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Kike Vázquez

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La guerra fría digital

En teoría vivimos en una de las eras más tranquilas de la humanidad, tanto en muertes como en graves conflictos. La acción, simplemente, se ha trasladado a otros ámbitos

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Las guerras tradicionales ya no son rentables, al menos no como lo eran antes. Matar por una frontera no tiene sentido si existen otras formas mucho más sutiles de ganar, llamémosle estrategias económicas. Matar y destruir es un juego en el que siempre se sale perdiendo, independientemente de ser vencedor o vencido. Y los gobiernos lo saben. Quizá por eso, quizá por madurez, quizá porque una guerra nuclear sería el fin del mundo moderno, el hecho es que vivimos según varios académicos en uno de los mundos más tranquilos de toda la historia de la humanidad.

Eso no quiere decir que no debamos seguir mejorando, los telediarios son buena muestra de ello. Ni tampoco que no debamos preocuparnos. Cada vez existen más indicios para pensar que, de las guerras en las calles, estamos pasando progresivamente a una guerra online en donde también existen ejércitos y naciones que luchan. Se trata de una guerra subterránea, sin sangre, sin balas, pero igualmente peligrosa.

De los tanques, a los ataques DDos

Si el viernes intentaron acceder a medios como el New York Times, como Twitter, Paypal o Spotify, es posible que no lo consiguiesen: más 80 webs fueron atacadas hasta provocar su caída mediante un ataque DDos. ¿Qué es un ataque DDos? Para entendernos consiste en saturar de peticiones un servidor hasta que este exceda su capacidad y se bloquee. Puede parecer complicado, pero basta un ordenador y un programa fácilmente localizable por internet para ejecutarlo. Lo que no es tan sencillo es hacer caer a una compañía puntera como Dyn DNS, teóricamente preparada para soportar este tipo de agresiones.

La estrategia usada funcionó porque fue muy inteligente. Los hackers infectaron miles de aparatos con conexión a internet y baja seguridad: cámaras IP, neveras y todo tipo de utensilios domésticos ‘inteligentes’. Lo que actualmente se conoce como ‘internet de las cosas’. Los fabricantes de estos ‘gadgets’ no se preocupan demasiado por la seguridad, ya que a priori no manejan información muy sensible, enfocándose más en el precio. De ahí que a través de un software conocido como ‘Mirai’ los hackers consiguiesen infectar miles de aparatos y convertirlos en su propio ejército, en una ‘botnet’ a su merced lo suficientemente grande como para hacer caer cualquier sistema. Y sin que sus dueños se enteren.

Cada vez existen más indicios para pensar que, de las guerras en las calles, estamos pasando progresivamente a una guerra online

Es mucho más inquietante de lo que parece. Los usuarios no solo debemos de preocuparnos por nuestro ordenador o smartphone. No. Debemos preocuparnos por cualquier tipo de utensilio con conexión a internet. A priori no parece muy peligroso que alguien acceda a nuestra nevera, especialmente si sigue funcionando correctamente, sin embargo, si reflexionamos un poco más comprenderemos que pueden espiar la cámara de nuestra televisión, su micrófono… Y si vamos aún más allá veremos lo peligroso que esto resulta en un mundo tecnológico. ¿Alguien dijo coches inteligentes que se conducen solos? ¿Alguien dijo era de la robótica?

Hasta el momento los casos ocurridos son meras ‘anécdotas’. Por ejemplo una cámara de vigilancia para bebés que unos graciosos comprometieron comenzando a decir frases de dudoso gusto por los altavoces de la misma. Pero, ¿y si esos graciosos fuesen ladrones, o incluso secuestradores? Perdonen que me sitúe en un escenario de esta gravedad pero, teniendo en cuenta el desarrollo que se espera en el IoT (Internet de las cosas), la amenaza es muy real. Tanto que es posible que, sin darnos cuenta, este emergiendo una nueva guerra fría gracias a este tipo de técnicas.

¿Guerra fría digital?

Se desconoce quién es el autor real del ataque del viernes, siendo los hackers rusos una de las opciones. En EEUU están muy molestos con Rusia, la acusan de inmiscuirse en las elecciones estadounidenses tras la filtración de correos internos del Partido Demócrata. Posteriormente Wikileaks publicó unos extraños mensajes y la conexión a internet de Assage fue cortada. Nadie sabe qué puede estar pasando, aunque una de las teorías dice que el Kremlin estaría proporcionando información a Wikileaks. Otros también lo acusan del ataque, pues partidarios de Trump consiguieron tumbar la revista Newsweek tras un artículo crítido con el candidato republicano.

El propio Joe Biden, segundo de Obama, alimentó las sospechas al afirmar en una entrevista que contemplaban dar una respuesta 'proporcional' a Rusia por lo que está haciendo, por ejemplo destapar los movimientos de capitales de sus oligarcas. De hecho, según la NBC, la administración demócrata habría dado órdenes a la CIA para valorar la viabilidad de un ataque cibernético a Rusia, algo que confirmarían diversas fuentes. Sin embargo existirían discrepancias en las altas esferas sobre su realización.

En otras informaciones aparecidas, en este caso en el New York Times, se habla de un posible encargo similar a la NSA. Hasta la fecha son conocidos (y reconocidos) dos ataques similares, uno a Irán y su programa nuclear, y el otro al ISIS. Un alto miembro del ejército, James Stavridis, ha escrito recientemente en Foreign Policy, hablando abiertamente de ‘guerra cibernética’ contra Rusia. Apunta a la necesidad de cambiar de estrategia por una más directa, como publicar información comprometida, o ayudar a la oposición de Putin.

Parece que en medio de uno de los mayores períodos de paz de la historia ha surgido una nueva guerra fría, pero esta vez digital. No hay tanques, no hay enfrentamientos directos, pero sí choques constantes, hasta el punto de afectar a las elecciones estadounidenses. No estamos ante casos aislados. Incluso mirando a nuestro país, el Ministerio de Interior publicó hace unos meses que los ataques contra infraestructuras críticas (pensemos por ejemplo en una central nuclear) se han multiplicado: han pasado de 17 en 2013 a más de 300 esperados en 2016. Sea una lucha entre países o entre países e individuos, lo que es indudable es que algo está pasando.

Por ello, hayan sido los ataques DDos procedentes de Rusia o no, parece que los tiempos modernos nos deparan varias preocupaciones. Por una parte estamos viendo los primeros problemas procedentes del ‘internet de las cosas’ en donde nuestros datos parecen no estar seguros. Por la otra, observamos la creciente importancia que tiene la seguridad cibernética, hasta el punto de ser el nuevo campo de batalla de las naciones más influyentes del mundo y de ejércitos virtuales. ¿Estaremos ante el comienzo de una nueva guerra fría pero esta vez digital? Hay motivos para pensar que sí.

Las guerras tradicionales ya no son rentables, al menos no como lo eran antes. Matar por una frontera no tiene sentido si existen otras formas mucho más sutiles de ganar, llamémosle estrategias económicas. Matar y destruir es un juego en el que siempre se sale perdiendo, independientemente de ser vencedor o vencido. Y los gobiernos lo saben. Quizá por eso, quizá por madurez, quizá porque una guerra nuclear sería el fin del mundo moderno, el hecho es que vivimos según varios académicos en uno de los mundos más tranquilos de toda la historia de la humanidad.

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