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¿Cuántos años le quedan a las empresas en las que invertimos?
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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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¿Cuántos años le quedan a las empresas en las que invertimos?

Nada es para siempre, tampoco las compañías. Lo esencial es contar con información sobre el ciclo en el que se encuentran para decidir si conviene entrar o mantenerlas en cartera.

Foto: Cementerio.
Cementerio.

El lunes pasado fui padre por tercera vez. Estuve con mi mujer e hija mientras estuvieron ingresadas. Por la noche, el pasillo del hospital se llenaba de flores. Sacábamos las plantas de las habitaciones siguiendo las instrucciones de las enfermeras.

Al día siguiente, festivo y víspera del día de los difuntos, los cementerios también se llenaron de flores. Ley de vida pensó mi padre. Compró unas flores para dar la bienvenida a su nieta y otras para recordar a mis abuelos.

A las compañías no les ocurre lo mismo. Las empresas más jóvenes no tienen una esperanza media de vida mayor que las más longevas. Por otro lado, tampoco son eternas. Llega un momento en el que son absorbidas por otras o liquidadas. Hasta los clientes más fieles las abandonan cuando descubren a otras compañías que satisfacen mejor sus necesidades.

No podemos conformarnos con asumir que lo que hoy hace ganar dinero a las compañías va a mantenerse

Para hacer un buen análisis no podemos conformarnos con asumir que lo que hoy hace ganar dinero a las compañías va a mantenerse en el futuro. Debemos identificar la fase del ciclo de vida de la empresa.

Aunque podamos afirmar con certeza que algún día le llegará el final a cualquier empresa, la mayoría de las valoraciones se realizan a perpetuidad y, habitualmente, con crecimientos constantes de beneficios o flujos de caja. Se hace así, porque ni el analista, ni el inversor, ni el propio empresario sabe cuál será el beneficio de una compañía dentro de 20 años y, sin embargo, es relevante para calcular el valor actual.

Para hacer un buen análisis no podemos conformarnos con asumir que lo que hoy hace ganar dinero a las compañías va a mantenerse en el futuro. Debemos identificar la fase del ciclo de vida (inicial, crecimiento, madurez o declive) del modelo de negocio, estimar si los motivos (ventajas competitivas) que protegen al negocio se mantendrán más o menos tiempo y evaluar el grado de predisposición de los directivos para adaptarlo a los cambios.

Una sociedad es solamente un instrumento jurídico. Lo que de verdad tiene valor es lo que le permite generar beneficios (su modelo de negocio). Sin embargo, si los directivos tienen la visión suficiente y cuentan con una estructura organizativa flexible, la empresa (lo que el inversor adquiere) puede alargar muy significativamente la vida útil del modelo de negocio y sobrevivir al declive del mismo nutriéndose de otras fuentes de beneficios (líneas de negocio) desarrolladas o adquiridas con posterioridad.

El lunes pasado fui padre por tercera vez. Estuve con mi mujer e hija mientras estuvieron ingresadas. Por la noche, el pasillo del hospital se llenaba de flores. Sacábamos las plantas de las habitaciones siguiendo las instrucciones de las enfermeras.