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La ‘bancacracia’ hunde España
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Enrique Roca

Pon tu talento a trabajar

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La ‘bancacracia’ hunde España

Este verano he estado hojeando el libro de Niall Ferguson: Civilización (Occidente y el resto), cuya lectura recomiendo, especialmente, a los estudiantes de Económicas. El éxito de

Este verano he estado hojeando el libro de Niall Ferguson: Civilización (Occidente y el resto), cuya lectura recomiendo, especialmente, a los estudiantes de Económicas. El éxito de una civilización se mide por la duración y la calidad de vida de sus ciudadanos, y Niall examina las diferentes civilizaciones para determinar los factores de éxito y fracaso. Para ello estudia la evolución de la competencia, ciencia, propiedad, medicina, consumo, trabajo.

Estos elementos, junto con una justicia rápida e independiente y un sistema fiscal eficaz en el que se grave más las herencias y menos las rentas personales, puede garantizar lo que considero prioritario para que una civilización avance: la movilidad vertical y la aparición en puestos clave de jóvenes emprendedores que tiren del carro, para lo que se necesita frecuentemente un acceso al crédito en condiciones “asumibles”.

Si examinamos dichos factores en nuestro país, vemos por qué estamos donde estamos. Gran parte de la culpa la tiene el olvido de comportamientos que valoren la ejemplaridad, el ahorro y su fiscalidad, la educación financiera y la 'bancacracia' (mediante ese matrimonio de poder financiero-político: tú me financias que yo no vigilo tus desmanes, miro hacia otro lado y después te salvo con el dinero de los ciudadanos y que es necesario romper, por bien de la mayoría, para que España deje de ser un país de chorizos). ¡Cuánta envidia del acuerdo logrado en Holanda!

Las cinco reformas financieras del PPSOE no solo no han logrado romper el ligazón deuda pública y sistema financiero, sino que nos han hecho retroceder a la Edad Media, con el retorno de la represión financiera, siendo una de sus facetas la usura (Hay que dejarse de eufemismos y llamar en las cosas por su nombre y usura es el que tienen los préstamos personales, con los actuales tipos superiores al 12%, descubiertos al 33% y tarjetas al 2% mensual, comisiones de mantenimiento que suben el 50% anualmente mientras el Banco de España mira hacia otro lado). Aquí tampoco somos europeos, ya que el coste de mantener una cuenta corriente es de 178 euros, muy superior a los 111 euros de media en Europa, por no hablar de los márgenes de intermediación y de comisiones, que son la envidia de la banca europea.

La actual y perenne clase política española está lejos de racionalizarse, cada vez necesita más recursos para sus chanchullos y proyectos faraónicos, que son suministrados por los mencionados bancos, y así el crédito (condición indispensable para la recuperación económica) no fluye a la sociedad. Pagar las deudas y crédito para los proyectos viables y rentables son elementos necesarios e imprescindibles para salir de la crisis, junto con la recompensa del trabajo. Con las exportaciones en máximos históricos (algunos que siempre hablan de los coste laborales unitarios tan altos que hay en España, me puede explicar por qué somos de los pocos países occidentales que mantenemos la dicha cifra), las empresas españolas, especialmente las medianas y pequeñas, ven el rescate como la vía para favorecer el crédito y disminuir el coste de capital.

Las constantes promesas de los políticos sobre que ésta vez es la buena, con sus brotes verdes, y que los ajustes y más ajustes son necesarios para que vuelva el crédito y el crecimiento, se topa con la triste realidad. ¿Alguien sabe qué fue del rescate financiero, elemento esencial para separar el trigo de la paja y que lleva varios meses solicitado? A ver si de tanto pensar y tan poco actuar se muere el enfermo de inanición.

Contrasta lo que sucede por aquí (lo importante es ganar las próximas elecciones, aunque el hambre se extienda) con las medidas que el gobierno conservador ingles adopta (tome nota don Mariano): promover un banco público para fomentar el crédito a la pequeña y mediana empresa.

Hubiera costado poco mantener Argentaria o dotar al ICO de una estructura de representación en las comunidades o provincias, en lugar de dar los fondos a la banca para que cobre una comisión por estudio, deniegue las operacione, o se las dé para cancelar créditos suyos o refinanciar otros dudosos. ¿Alguien audita o garantiza que el dinero llega a su destino y éste es el prefijado por la línea de crédito? ¿Alguien conoce alguna sanción a algún banco por no cumplir la normativa al uso?

Los empresarios, trabajadores y consumidores nos quejamos por aquí de que los bancos son aquellas instituciones que te dan un crédito cuando no lo necesitas, te venden un paraguas cuando luce el sol o te fijan un suelo en la hipoteca cuando los tipos van a la baja, pero nada hacemos para que la banca cumpla su función -la de intermediación- y deje de una vez de hacer la competencia a las agencias de viajes, seguros, tiendas de electrodomésticos, etc. Mientras seguimos con las mentiras, apaños y engaños, la economía real desaparece y la bancaria se escuda en la alarma social (¿Más que el paro?) para vivir a costa de todos.

Hay que hacer algo más y la oportunidad está ahí para quien tenga recursos propios y negocios boyantes. Don Amancio o Don Juan, anímense a crear un banco ahora (márgenes tan altos, saneamiento económico costes tan bajos y personal preparado).

En momentos de crisis la solidaridad se despierta, pero además de dar 20 millones a Caritas, crear un banco-banco es la mejor obra que se puede hacer, por su efecto multiplicador, máxime si, además, da beneficios normales reinvertibles (que no es lo mismo que maximizar el beneficio).

Mientras los desahucios se multiplican sin que los políticos y banqueros den una solución a la sociedad (no creo que la dación en pacto fuera la solución más justa, pero esta demanda social ya lleva cinco años y cada vez hay más viviendas vacías, sin que los bancos se saneen más por desahuciar y dejen de pedirnos dinero para su saneamiento), sus clientes deberíamos elaborar una lista clasificando las entidades tanto por la fortaleza de su balance económico como por su balance social (numero de préstamos, tamaño y tipo concedidos, comisiones cobradas, patrocinios a la ciencia y cultura, alternativas a los deshaucios, compromisos adquiridos para la economía real y remuneraciones de los consejeros) a fin de saber en manos de quién estamos.

Es una necesidad palpable e inaplazable. Los préstamos entre personas o empresas de confianza empiezan a florecer a tipos muy inferiores a los bancarios y los bancos extranjeros se ponen las botas con las empresas más solventes y diversificadas internacionalmente, descontándoles pagarés en Luxemburgo a tipos europeos.

Espero que junto con estas alternativas que disminuyan la bancarización de nuestra economía, empiecen a nacer cooperativas de socorros mutuos, de la divina providencia o, incluso, montes de piedad o cajas-cajas. Y esto exige un cambio legislativo para que el oligopolio al que nos conduce esta crisis dé paso a la competencia

Un país moderno necesita contrapoderes y aquí todo el poder está en el mismo sitio: la 'bancacracia'. Mientras, el país desaparece.

Este verano he estado hojeando el libro de Niall Ferguson: Civilización (Occidente y el resto), cuya lectura recomiendo, especialmente, a los estudiantes de Económicas. El éxito de una civilización se mide por la duración y la calidad de vida de sus ciudadanos, y Niall examina las diferentes civilizaciones para determinar los factores de éxito y fracaso. Para ello estudia la evolución de la competencia, ciencia, propiedad, medicina, consumo, trabajo.