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Bonista listo, bonista tonto
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Kike Vázquez

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Bonista listo, bonista tonto

Lo han vuelto a hacer. Nuevamente un banco central ha anunciado una política monetaria que, tratando supuestamente de normalizar algún elemento macroeconómico como puede ser la

Foto: El presidente del BCE, Mario Draghi. (Reuters)
El presidente del BCE, Mario Draghi. (Reuters)

Lo han vuelto a hacer. Nuevamente, un banco central ha anunciado una política monetaria que, tratando supuestamente de normalizar algún elemento macroeconómico como puede ser la inflación o el crecimiento, provocará que unos cuantos ‘bonistas listos’ se llenen los bolsillos mientras esperamos sentados por unos inciertos resultados. Parece que otra vez el BCE posibilitará que la banca, principal tenedora de deuda pública europea en numerosos países de la Eurozona, vuelva a ganar miles de millones gracias a la política monetaria. O quizá no.

Dicen que la banca siempre gana y, efectivamente, parece que será la principal beneficiada de unas medidas que la población no acaba de entender. Pero no se engañen, en realidad Draghi le acaba de dar un tiro en el pie al sistema financiero, provocando que muy probablemente este acabe siendo un ‘bonista tonto’. Vamos, que no tengo nada claro que se vaya a beneficiar con todo esto, a pesar de lo ocurrido con el LTRO y lo sucedido con la QE en otros países como EEUU. ¿Por qué?

Cada día que pasa los tipos de interés negativos son una realidad más extendida a lo largo del mundo: existen en la actualidad 1,2 billones de euros invertidos en la Eurozona en activos con rentabilidad negativa (y no, no me he equivocado con los billones anglosajones y los patrios, hablamos de trillones usando la nomenclatura foránea). Si decidimos mirar más allá y ampliar nuestro campo de visión a los mercados desarrollados, observaremos que más de 4 billones de dólares están invertidos en deuda pública con rentabilidad negativa. Sin prisa pero sin pausa, estamos entrando en un sistema en donde los acreedores pagan y los deudores cobran.

Los tipos de interés negativos son tan válidos matemáticamente como los positivos; sin embargo, en el mundo real la banca tiene un gran problema con ellos, ya que, si decide aplicar una rentabilidad negativa al pequeño ahorrador, este trasladará sus ahorros a ‘bancolchón’. En los clientes mayoristas ya se ha dado el paso, como hemos tratado en otros artículos (“Depositante, ya nadie quiere tu dinero” y “II”), y como ha quedado manifiesto en Davos tras una conversación mantenida entre Ray Dalio y Ana Patricia Botín en una charla organizada por Bloomberg (minuto 8). El primero menciona los tipos negativos y la posibilidad de usar el colchón para los ahorros, y la segunda le responde de forma simpática y corporativista que el dinero tiene que estar depositado en la banca… Cuando Dalio le pregunta qué rentabilidad le ofrecería para convencerlo, ella responde que en tal caso lo que habría que negociar es cuánto estaría él dispuesto a pagar.

A pesar de las risas que se escucharon entre el público, lo que demuestra la conversación es que pagar por depositar el dinero es una realidad para ciertos clientes. Algo que no ocurre por el momento a los pequeños ahorradores ya que, teniendo en cuenta la competencia de ‘bancolchón’, la banca no traspasará esta línea roja de no ser totalmente imprescindible. Esto supone que la mayor parte del pasivo de una entidad financiera no pueda entrar en terreno negativo y que, por tanto, los márgenes del sector dependan de la capacidad de repercutir un mayor precio por el lado del activo, esto es, aplicar un mayor tipo de interés al crédito ofrecido. Con esta idea en mente, ¿alguien empieza a entender por qué la QE de Draghi es tan peligrosa para la banca?

La banca pide prestado a corto para invertir a largo, sea en préstamos o realizando el carry trade con deuda pública que tanta polvareda levantó en el pasado (a pesar de ser un elemento clave en la normalización de los tipos de la deuda pública). Por tanto, ceteris paribus a la banca le interesa que la diferencia entre los tipos a corto y los tipos a largo sea lo más amplia posible, algo que con la QE no ocurre. La QE deprime los tipos de interés y la rentabilidad de los activos adquiridos por el banco central, especialmente a largo plazo, que es donde se suelen concentrar las compras de deuda pública, por lo que, si todo funciona correctamente, la rebaja se traslada al resto de activos financieros. Y uno de esos ‘activos’ es el crédito bancario.

De hecho, actualmente en la prensa podemos leer como las grandes empresas se financian con un coste inferior al Tesoro, y como el precio aplicado en la financiación a las pymes sigue cayendo. Las políticas monetarias actuales están provocando una minoración de los tipos de interés que perjudica seriamente el negocio de la banca: no puede pagar menos por su financiación, al mismo tiempo que sus inversiones no dejan de reducir constantemente su rentabilidad. Y eso no es lo único: ¿alguien ha pensado cuál es el incentivo del sistema financiero para vender sus bonos al BCE? Parece lógico vender, puesto que es algo que siempre pasa; sin embargo, en la Eurozona recordemos que existe una facilidad de depósito con tipos negativos.

Esto es, cuando el BCE aplica QE, lo que ocurre en realidad es que se produce un intercambio de activos, el banco central entrega liquidez y el vendedor, en este caso la banca, entrega la deuda pública que posee. ¿Por qué vender y obtener liquidez si esta está penalizada y hay que pagar por llevarla a la hucha del BCE? Aun encima, cuanto más participe la banca y más deuda venda y compre, más se reducirá la rentabilidad de los activos e, indirectamente, más perjudicará su propio negocio. Parece una propuesta interesante, pero se trata de un caramelo envenenado como muy pronto descubrirán.

En resumidas cuentas, Draghi ha hecho ganar mucho dinero a mucha gente, ha provocado que muchos ‘bonistas listos’ se hayan beneficiado de la situación incrementando notoriamente su patrimonio. Pero, al contrario que en otras ocasiones, la banca no parece ser la afortunada, sino que aparentemente le tocará interpretar el papel de ‘bonista tonto’. Por supuesto, puede ganar si finalmente la economía se recupera, si el crédito aumenta de forma relevante, e incluso si posee activos con rentabilidad negativa en un entorno de deflación y consigue de alguna forma minorar aún más el coste del pasivo. Pero en principio, tal y como están las cosas, a la banca comercial le esperan unos años muy duros por delante (y eso sin mencionar las ampliaciones de capital). Dicen que la banca siempre gana, pues va a ser que no, aunque esta solo sea la excepción que confirma la regla.

Lo han vuelto a hacer. Nuevamente, un banco central ha anunciado una política monetaria que, tratando supuestamente de normalizar algún elemento macroeconómico como puede ser la inflación o el crecimiento, provocará que unos cuantos ‘bonistas listos’ se llenen los bolsillos mientras esperamos sentados por unos inciertos resultados. Parece que otra vez el BCE posibilitará que la banca, principal tenedora de deuda pública europea en numerosos países de la Eurozona, vuelva a ganar miles de millones gracias a la política monetaria. O quizá no.

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