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El private equity y las pistolas
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Ignacio Sarría

Secretos del Private Equity

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El private equity y las pistolas

La trágica noticia sobre la masacre que tuvo lugar el pasado 14 de diciembre en un colegio público de un tranquilo pueblo de Connecticut impactó a

La trágica noticia sobre la masacre que tuvo lugar el pasado 14 de diciembre en un colegio público de un tranquilo pueblo de Connecticut impactó a la opinión pública en todo el mundo. Una vez más, el debate sobre la tenencia de armas de fuego en Estados Unidos pasaba a primera línea.

Conforme se conocían más detalles sobre la matanza indiscriminada de veinte niños de seis años en sus aulas, crecía la preocupación en las oficinas de “Midtown” de Cerberus en Nueva York.  La policía dio a conocer que el rifle utilizado por el veinteañero Adam Lanza, estaba fabricado por Freedom Group, el mayor fabricante de armas de fuego de Estados Unidos, que es propiedad de uno de los fondos gestionados por Cerberus.

En 2006, Cerberus -una gestora con más de 20.000 millones de dólares bajo gestión especializada en invertir en compañías con problemas y en proceso de restructuración- se hizo con el control de Bushmaster, un pequeño fabricante de armas de fuego que fue posteriormente fusionado con varias empresas del sector, formando Freedom Group, el mayor fabricante del mercado.  

Stephen Feinberg, fundador de Cerberus a principios de los ochenta y cuyo padre reside en Newtown donde se ubica el Sandy Hook Elementary School (que ya forma parte de la vergonzosa lista de matanzas masivas en colegios, universidades, cines y centros comerciales), no daba crédito de las noticias.

Tres días después de los trágicos acontecimientos, Cerberus hizo un anuncio público de que había contratado al banco de inversión Lazard para buscar de forma inmediata un comprador para Freedom Group. Cerberus reconoce en su nota que su decisión de vender pretende “proteger los intereses de su base de inversores que está formada por fondos de pensiones públicos de colectivos que agrupan a profesores, policías y bomberos de varios estados de Estados Unidos”.

Calstrs, el segundo mayor fondo de pensiones de Estados Unidos con más de 150.000 millones de dólares bajo gestión, y que agrupa a los profesores y empleados de educación del estado de California, es uno de los mayores inversores en Cerberus a través del cual tiene una participación del 3% en el accionariado del fabricante del arma que ha acabado con la vida de seis profesores y veinte alumnos en el colegio público de Connecticut.

A lo largo de las últimas semanas y conforme sube la temperatura del debate político y social sobre la necesidad de revisar la regulación sobre la tenencia de armas -e incluso la posibilidad de explorar la idoneidad del clausulado de la Constitución que permite el derecho a la tenencia de armas de fuego-, en un país donde se estima que hay trescientos millones de armas en manos de particulares, muchos inversores institucionales están revisando sus carteras para identificar sus posiciones en fabricantes de armas.

Son muchos los fondos de private equity que excluyen de su radar de potenciales inversiones a empresas relacionadas, entre otros, con el sector de armamento, alcohol, sexo y casinos, siguiendo los principios de “inversión responsable” que las Naciones Unidas junto a muchos de los mayores inversores del mundo suscriben conjuntamente en UNPRI.  

Mientras el debate político sigue abierto con una decidida apuesta de la Administración Obama para revisar la regulación de la tenencia de armas, nadie duda que los fabricantes de armas de fuego están obligados a revisar sus fuentes de financiación externa porque no solo los fondos de private equity, sino un volumen creciente de inversores institucionales, van a ser reacios a proveer financiación y asociarse con ellos.

La trágica noticia sobre la masacre que tuvo lugar el pasado 14 de diciembre en un colegio público de un tranquilo pueblo de Connecticut impactó a la opinión pública en todo el mundo. Una vez más, el debate sobre la tenencia de armas de fuego en Estados Unidos pasaba a primera línea.