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Escasez artificial, una teoría alternativa a la crisis global
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Kike Vázquez

Perlas de Kike

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Escasez artificial, una teoría alternativa a la crisis global

La economía no versa sobre dar lo máximo, sino sobre dar lo necesario. La economía versa sobre usar los recursos de la forma más eficiente posible,

La economía no versa sobre dar lo máximo, sino sobre dar lo necesario. La economía versa sobre usar los recursos de la forma más eficiente posible, pero no los de la naturaleza como tradicionalmente se cree, sino los propios. Si una empresa vendiese a sus clientes un producto imperecedero que satisfaciese todas sus necesidades probablemente quebraría, puesto que ningún cliente volvería a comprar: su necesidad ya estaría satisfecha. ¿Le interesa a una empresa crear 'el producto definitivo'? ¿Le interesa a una farmacéutica encontrar la solución final a una enfermedad que genera ingresos recurrentes? Esto ya no va sobre Adam Smith, Darwin es el nuevo profeta.

Poco a poco hemos llegado a la conclusión de que la 'obsolescencia programada' es una realidad, que los productos ya no se hacen para durar, que los 'smartphones' que nos venden no son los mejores posibles, sino solo lo suficientemente buenos para que los compremos y posteriormente nos sintamos tentados por una futura nueva funcionalidad. Esto significa romper con la visión tradicional de que las empresas deben satisfacer a sus clientes, para ponerse en primer lugar a sí mismas y a su propia supervivencia: su objetivo es el beneficio, no satisfacer necesidades. Y sí, habrá quien piense que satisfacer necesidades es la fórmula del beneficio, la visión tradicional así lo dice, puesto que eso es lo que buscan los clientes. Desgraciadamente existen multitud de ejemplos en el mundo actual donde ambas variables se desligan e incluso se contradicen, puesto que satisfacer las necesidades del cliente solo es una de las múltiples fórmulas que existen para conseguir beneficios.

Así, en la actualidad, casi un siglo después de la Gran Depresión y de las primeras prácticas de obsolescencia programada, podríamos estar viviendo algo similar. ¿De qué se trata? Pues de algo tan curioso como que algunas empresas podrían haber decidido, consciente o inconscientemente, dejar de invertir en la economía real para crear una escasez artificial, aumentando así su propio beneficio. Suena contraintuitivo, si una empresa quiere crecer y mejorar se supone que tiene que contratar personal, renovar su equipamiento, comprar inmuebles... o quizá después de un determinado punto, más inversión en la economía real deje de otorgar ventajas competitivas, y en su lugar la inversión comience a ser perjudicial. ¿Alguien dijo sobrecapacidad?

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Numerosas empresas han considerado más apropiado usar sus recursos en fusiones y adquisiciones, una práctica que quizá no mejore la eficiencia pero sí diminuye la competencia, o en el reparto de dividendos y el aumento de la autocartera, comprando así el beneplácito de los accionistas. Esto es, las empresas están dejando a un lado el conocido como CAPEX, ya que éste queda en un segundo plano en un mundo en lo que se busca es la escasez artificial, centrándose en eliminar rivales y tranquilizar a los accionistas. De hecho según el artículo de FT Alphaville en numerosas industrias podría existir un pacto para reducir la capacidad en términos que podríamos calificar de oligopolísticos. Si bien, ¿quién es capaz de demostrar que alguien no invierte para no incrementar la competencia o para no tirar el mercado? Los precios, por ejemplo, son algo visible, ¿pero las decisiones de inversión? De hecho, ¿es 'no invertir' algo punible?

Estas prácticas se limitarían a casos de estudio o a un interesante documental si no fuese porque podrían estar condicionando la macroeconomía actual, y es que la inversión productiva es la fuente del crecimiento. Sin inversión por parte de las empresas, ¿cómo crecemos? Hay una forma sí, que de hecho se viene aplicando en occidente en los últimos años, y es crecer gracias a la deuda. Esto es, en vez de endeudarnos para ser más productivos pues nos endeudamos para consumir, para comprar vivienda... provocando que progresivamente el aumento de la deuda obtenga retornos más y más pequeños, algo también conocido como disminución de la productividad marginal de la deuda. Endeudarse en algo que genera un retorno superior al coste es positivo, pero si no hay retorno... no, entonces no lo es.

Paralelamente a estos acuerdos oligopolísticos que condicionan la economía actual, obtenemos efectos secundarios. Por ejemplo, se ha promovido por parte de los diferentes gobiernos la 'financiarización' como respuesta a la imposibilidad de mejorar la economía real, creando así una crisis financiera y ladrillera (el peor tipo de crisis posible). Por otra parte, a menor inversión menores necesidades de empleo, las empresas no tienen nuevas vacantes ni necesitan operarios que construyan nuevos inmuebles. El PIB no repunta, y todo ello provoca un desempleo elevado o un empleo de peor calidad, como también un mayor poder de negociación por parte de las empresas. 

¿Cómo salimos de esta situación? La solución escogida parece ser pisar el acelerador hasta que la economía vuelva a repuntar. El problema es que si la 'no inversión' es algo consciente, entonces no obtendremos un repunte del CAPEX aunque se ofrezca dinero regalado. Por la contra dicho dinero barato se usará en otras fórmulas de obtener beneficios como restringir la competencia o remunerar al accionista. Es más, llegará un punto en el cual en lugar de repuntar la inversión repuntará el endeudamiento dedicado al consumo, a comprar vivienda... y todo tipo de deuda improductiva. O lo que es lo mismo, podría llegar antes la próxima burbuja que una sana recuperación. ¿A alguien le suena familiar? ¿Larry Summers?

Sé que esta teoría sonará a cuento chino para una gran parte de empresas que tratan de satisfacer al cliente como principal prioridad, y que estarían encantadas de poder expandirse si pudiesen. Si bien, también es cierto que hoy por hoy es más fácil crear sobrecapacidad que nunca porque nunca el dinero fue tan abundante, por lo que un pacto para no hacerlo tendría sentido. No sé si puede existir una restricción consciente a la inversión, o si quizá se trata de algo insconsciente, quizá sea del todo irreal... pero en cualquier caso vale la pena valorarlo. ¿Estamos ante la obsolescencia programada del siglo XXI? ¿Existe poca inversión o mucho ahorro? ¿O quizá simplemente los excesos de inversión del pasado justifican la austeridad del presente?

La economía no versa sobre dar lo máximo, sino sobre dar lo necesario. La economía versa sobre usar los recursos de la forma más eficiente posible, pero no los de la naturaleza como tradicionalmente se cree, sino los propios. Si una empresa vendiese a sus clientes un producto imperecedero que satisfaciese todas sus necesidades probablemente quebraría, puesto que ningún cliente volvería a comprar: su necesidad ya estaría satisfecha. ¿Le interesa a una empresa crear 'el producto definitivo'? ¿Le interesa a una farmacéutica encontrar la solución final a una enfermedad que genera ingresos recurrentes? Esto ya no va sobre Adam Smith, Darwin es el nuevo profeta.

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