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Ganó Obama, ¿malo para el Private Equity?
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Ignacio Sarría

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Ganó Obama, ¿malo para el Private Equity?

Después de más de 18 meses de larga “carrera” hacia la Casa Blanca y con un presupuesto de 1.000 millones de dólares invertidos, Mitt Romney, el

Después de más de 18 meses de larga “carrera” hacia la Casa Blanca y con un presupuesto de 1.000 millones de dólares invertidos, Mitt Romney, el candidato del Partido Republicano no ha podido superar a Barak Obama en las urnas. A pesar de que las encuestas anunciaban un resultado muy justo, el recuento final fue claramente favorable al presidente.

Como suele ser habitual en las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la campaña ha sido feroz en ambos bandos para desprestigiar al rival y asegurarse el apoyo del electorado. La potente maquinaria demócrata -excelentemente gestionada, una vez más- ha basado su estrategia en caracterizar a Romney como  un “millonario sin complejos” que ha hecho su fortuna como gestor de Private Equity destruyendo miles de puestos de trabajo.

La candidatura de Romney ha elevado el perfil del sector de Private Equity, hasta ahora un nicho poco relevante para la sociedad en general dentro del inmenso sector financiero, a primera plana del debate público. Durante muchos meses, los medios de comunicación han explicado las “bondades y las maldades” del Private Equity según la afinidad política.

Hay muchos analistas que creen que a pesar de toda la crítica destructiva que ha recibido el sector, la candidatura de Romney ha servido para elevar la visibilidad y notoriedad del sector y salir, de una vez, del ostracismo que siempre le ha acompañado. La opacidad nunca es buena y menos para un sector donde se ha creado tanta riqueza para Estados Unidos como es el caso del Private Equity.

Hay muchos que creen que en el segundo mandato de Obama, el sector va a sufrir los efectos de la resaca de la candidatura Romney, especialmente en lo que se refiere a la fiscalidad de las plusvalías y la deducibilidad de los intereses financieros de la deuda.

Es prematuro anticipar la agenda de la nueva Administración demócrata pero hay que tener en cuenta que el sector del Private Equity también ha financiado la campaña de Obama y cuenta con importantes apoyos en el 'clan de Chicago', grandes artífices de la victoria electoral.

Es obvio que la nueva Administración va a revisar todas las palancas para poder reducir el abultado endeudamiento y es más que probable una subida de impuestos para las rentas más altas para poner la “casa en orden”, pero que nadie espere una caza de brujas en el sector de Private Equity.

La prioridad del segundo mandato de Obama es enderezar el crecimiento económico y reducir el abultado endeudamiento, y aquí es donde se juega su prestigio y pasar a la Historia con mayúsculas.

Como decía Bain Capital en el memo enviado a sus inversores el día después de las elecciones, “gracias por vuestro apoyo incondicional y paciencia a lo largo de los últimos doce meses, la confusión e histerismo inherente en el sistema político actual no nos ha desviado de nuestro objetivo principal: invertir en empresas para hacerlas crecer y crear empleo”.

Esperemos que así sea y que por el bien de la economía mundial una vez que el ruido y los fuegos artificiales se han pagado, la nueva Administración demócrata se centre en poner, de una vez, en velocidad de crucero a la mayor economía del planeta.

Después de más de 18 meses de larga “carrera” hacia la Casa Blanca y con un presupuesto de 1.000 millones de dólares invertidos, Mitt Romney, el candidato del Partido Republicano no ha podido superar a Barak Obama en las urnas. A pesar de que las encuestas anunciaban un resultado muy justo, el recuento final fue claramente favorable al presidente.

Barack Obama