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¿Podemos confiar en el crecimiento chino?
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Kike Vázquez

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¿Podemos confiar en el crecimiento chino?

China creció más de lo esperado en el 4º trimestre de 2016. Lejos de ser un dato optimista, podría terminar siendo todo lo contrario: la burbuja se hace más grande

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

La economía china creció un 6,8% en el 4º trimestre de 2016, una décima más de lo esperado. Consigue así terminar el ejercicio 2016 con un incremento del 6,7%, cifra que siendo la menor en 26 años cumple con el intervalo buscado por el gobierno del 6,5-7%. En principio todo va bien: la economía supera expectativas, el gobierno cumple y los mercados globales se muestran optimistas. La realidad podría ser bien distinta, y es que, los datos distan de mostrar más luces que sombras. La burbuja no ha quedado atrás, es cada día mayor.

Comencemos por un simple dato. La deuda en relación al PIB aumentó hasta el 277%, frente al 254% del PIB de 2015, lo que supone un aumento de 23 puntos porcentuales para un crecimiento del PIB real de menos de 7 puntos. La economía china necesita pedir 3 euros prestados para crecer 1. Si bien es cierto que dicha cifra es similar a las de otros países desarrollados, y que el gigante asiático presenta un mayor crecimiento para afrontar la carga, lo realmente preocupante es el vigoroso ritmo de avance. Y es que en vez de moderarse, la deuda crece cada día a un ritmo mayor y pronto superará a muchos países desarrollados (la deuda corporativa ya lo hace).

Vamos, que si bien es cierto que el gobierno chino tiene menos deuda que cualquier país occidental, y que en conjunto su economía es acreedora, no menos cierto es que su modelo de crecimiento desde el estallido de la crisis internacional se ha basado simple y llanamente en la deuda. Y eso sin tener en cuenta la enorme banca paralela que no se contabiliza en las estadísticas. Las cifras reales son probablemente, ya hoy en día, muy preocupantes.

Las autoridades, por un motivo u otro, no están sabiendo pisar el freno. El nuevo horizonte al que mirar es el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China, que se celebrará en otoño. No van a permitir que haya sorpresas antes de esa fecha dada su importancia y, por ello, lejos de racionalidad, lo que podemos esperar es más de lo mismo. Y el crecimiento superior al esperado en el 4º trimestre (a pesar de los enormes desequilibrios internos) es buena muestra de ello.

¿Palabrería burbujista? En absoluto. A los datos me remito. Su política fiscal nunca ha sido, recientemente, tan expansiva como ahora. Ni en la crisis asiática, ni en la Gran Recesión, ni en los últimos años… El déficit público podría superar el 4% en este ejercicio. Nuevamente, si lo comparamos con las economías occidentales, puede parecer un dato benigno, y para un gobierno tan poco endeudado (oficialmente) como el chino lo es. Lo preocupante es que decidan pisar el acelerador, nuevamente, cuando la economía necesita frenar su vertiginoso apalancamiento. Además no es solo el déficit público.

Si analizamos detenidamente cómo se está generando el crecimiento, veremos que hay una tendencia muy positiva: el incremento de las ventas minoristas (+10,9% en diciembre) superó holgadamente al de la inversión en activos fijos (+8,1%) que es su motor tradicional para crecer. El consumo empieza a ganar importancia en el modelo chino, algo impensable antes de 2015. Ahora bien, si observaremos con más detalle vemos algo que, como mínimo, da que pensar. Observen esta magnífica gráfica del Financial Times.

A la par que un déficit fiscal sin precedentes, el gobierno chino ha decidido en 2016 empujar a sus empresas estatales a compensar la caída de la inversión de la economía privada. Personalmente creo que esto resulta inquietante, ya que todo el mundo se pregunta si podría existir una burbuja en su sector inmobiliario. De hecho en los últimos días se han publicado datos de caídas de precios en Pekín, Shanghai y Shenzhen, algunas de las más importantes ciudades. Agregadamente los precios siguen subiendo, si bien en diciembre se ha producido la primera desaceleración desde 2015. De hecho el mercado de bonos de real estate se está secando, y se espera un mal 2017. Además los 'cortos' crecen en bolsa. ¿Qué está pasando en la economía privada? Quién sabe.

El motor tradicional de crecimiento (el ladrillo) parece frenarse, y aunque el consumo y el gobierno han cogido el testigo, no está nada claro el desenlace teniendo en cuenta el fuerte incremento del endeudamiento. En otras palabras, están primando los objetivos a corto plazo, mostrar un buen dato de crecimiento y una economía estable para el próximo congreso del partido, a costa de perjudicar la estabilidad macroeconómica futura. Y si éramos pocos… apareció Trump.

Justo ayer el Presidente de los EEUU anunció que se desentiende del acuerdo de libre comercio de Asia Pacífico, lo que es una muestra más del creciente proteccionismo que estamos viendo a lo largo del mundo en los últimos meses (no se engañen, no solo es Trump, vean esta gráfica). Esto unido a las teóricas política inflacionarias a implementar, y a que China empieza a exportar inflación al resto del mundo, pueden dar alas a la Reserva Federal para subir tipos sin tapujos. Ergo, mayor atractivo de los activos estadounidenses y mayor salida de capitales de China (salida de capitales próxima a 1 billón de dólares en 2015).

Inferir qué pasará con la política es imposible pero, centrándonos en los datos económicos, da la sensación de que el crecimiento del PIB chino no es tan optimista como podría parecer en un primer vistazo. De hecho da la impresión de que está siendo empujado artificialmente de forma no sostenible. Si eso puede provocar un ‘hard landing’ o una merma del crecimiento en los próximos años, como ha argumentado recientemente Fitch, lo dejo a la valoración del lector. Lo que no debemos es descartar las malas noticias: aunque a corto plazo sus líderes harán todo lo posible por evitar sustos antes de su congreso, ya sabemos cómo acaban a largo plazo las historias de excesivo endeudamiento. Por ello, confianzas, las justas.

La economía china creció un 6,8% en el 4º trimestre de 2016, una décima más de lo esperado. Consigue así terminar el ejercicio 2016 con un incremento del 6,7%, cifra que siendo la menor en 26 años cumple con el intervalo buscado por el gobierno del 6,5-7%. En principio todo va bien: la economía supera expectativas, el gobierno cumple y los mercados globales se muestran optimistas. La realidad podría ser bien distinta, y es que, los datos distan de mostrar más luces que sombras. La burbuja no ha quedado atrás, es cada día mayor.

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