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Rescate a la medida (bienvenidos al ‘Eurofrob’)
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Víctor Alvargonzález

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Rescate a la medida (bienvenidos al ‘Eurofrob’)

Estamos de enhorabuena: no solo somos campeones del mundo de fútbol, ahora se confirma que, económicamente hablando, somos muy importantes. Es más: ¡somos “sistémicos”! ¡Demasiado grandes

Estamos de enhorabuena: no solo somos campeones del mundo de fútbol, ahora se confirma que, económicamente hablando, somos muy importantes. Es más: ¡somos “sistémicos”! ¡Demasiado grandes para caer! ¡Nuestra caída podría acarrear la de todo el sistema! (básicamente el entramado del euro). Somos tan importantes como para que nos hagan un rescate a la medida, un rescate quirúrgico que solo toque nuestros excesos en el sistema financiero, pero deje a un lado los excesos políticos, como que tengamos un Estado elefantiásico que, simplemente mediante la eliminación de duplicidades administrativas, ahorraría hasta un tercio de lo que se calcula va a tener que aportar Europa a nuestras cajas (que siguen siendo cajas aunque las pinten de verde). Y se puede decir más alto, pero no más claro: como economista, para reducir Estado me vale tanto la propuesta centralista como la nacionalista. Se ahorra igual reduciendo Estado central que reduciendo Estado autonómico. Y ambas cosas son mejores que reducir gasto sanitario o pensiones.

El rescate “light” tiene también la ventaja de que nuestros funcionarios podrán seguir trabajando en estupendas oficinas frente al estadio Santiago Bernabéu (edificio de doce plantas de la Seguridad Social) o en pleno paseo de la Castellana (Instituto Nacional de la Juventud). Pueden poner aquí ustedes locales de primer nivel que ocupa la administración en su comunidad autónoma. El caso es que, en lugar de proceder a su venta o a alquilar oficinas en zonas más modestas, un ahorro que, según cálculos de una de las más importantes consultoras inmobiliarias de nuestro país, ascendería a unos cuarenta mil millones de euros para las administraciones central y autonómicas, se prefiere pedir el dinero fuera. Es decir, que reduciendo Estado y patrimonio inmobiliario público, más de la mitad de lo que vamos a tener que pedir –y devolver– podríamos habérnoslo ahorrado.

Pero, hecha esta reflexión, analicemos lo que más puede interesar a quien haya tenido a bien iniciar la lectura de este “post”, es decir: quién va a pagar la broma y qué consecuencias va a tener sobre nuestras inversiones.

Antes de nada, es de justicia felicitar al Gobierno. Primero, porque, por fin, han tomado una medida contundente, como les he pedido desde aquí tantas veces. Algo inmediato, de peso, que impresionara a los mercados. Mi idea no iba por ahí, se trataba más bien de poner sobre la mesa un régimen de adelgazamiento masivo para los “michelines” del Estado y dedicar el ahorro a medidas pro crecimiento, pero el Gobierno ha preferido decirle a Europa que si caemos por el precipicio ellos van detrás. Lo cual, por cierto, es verdad (lo comentaba hace tiempo desde esta misma plataforma en un artículo titulado “La última trinchera”). Así que nada como ponerse una bomba en el pecho y encadenarse a Ángela Merkel. Como digo, no era mi propuesta de “medida contundente”, pero reconozcámoslo, contundente ha sido.

La segunda felicitación es un corolario de la primera: hemos conseguido que Alemania –y el FMI, y el resto de la eurozona– inviertan en el FROB, ese mecanismo creado para mantener vivas cajas zombis y evitar así que salga la basura de debajo de la alfombra, mediante la fórmula de fusionar en lugar de liquidar (liquidar o quebrar suele atraer la atención de jueces y acreedores). Hombre, eso no lo consigue cualquiera. Ha habido que rasurarse y lavarse todo el cuerpo la noche anterior, ponerse el chaleco con las bombas y personarse de tal guisa en la habitación donde se reunían los ministros de Finanzas de la eurozona, pero hay que reconocer que hay que tener las narices para hacerlo. Y ha funcionado.

Esas son las buenas noticias, y pese al tono irónico que empleo, quede claro que creo que son buenas noticias porque al final, como dijo Felipe González, gato negro o gato blanco, lo importante es que cace ratones. Y hemos cazado dos bien gordos: no habrá rescate “oficial”, (será a la medida) y encima les vamos a sacar unos 40.000 “kilos” (según las estimaciones del FMI) al resto de Europa para invertirlos nada menos que en cajas españolas. Eso es saber vender productos financieros y lo demás son tonterías.

Como en todo, habrá un precio. Y aquí ya no queda bien ser irónico porque no tiene mucha gracia. Básicamente, lo explicamos en su día cuando dijimos que habría intervención (“¿Y si van y nos intervienen?”). Decíamos entonces que si aquí viene un interventor del FMI, que además sea alemán, hay varias cosas que no le van a gustar: por ejemplo, que una caja quebrada haga competencia desleal a bancos sanos pagando extratipos con dinero del contribuyente –ahora encima contribuyente alemán–, así que “al loro” con esas ofertas de “mega interés por su depósito”, no vaya a ser que el mega interés se quede en cero –que no el depósito, que ahora tenemos aquí al primo de Zumosol para garantizarlo. Otro tema importante a “hacerse mirar” son los fondos garantizados (más información en “Burbuja Garantizada”). Y quienes casi seguro van a pagar el pato son los accionistas de las entidades –básicamente el Estado– y sus acreedores. Esto último es duro, porque además de preferentes, las cajas se dedicaron a vender otro producto curioso a la par que potencialmente peligroso, los bonos subordinados, y mucho me temo que sus tenedores –y hablo de cajas, no de bancos sanos, ojo– van a pasar a ser accionistas de la caja por el artículo 33. Y posiblemente, también los tenedores de bonos no subordinados. Porque el interventor alemán del FMI sabe que esto es práctica habitual en estos casos, y antes de llamarme alarmista o criticarme, léanse por favor el editorial del Financial Times del día 7 de este mes.

Estamos de enhorabuena: no solo somos campeones del mundo de fútbol, ahora se confirma que, económicamente hablando, somos muy importantes. Es más: ¡somos “sistémicos”! ¡Demasiado grandes para caer! ¡Nuestra caída podría acarrear la de todo el sistema! (básicamente el entramado del euro). Somos tan importantes como para que nos hagan un rescate a la medida, un rescate quirúrgico que solo toque nuestros excesos en el sistema financiero, pero deje a un lado los excesos políticos, como que tengamos un Estado elefantiásico que, simplemente mediante la eliminación de duplicidades administrativas, ahorraría hasta un tercio de lo que se calcula va a tener que aportar Europa a nuestras cajas (que siguen siendo cajas aunque las pinten de verde). Y se puede decir más alto, pero no más claro: como economista, para reducir Estado me vale tanto la propuesta centralista como la nacionalista. Se ahorra igual reduciendo Estado central que reduciendo Estado autonómico. Y ambas cosas son mejores que reducir gasto sanitario o pensiones.