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Cambie el 'chip' antes de que sea tarde
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Víctor Alvargonzález

Telón de Fondo

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Cambie el 'chip' antes de que sea tarde

España podría entrar en deflación y no hay que rasgarse las vestiduras por ello. Lo que hay que hacer es adaptarse al cambio y saber aprovecharlo

Las recientes declaraciones del representante del Bundesbank en el Banco CentralEuropeo (BCE), Jens Weidmann, tienen implicaciones para inversores y ahorradores que creo que no han sido suficientemente valoradas por los mercados ni por la mayoría de los analistas. Pero hay que valorarlas en su justa medida para ajustar la estrategia de inversión al simple hecho de que las cosas han cambiado. Y el cambio es oportunidad sólo si sabes adaptarte a él.

Antes de nada, es importante resaltar la importancia que tiene a la hora de invertir tener amplitud de miras y flexibilidad, lo cual no significa no tener ideas claras y convicciones una vez se toma un camino. Se dice que es más difícil vender que comprar, y es cierto. También es cierto que muchos profesionales se sienten mucho más cómodos comprando –ponerse largo– que vendiendo –ponerse corto–. Pero en general se gana más y más rápido apostando contra un activo si éste cae, simplemente porque las caídas suelen ir acompañadas de cierto nivel de pánico vendedor que genera beneficios rápidos para el que está corto, mientras que las subidas se producen con una actitud de prudente optimismo. Es un poco como las personas: no andamos igual hacia atrás que hacia delante, incluso aunque una cámara nos mostrara lo que hay detrás.

Digo esto porque no recuerdo a cuándo habría que remontarse para encontrar una generación de españoles que haya vivido un período deflacionista, es decir, cuando el IPC es negativo durante un prolongado periodo de tiempo. No vivir una experiencia también crea prejuicios. En otras palabras: a muchos analistas sigue sorprendiéndoles –en todos los sentidos– la ristra de datos de IPC mensual negativos que estamos teniendo, y que serían más si quitamos los impuestos que mete a escondidas el Gobierno en todo lo que puede. Y no parece tan descabellado decir que si seguimos así estaremos, nos sorprenda o no, en deflación anual técnica en cuanto se acumulen ¿seis? ¿ocho? meses de IPC mensual negativo.

No recuerdo a cuándo habría que remontarse para encontrar una generación de españoles que haya vivido un período deflacionista, es decir, cuando el IPC es negativo durante un 'prolongado' periodo de tiempo. No vivir una experiencia también crea prejuicios.

El caso es que, aplicando mi método de análisis preferido –el sentido común–, lo raro sería que no estuviéramos donde estamos en materia de precios. Si a los ciudadanos de un país los machacas a impuestos, con especial énfasis en quien más consume -las clases medias y medias altas-, si caen a plomo los activos en los que ahorran los españoles –los pisos, como diría el fallecido Jesús Gil–, así como los alquileres que generan –los que los generan–, si bajan los salarios –que bajan señor Montoro, no lo dude–, si el Estado tiene que ser austero porque el gobierno anterior gastaba como si lo regalaran, y encima cae el precio de las materias primas y el euro sube –lo que abarata nuestras importaciones– el resultado es que bajan los precios.

Es la ley de la oferta y la demanda: si la gente cada vez compra menos y el Estado gasta algo menos cae la demanda, y si cae la demanda caen los precios. Es puro sentido común. Pues aún así en un debate que mantuve hace tiempo, en el que defendía la opinión no ya de que fuera a haber deflación en Europa, sino que defendía la más prudente postura de que existía ese riesgo y que en España más, perdí por goleada la votación de los internautas que lo siguieron. Pero no sólo fue por los excelentes argumentos de mi contrincante, Antonio España, un hombre cabal y un caballero con el cual es un placer debatir, que sin duda tuvieron mucho que ver. Tampoco creo que fuera mi pobre manera –o excesivamente vehemente– de dar los míos.

Yo creo que también tuvo mucha importancia que a la gente le cuesta admitir que el IPC pueda ser negativo durante un periodo amplio de tiempo –incluso años–, porque las generaciones que viven hoy en día jamás han visto algo así. Y eso marca. Es como admitir que el ladrillo puede bajar. Y mucho. Y durante mucho tiempo (ya verán, ya). Hace cinco años ponías en duda lo de que el ladrillo nunca baja y te quemaban en la hoguera por herejía. Ya verán ustedes cómo nuestros jóvenes de ahora miran al ladrillo de manera distinta a la de sus padres. Porque han visto a sus padres perder dinero con el ladrillo.

Mi sugerencia es que si es ahorrador o inversor abra la mente, cambie el chip, porque hace tiempo que hemos entrado en un mundo distinto. Por eso han ganado lo que han ganado nuestros clientes comprando bonos de la periferia europea, por poner un ejemplo, tal y como recomendamos desde enero del año pasado (ver “Me apuesto una cena a que...”). Así que no den nada por supuesto. España podría entrar en auténtica deflación y no hay que rasgarse las vestiduras por ello. Lo que hay que hacer es adaptarse al cambio. Más vale una rectificación a tiempo, como ha hecho el señor Weidmann, que ha venido a decir que habría que pasar por encima de su cadáver antes que aplicar estímulo monetario para cumplir con el objetivo de estabilidad de precios del Banco Central Europeo (BCE) y evitar riesgos deflacionistas, a decir justo lo contrario, y añadir que también le gusta la idea de que se compren activos –créditos dudosos y otras joyas de la Champions League– a los bancos para liberarles de esa carga y que fluya el crédito en el sistema. Eso, para un alemán, cuyos ancestros lo que vivieron fue una hiperinflación de caballo, es un cambio de tercio muy importante (ver “El Sr. Weidmann se equivoca”).

Así que vamos a ver algunas ideas sobre cómo adaptarse al cambio si su asesor no lo hizo en su momento. Ahora el margen es mucho menor, pero siempre es bueno saber qué suelo se pisa.

Fíjese en la rentabilidad real (no en la nominal), y fíjela

Un 3,25%, lo que da ahora mismo de cupón un bono español a diez años, puede parecerle una baja rentabilidad. Pero sólo lo es en términos absolutos. Con la inflación anual al 0%, ese 3% es rentabilidad todo enterito (ver “Teoría de la relatividad (financiera)”). Y si seguimos al paso que marca el dato de IPC de marzo, de nuevo negativo (-0,2%), que se publica según escribo este artículo, el poder adquisitivo de ese 3% es mayor (3,2%, para ser exactos). Si no lo hizo en su momento, fije con la ayuda de su asesor financiero alguna forma de establecer una rentabilidad razonable para el próximo año o par de años –tampoco más tiempo, que luego las cosas podrían cambiar, y en productos líquidos, cuidado con los fondos de rentabilidad objetivo –.

Hágase a la idea: seguirá bajando la remuneración de los depósitos

Si los bancos daban un 4% no era porque les guste regalar dinero. Es porque querían quedarse con el dinero que salía de las nefastas cajas de ahorros sin tener que comprarlas. Muy inteligente, porque es mucho más limpio eso que comprar la caja –salvo que te pague el Estado por ello, cosa que ha ocurrido y sobran los comentarios–. Imagínense lo que habría escondido debajo de la alfombra de una caja de ahorros. Pero los bancos que han quedado ya se lo han repartido y encima es posible –lo ha dicho Weidmann, que es en el fondo quien manda en el BCE– que les quiten de encima créditos impagados, igual que les han quitado ladrillos impagados. A los bancos no les gusta regalar el dinero, y ahora son muchos menos para competir y encima no necesitan tanto pasivo. Y todavía hay alternativas a los depósitos, pero cada vez menos.

También seguirán bajando pisos y alquileres

El tema de los alquileres es el paradigma de cómo ha afectado el pensar que la desinflación –y no digamos ya la deflación– no está en la mente de los españoles. En la mayoría de las clausulas de actualización del IPC que hay en España se habla de adaptarse al IPC, no se indica que sólo a las subidas. Así que si seguimos desinflando IPC, los alquileres bajarán de forma automática. Si sus rentas vienen de alquilar inmuebles, deberá ser consciente de esto. O plantearse invertir en otro tipo de activos. En cuanto a los pisos, todo lo que esté en la órbita del banco malo –en términos de calidad– seguirá bajando. Hay más de un millón de viviendas vacías en España. Eso se llama sobreoferta y no facilita la subida.

A corto plazo, las bolsas se verán beneficiadas

Yo creo que es el temor a que se monte un follón en Ucrania el que hace que las bolsas europeas no suban más de lo que han subido ante las declaraciones del presidente de facto del BCE (fíjense si lo será que sus declaraciones han afectado más al euro que las del propio Draghi, Deutchland Uber Alles). Estímulo monetario es gasolina para las bolsas (otra cosa es que se llegue a tiempo para que lo sea para la economía real).

Por el contrario, un proceso deflacionista largo suele sentarles mal. No voy a entrar en polémicas: los que piensen lo contrario que les pregunten a los japoneses cómo le ha sentado a su bolsa los años que llevan en deflación.

La posibilidad de deflación es mucho mayor en la periferia

Pero eso no es una mala noticia para el inversor, porque es donde la medicina del BCE tendrá más efecto: sobre las bolsas y los bonos periféricos. Pero tampoco descarte Alemania: si a una economía que va bien encima le inyectas dinero… El Dax (índice de la bolsa alemana) no va a sufrir por ello. Por las sanciones a Rusia, sí. Por la entrada de dinero a los mercados, no. Todo lo contrario.

Aproveche las burbujas que creará el estímulo

Todo el mundo habla de deflación en términos éticos, de economía real, etc. Yo trabajo para inversores y hablo en términos estrictamente financieros. El día en que sea ministro de Economía –es broma– o represente de una ONG –eso algún día podría ser cierto– hablaré en otros términos. Y todo lo que digo tiene un objetivo: asesorar a inversores y ahorradores para que: a) no pierdan dinero; b) lo ganen. Bueno, aclarado esto, dejo a tuiteros –nada en contra, yo también lo soy en @AlvargonzalezV–, otros blogueros, opinadores varios –frikis o serios– debatir sobre si hace bien el BCE o no y si va a crear una burbuja o varias. De hecho, es muy posible que lo haga. No entro en si está bien o mal. Yo lo que les digo es que esas burbujas se pueden aprovechar mientras se forman y es bueno saber identificarlas. El que perdió con el ladrillo fue el que entró el último.

Cuidado: tanto en procesos de desinflación como en deflación baja todo menos las deudas

Lo que hablamos de que la experiencia deja huella. Pocos amigos y conocidos míos que no sean economistas entienden cuando se lo explico –y no crean que hablo mucho de trabajo fuera de él, más bien al contrario– que un proceso de bajada de precios que dure mucho tiempo puede ser malo. Hasta que les explicas que también bajará su sueldo, el alquiler que cobra por ese pisito que compró como inversión, el valor del piso, los intereses que paga el depósito… Todo, menos las deudas. Si al banco le debes 100, eso no baja con el IPC. Bajan los intereses referenciados al eme pareceuribor, pero la parte del león, el principal del crédito, ese sigue siendo 100. Y hay que devolverlo aunque bajen tus ingresos. Es lo que hay.

¡Que tengan un muy buen fin de semana!

Las recientes declaraciones del representante del Bundesbank en el Banco CentralEuropeo (BCE), Jens Weidmann, tienen implicaciones para inversores y ahorradores que creo que no han sido suficientemente valoradas por los mercados ni por la mayoría de los analistas. Pero hay que valorarlas en su justa medida para ajustar la estrategia de inversión al simple hecho de que las cosas han cambiado. Y el cambio es oportunidad sólo si sabes adaptarte a él.

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