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Colapso ruso, batalla global
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Kike Vázquez

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Colapso ruso, batalla global

El 17 de agosto de 1998 Rusia hizo default al ser incapaz de satisfacer sus deudas, ¿podría volver a ocurrir algo así? Los seguros de protección

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El 17 de agosto de 1998 Rusia hizo default al ser incapaz de satisfacer sus deudas; ¿podría volver a ocurrir algo así? Los seguros de protección de pagos soberanos, o CDS por sus siglas en inglés, hacen temer que así sea situándose puntualmente por encima de los 600 puntos a 5 años. La deuda pública a 10 años supera el 15% de rentabilidad en moneda local, y su yield curve está invertida. La bolsa ha cedido el lunes y el martes más de un 10% en cada sesión. El rublo, solo en lo que vamos de diciembre, ha llegado a caer más de un 30% (un 50% en 2014), y eso que el Central Bank of Russia ha subido los tipos al 17% siguiendo las ortodoxas recomendaciones de los libros de texto. Nada ha servido para alejar definitivamente el miedo. Existe el temor, cada vez más fundado, de que antes o después va a estallar una grave crisis de consecuencias inesperadas.

¿Por qué? La versión más extendida es que la caída vivida en los precios del petróleo, y en menor medida en otras materias primas, ha volatilizado la confianza existente en un país que se calcula necesita precios próximos a los 100 dólares por barril para cuadrar sus cuentas públicas. Cae su principal industria, caen los flujos inversores, cae el rublo. Los ciudadanos venden sus divisas, el banco central sube los tipos de interés… y de repente nos encontramos con un país cuyo PIB puede desplomarse el próximo año un 4,7% si los precios del petróleo se mantienen en torno a los 60 dólares por barril, o con un país cuyos tipos de interés son del 17%, inviables para la actividad empresarial o para conseguir que aquellos que se endeudaron con un tipo variable repaguen sus deudas. Si estas cifras se consolidan no se salva nadie; ni banca, ni industria, ni familias, ni por extensión el Gobierno.

La única esperanza es que el petróleo repunte, algo que parece improbable si atendemos a los orígenes del movimiento. Aparentemente, Arabia Saudí está repitiendo movimientos estratégicos ya realizados en el pasado, sirvan de precedente los años 1973 y 1985. En el año 1973 los saudíes aumentaron los precios, recortaron la producción y limitaron las exportaciones para presionar en el conflicto árabe-israelí que se estaba desatando. En 1985 bajaron los precios para frenar en lo posible el desarrollo de una nueva competencia proveniente del mar del Norte. Al igual que ocurrió en el pasado, en la actualidad Arabia Saudí estaría bajando los precios para evitar el desarrollo del fracking y para perjudicar a dos de sus vecinos, Rusia e Irán, cuya influencia se ha incrementado notoriamente en la zona en los últimos tiempos.

La situación es francamente compleja y no podemos más que hablar de suposiciones, pero parece claro que existe una gran división en el mundo musulmán entre chiitas y suníes, cuyas cabezas visibles son Irán y Arabia Saudí respectivamente. A pesar de que en Occidente solemos meter a todo el mundo en la misma cesta, existe un gran distanciamiento entre ambos movimientos, lo que suele provocar enfrentamientos reiterados. En esta contienda Rusia apoya a Irán, véase el conflicto en Siria o el anuncio de un acuerdo nuclear entre ambos países, justo cuando la república islámica había convencido a Occidente de sus limitadas aspiraciones atómicas.

Visto con perspectiva, el movimiento estratégico de Arabia Saudí más que lógico parece obligado: no pierde nada, frena el fracking y perjudica a dos de sus mayores amenazas a nivel mundial, quienes necesitan un precio del crudo alto para cuadrar sus cuentas. Si esta teoría es correcta, los precios del crudo se mantendrán bajos en el futuro.

Aunque, sean ellos los responsables de la caída del crudo o no (hay explicaciones para todos los gustos: frenazo global, aumento oferta, geopolítica estadounidense…), al final lo importante es que los movimientos en las materias primas han provocado un vuelco en la situación internacional. En el conflicto de Ucrania la mayor parte de los analistas otorgaban la victoria al Kremlin por el incierto impacto de las sanciones económicas impuestas, así como por lo tangible de los resultados obtenidos por los rusos: aumento de la popularidad del Gobierno de Putin, anexión de Crimea y aumento de la influencia en los territorios de la antigua URSS. Fue entonces cuando el petróleo empezó a caer y la aparentemente desorganizada estrategia occidental empezó a tener todo el sentido.

Rusia podría haber hecho frente a las sanciones económicas. A pesar del bloqueo podría pagar su deuda externa pública (73 mil millones exclusivamente del Gobierno o 377 mil millones incluyendo empresas públicas) con los casi 400 mil millones de dólares que dice poseer en reservas (361 mil millones sin oro y activos del FMI). De forma más ajustada también podría hacer frente a su deuda externa privada, ya que además de las reservas del banco central también contarían con el cash flow generado por la actividad petrolera y exportadora, (el montante total de deuda externa se estima en unos 700 mil millones de dólares, la mayor parte a largo plazo y en dólares).

Rusia incluso podría soportar una caída moderada del petróleo, puesto que exportan en dólares y sus costes son en rublos, por lo que con una devaluación de la divisa sobrevivirían (casualidad o no, rublo y petróleo han caído de forma similar, manteniéndose el precio del barril en rublos más o menos constante). Rusia podría haber hecho frente a muchas contingencias por separado, y es que sus finanzas están mucho mejor preparadas que en el año 1998, algo que los envalentonó, pero a lo que no puede hacer frente es a la tormenta perfecta.

Y es que si caen los ingresos en dólares, a la vez las compañías no pueden financiarse en los mercados, el rublo se desploma, suben tipos, si los inversores pierden toda confianza, si el país se enfrenta a una profunda recesión… Las compañías privadas, simplemente no resisten. Kaput. El problema de Rusia no es público como antaño; el problema de Rusia es privado, pues ni la industria energética ni la banca podrán aguantar si la situación se prolonga demasiado tiempo. En un primer momento esto puede ser interesante para Putin, pues será el único con acceso a la caja de los dólares para hacer frente a la deuda foránea, por lo que puede convertirse en amo y señor del país (si no lo es ya). Pero, en un segundo momento, corre el riesgo de verse sobrepasado y de que se produzca una reedición de 1998 por un colapso de la economía privada.

Putin lo sabe, por eso para anticiparnos a los acontecimientos no solo debemos observar posibles impagos en la deuda corporativa en dólares, también debemos extremar la atención ante cualquier hipotético cambio de actitud. En la actualidad su popularidad es bastante elevada y la situación, siendo mala, puede concentrar aún más el poder en sus manos. Por lo tanto, no parece que vaya a existir una solución rápida. Ahora bien, la recesión, el aumento de los tipos de interés, una inflación elevada, el desempleo… Numerosos factores pueden aumentar la crispación ciudadana a medida que se produzca un deterioro en la economía, algo que puede ser determinante para la resolución del conflicto. Lo que nunca sabremos es si la reacción de un animal acorralado será ceder o bien atacar a la desesperada, provocando efectos muy negativo para todos.

No solo existen multitud de compañías occidentales con exposición a Rusia, algunas de ellas figuran en la siguiente tabla, además vivimos en un mercado en el que por primera vez en mucho tiempo los bancos centrales están dejando lentamente de sedar al mercado. ¿Qué casualidad que últimamente vivamos tantos vaivenes, verdad? Por ello podemos llamarle conflicto ruso, pero estamos claramente ante una batalla de efectos globales, tanto por sus actores como por sus consecuencias. Claro que, como siempre ocurre, a rio revuelto...

El 17 de agosto de 1998 Rusia hizo default al ser incapaz de satisfacer sus deudas; ¿podría volver a ocurrir algo así? Los seguros de protección de pagos soberanos, o CDS por sus siglas en inglés, hacen temer que así sea situándose puntualmente por encima de los 600 puntos a 5 años. La deuda pública a 10 años supera el 15% de rentabilidad en moneda local, y su yield curve está invertida. La bolsa ha cedido el lunes y el martes más de un 10% en cada sesión. El rublo, solo en lo que vamos de diciembre, ha llegado a caer más de un 30% (un 50% en 2014), y eso que el Central Bank of Russia ha subido los tipos al 17% siguiendo las ortodoxas recomendaciones de los libros de texto. Nada ha servido para alejar definitivamente el miedo. Existe el temor, cada vez más fundado, de que antes o después va a estallar una grave crisis de consecuencias inesperadas.

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