mejoría. El PIB crece a un ritmo interanual del 1,2% en el segundo trimestre, claramente por encima de la Eurozona; la prima de riesgo se acerca a niveles precrisis situándose en 127 puntos básicos; el desempleo comienza por primera vez a reducirse a la vez que aumentan los ocupados; y la renta per cápita y los salarios vuelven a crecer (véase las negociaciones de los convenios colectivos, o como la última moda es decir que bajar salarios es malo, OCDE dixit).

Existen argumentos para el optimismo, si bien, cierto es que podemos buscarle a cada uno de ellos el sesgo negativo. Por ejemplo hasta el momento la fortaleza de nuestro PIB se explica en gran parte por el auge exportador, pero en la actualidad éste se ha frenazo dando paso al auge de la demanda interna. Una demanda interna que no sabemos hasta dónde puede llegar teniendo en cuenta el enorme endeudamiento que soporta encima de sus hombros. La prima se ha reducido, sí, ¿pero en qué medida es fruto de factores internos o fruto de la 'burbuja' de bonos existente a nivel mundial? Y por último, el trabajo que se crea es principalmente precario y de corta duración, algo lógico ya este tipo de empleos son los primeros que se crean al salir de una crisis pero, ¿conseguiremos crear en algún momento algo tan necesario como es el trabajo de calidad?

Objetivamente los datos han mejorado, pero lo que está sujeto a opinión es si esos datos nos depararán un futuro más o menos próspero. Desde mi punto de vista la recuperación es real, las políticas llevadas a cabo han funcionado, aunque esta recuperación se parecerá a un estancamiento para gran parte de la población. ¿Por qué? Pues exactamente por el mismo análisis que hace dos años me llevaba a concluir que existían datos para el optimismo. Simple y llanamente porque España tiene un problema de competitividad como país, contando con una de las deudas externas netas más altas del mundo, y la forma de solucionarlo es con una cuenta corriente positiva o al menos no muy negativa, algo incompatible con una demanda interna boyante.

En general existen dos visiones para salir de la crisis: la austeridad y el estímulo. Los que promueven la austeridad no son conscientes de que, al reducirse el gasto público y por efecto de los multiplicadores fiscales, el PIB y la actividad caen en una proporción mayor, minorando gravemente los ingresos. Buscando una reducción del déficit conseguimos cavar un hoyo más hondo y sufrimiento injustificado. Por otra parte, quienes promueven los estímulos no son conscientes de que, al aumentar la demanda interna y ante la imposibilidad de una devaluación monetaria, incrementamos nuestro déficit con el exterior, aumentando así nuestra deuda externa neta. Buscando que la economía funcione conseguimos endeudarnos más con el exterior, y por tanto nuevamente un hoyo más hondo.

¿La solución? La tercera vía, la estrategia de Merkel. Aunque para muchos la Canciller es algo así como una adalid de la austeridad, lo cierto es que los déficits fiscales que mantenemos y el plazo con el que contamos para reducirlos a los criterios de Maastricht dicen lo contrario. La estrategia seguida es una que penaliza la demanda interna para favorecer el cambio de modelo a uno más exportador, pero que a su vez no exige una austeridad real, solo parcial, para evitar el 'círculo vicioso' de los multiplicadores fiscales. La visión de Merkel es una visión más pragmática y menos influenciada por los dogmas de las diversas escuelas económicas de lo que muchos creen. Merkel no teme la hiperinflación, teme, o temía, la quiebra de la periferia por la falta de reformas.

El problema de esta estrategia es requiere que la demanda interna sea débil (salvo que se produjese una hipotética unión fiscal en la Eurozona, en cuyo caso ladeudaexternanetanacional ya no tendría importancia, considerándose el dato agregado de la unión). Esto es, digamos adiós a los crecimientos del pasado, al menos de forma sostenida, porque el sector exterior no es lo suficientemente pujante para sustituir a la demanda interna. La economía, como todos sabemos, tiene ciclos, y por tanto habrá momentos mejores y peores, pero lo lógico es pensar que el crecimiento medio en estos próximos años no alcanzará niveles demasiado altos.

¿Recuperación o estancamiento? A mi juicio vivimos unarecuperación, ya que a pesar de existir numerosasvariables cuya mejora real es insuficiente, vamos caminando por una sendapositiva, tanto que hace tan solo un par de años era impensable. Apesar de que vivimos una recuperación lenta, con síntomas de estancamiento, la realidad es que los resultados alcanzados son notables. Existe además otro elemento que, como los anglosajones dicen es 'food for thought', y que quizá estemos pasando por alto cuando discutimos sobre el porvenir de nuestro país: Occidente en su conjunto tiene problemas.

En la gráfica podemos ver el crecimiento en la productividad de algunos países de la Eurozona, entre los cuales destaca positivamente España por cierto. Son solo una pequeña muestra pero podríamos ver datos de casi cualquier país desarrollado que mostrarían una tendencia muy similar. Surge una pregunta inmediata, si la productividad se estanca y si la población activa cae o se mantiene en el mejor de los casos, ¿cómo crecerá occidente?

Así, cuando le echamos la culpa a España de tener tantos defectos, ¿realmente es nuestra culpa o estamos ante una enfermedad global? No solo es la productividad o el envejecimiento poblacional, la semana pasada el Banco Mundial sacaba un informe donde afirma que existe una “crisis mundial de empleo”... y, ¿alguien mencionó la desigualdad? Cada país tiene sus particularidades, en unos se perciben más unos síntomas u otros, pero todos tenemos rasgos comunes. Y mucho me temo que, una vez que dejemos de pensar tanto en el corto plazo y en la crisis, nos daremos cuenta de ello. España se recupera, sí, pero ¿y el mundo? ¿está sano el mundo?

Si hay un debate que preocupa y polariza al español medio, ese es: ¿está España recuperándose realmente o solo estamos viviendo un pequeño repunte coyuntural dentro de un largo estancamiento? Tan importante es esta cuestión que en la actualidad está acaparando poco a poco la totalidad del discurso político. Por una parte el Partido Popular fía su suerte a la solidez de la recuperación para que ésta determine su porvenir electoral, mientras el auge de Podemos ejemplifica no solo el desencanto con la corrupción sino también con la situación económica, acaparando a un electorado incrédulo con los datos positivos. Vamos más allá de los intereses y las preferencias, ¿está España recuperándose o no?

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