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¿Eres prisionero de tu banco?
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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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¿Eres prisionero de tu banco?

Cuando los bancos tienen al cliente cautivo, se puede esquilar fácilmente la lana. No les conviene ofrecer buenos productos o servicios, sino aquellos que les generan mayor margen de beneficios

Foto: Usuarios retiran dinero de varios cajeros en una sucursal bancaria. (EFE)
Usuarios retiran dinero de varios cajeros en una sucursal bancaria. (EFE)

Ellos lo llaman clientes vinculados. Consiste en conseguir que al cliente le cueste mucho tiempo y esfuerzo irse a la competencia. Pongamos que usted tiene una cuenta corriente donde tiene muchos recibos domiciliados (nómina, agua, luz, gas, teléfono, comunidad, alquiler, hipoteca, colegio de los niños, pensión, prestación desempleo, prestación de maternidad, cuota de autónomos, crédito por la compra de un coche, impuesto de circulación, seguro del coche, seguro de salud, seguro de vida, etc) y una tarjeta cuyos datos están guardados para compras en el móvil, en portales de Internet y en aplicaciones de todo tipo (aparcamientos, servicios de taxi, mensajería, alquiler municipal de bicis, coches eléctricos, etc).

Un buen día recibe una carta de su entidad diciendo que le va a subir las comisiones o poner unas nuevas. Usted decide que son demasiado elevadas y descubre que otro banco no le cobra nada ni por la cuenta ni por la tarjeta. En ese momento quiere cambiarse, pero no puede. Le costaría tanto esfuerzo abrirse una nueva cuenta corriente y cambiar los datos de la cuenta y de la tarjeta en tantos lugares que decide quedarse y pasar por caja.

Una vez los bancos tienen al cliente cautivo, inmóvil, se puede esquilar fácilmente la lana. Pueden pagar menos intereses por los depósitos y cobrar más por intereses en los créditos, por comisiones por operar o mantener acciones en la cuenta de valores, por comercializar productos de inversión, seguros, etc. No les conviene ofrecer buenos productos o servicios, sino aquellos que les generan mayor margen de beneficios.

Puede abrir una cuenta en la entidad que le trate mejor e ir cambiando las domiciliaciones o las inversiones. En pocos meses habrá terminado

¿Qué puede hacer el cliente? La solución es sencilla. Debe armarse de paciencia e ir quitándose las cadenas una a una. Le llevará tiempo pero le ahorrará mucho dinero. Puede abrir una cuenta en la entidad que le trate mejor e ir cambiando las domiciliaciones o las inversiones. En pocos meses habrá terminado y podrá abandonar su antiguo banco.

Es importante tener claro que no todas las entidades prestan los mismos servicios de la misma manera. Unas son mejores en medios de pago, otras en financiación y otras ofrecen mejores alternativas de inversión. Cada cliente debe tener en cuenta qué servicios va a utilizar y en función de ello, seleccionar la entidad o entidades con las que trabajar. Lo ideal es hacerlo con varias que sean complementarias y aprovechar lo mejor de cada una. Y, sobre todo, si alguien ofrece algo mejor, estar dispuesto a cambiar.

Ellos lo llaman clientes vinculados. Consiste en conseguir que al cliente le cueste mucho tiempo y esfuerzo irse a la competencia. Pongamos que usted tiene una cuenta corriente donde tiene muchos recibos domiciliados (nómina, agua, luz, gas, teléfono, comunidad, alquiler, hipoteca, colegio de los niños, pensión, prestación desempleo, prestación de maternidad, cuota de autónomos, crédito por la compra de un coche, impuesto de circulación, seguro del coche, seguro de salud, seguro de vida, etc) y una tarjeta cuyos datos están guardados para compras en el móvil, en portales de Internet y en aplicaciones de todo tipo (aparcamientos, servicios de taxi, mensajería, alquiler municipal de bicis, coches eléctricos, etc).

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