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Nada es normal en el “nuevo normal”
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Víctor Alvargonzález

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Nada es normal en el “nuevo normal”

Fíjense qué cambio: estamos pasando de una economía en la que empresas y particulares estaban endeudados hasta la cejas a una en la que hay exceso de ahorro privado

Foto: El presidente del BCE, Mario Draghi, junto con la presidente de la FED, Janet Yellen. (Reuters)
El presidente del BCE, Mario Draghi, junto con la presidente de la FED, Janet Yellen. (Reuters)

Creo que fue Larry Summers – ¿o fue Bill Gross? - el que definió como “New Normal” la situación de la economía global. El mundo estaba acostumbrado a que lo normal fuera la inflación, la alternancia entre periodos de fuerte crecimiento seguidos por recesiones (ciclos), que las economías emergentes crecieran más que las desarrolladas y que el petróleo costara más de 100 dólares el barril por el artículo 33 (de la legislación establecida por la OPEP)

Summers sólo entraba en los dos primeros elementos para definir lo que iba a ser la evolución a medio y largo plazo de la economía mundial: reducción del tamaño e intensidad de los ciclos económicos (economía “al tran tran”, que diría un jugador de mus) y baja inflación. Yo era un poco escéptico respecto a lo primero. Si por algo se ha caracterizado siempre la economía es por su carácter cíclico: ciclos más amplios o más reducidos, pero siempre arriba y abajo. Sólo veía un abandono a largo plazo del ciclo si - y solo si - la economía global se “japonizaba” (ver “La japonetización de la economía global”, artículo de septiembre de 2011), lo cual consideraba una amenaza, no una realidad.

China se han pasado dos pueblos a la hora de construir fábricas y no saben cómo colocar todo lo que producen

El caso es que China lleva casi cuatro años con índice de precios a la producción negativo, lo que significa que para vender lo que produce tiene que bajar precios todos los meses. En otras palabras: que se han pasado dos pueblos a la hora de construir fábricas y no saben cómo colocar todo lo que producen. “Telita”, que diría el hijo de una amiga mía.

Visto lo visto no es extraño que las autoridades anunciaran a bombo y platillo que querían cambiar de modelo económico. Pasar a uno que fomentara más el consumo frente a la exportación. En mi modesta opinión no fue una gran idea estratégica, que es como lo presentaron. Fue una reacción. Simplemente se encontraron con un “marrón” de grande proporciones: había que colocar todo lo que se acumulaba en los “stocks” de las fábricas. No podían vender el excedente a Europa, que está estancada, o a Japón, que vive en la UVI. Ni a EE.UU., que crece, pero al 2%, cuando normalmente después de una recesión lo hace al 4%. Si los chinos no se espabilan y bajan agresivamente sus tipos de interés para animar el consumo y equilibrar la balanza consumo/producción, se meten en una espiral deflacionista. Lo de bajar un cuartillo cada dos meses no funciona en un país al que le sale la producción por las orejas. Y la devaluación menos, como expliqué en un artículo de hace un par de semanas.

En cuanto al precio de la energía, ahí tienen el fracking, a Irán que vuelve al mercado, a China y los emergentes que consumen menos (la pescadilla que se muerde la cola). De la inflación se podría cantar eso de “pasarán más de mil años” hasta que vuelva

De la inflación se podría cantar eso de “pasarán más de mil años” hasta que vuelva

Pero no acaban aquí los cambios que afectan a los tipos de interés. Hay otros dos importantísimos. Uno, el comercio electrónico. Lo expliqué con detalle en “Desinflator: bienvenidos a la desinflación digital”. Pero hay otro del que no hemos hablado nunca y que mencionó hace tiempo Allan Greenspan: el “Global Savings Glut” o “Exceso de Ahorro Global”, una situación en la que la tasa de ahorro privado (no público, que esos no se cortan) supera en exceso la de inversión. En otras palabras: hay mucha liquidez en manos de particulares y empresas y la incertidumbre sobre el futuro de la economía hace que se quede en puerto seguro (otra pescadilla que se muerde la cola). Y si hay mucha liquidez (dinero) cae el precio de la misma, es decir, el precio del dinero, es decir, los tipos de interés.

Fíjense qué cambio: estamos pasando de una economía en la que empresas y particulares estaban endeudados hasta la cejas a una en la que hay exceso de ahorro privado. Hasta en España ha aumentado la tasa de ahorro de particulares y empresas (el Estado no parece muy dispuesto a apretarse el cinturón). Y no porque estemos mutando y convirtiéndonos en alemanes (aunque probablemente eso les gustaría a los alemanes). Es que tenemos miedo al futuro.

Si hay mucha liquidez (dinero) cae el precio de la misma, es decir, el precio del dinero, es decir, los tipos de interés

Peligroso paralelo el global con la situación de Japón, que para ellos más que “New Normal” es simplemente normal. Antes de resumir cómo creo se debe de invertir en un escenario “new normal” quisiera mencionar la opinión de Joachim Fels, de PIMCO, que es realmente interesante. Menciona estos cinco factores como responsables del cambio:

  1. Historia: La sombra de la crisis financiera es alargada. La gente tiene miedo de invertir y a embarcarse en gastos o créditos cuando no sabe si mañana tendrá un empleo o estará en la calle.
  2. Demografía: Vivimos más, pero tampoco nos jubilamos mucho más tarde que antes. Y yo añadiría que un paro juvenil del 40% como el nuestro es mano de obra muy barata para las empresas. Y aclaro que no lo digo como algo positivo. Es una vergüenza nacional.
  3. Desigualdad: ha aumentado. Y los ricos ahorran más que los pobres. Aclaro que no creo que el Sr. Fels hable de “rico” en los términos en los que coinciden en definirlos los políticos españoles, desde el PP a Podemos, es decir, que “rica” es una - malvada - unidad familiar que gana más de 60.000 euros al año. Nadie en su sano juicio llamaría rica a una pareja que gane conjuntamente 60.000 euros al año. Tampoco le impondría una carga fiscal real – impuestos directos más indirectos – del 60%. Nadie en su sano juicio, insisto.
  4. Tecnología: El desarrollo tecnológico se ha disparado y reduce la necesidad de capital. Y añadiría, con permiso de Fels, que especialmente la digitalización de la economía. ¿Cuántos hoteles ha tenido que construir Airbnb para ser el mayor proveedor de alojamiento turístico del mundo? Respuesta: ninguno (el ejemplo es elaboración propia, aunque estoy seguro del que el señor Fels estaría de acuerdo)
  5. Necesidad: Las economías emergentes se tiene que apretar el cinturón en la medida en que el capital va cada vez más a los países desarrollados.

El crecimiento débil –aunque relativamente estable-, la energía barata, la ausencia de inflación, los periodos ocasionales de deflación, los bajos tipos de interés y un crecimiento más moderado en los países emergentes están para quedarse. No me atrevería a decir que de forma estructural, pero sí a medio plazo.

Esto puede cambiar si ocurren dos cosas:

A peor: que China haga como el BCE, que tardó en darse cuenta de que o sacaba el Bazooka en lugar de la pistola o tenía un serio problema.

A mejor: que en el último momento llegue la caballería. Vamos, que los EE.UU. se pongan a crecer al 3,5% o incluso 4%. Compensarían la debilidad China. La economía que de verdad sigue moviendo al mundo es la de EE.UU. El crecimiento, aunque no fuera espectacular, estaría garantizado. E incluso podría ser más fuerte de lo que se definiría como “New Normal”

Inversión en una economía “anormal”

No sé cuánto durará esta “nueva normalidad”, pero tengo muy claro que la inflación ni está ni se la espera en Europa al menos durante un par de años y ahora en el mercado hay bonos de empresas europeas con una TIR cercana al 3% con vencimiento a cinco años de empresas que van a seguir pagando intereses y principal. (Ejemplo: Telecom Italia). Y otras con un cupón que supera holgadamente el 3% y que, aunque tienen algo menor calidad crediticia oficial, son suficientemente sólidas y van a pagar. Además, el bono se puede vender, no hace falta que lo tengamos cinco años. O mejor todavía: utilice fondos de inversión - máxima liquidez - que inviertan en esta clase de activos. Podemos tenerlos en cartera lo que dure el “nuevo normal” en Europa.

Lo anterior también vale para aquella deuda pública europea – excluida la griega, obviamente - que dé más del 2% de rentabilidad. Como la española cuando se tensa el mercado. Grecia o la política española seguirán dándonos oportunidades de comprar a esas “tires” (tasas internas de retorno) o incluso superiores. No les quepa duda.

En renta variable la cuestión es más peliaguda. Como ya he comentado, va a depender más de lo que hagan EEUU o el BCE – que esta vez parece que se ha percatado rápido del riesgo - que de China (salvo que fueran listos y bajaran drásticamente sus tipos de interés o utilizarán sus 3.99 billones de dólares en reservas para lanzar un plan de estímulo económico masivo).

EEUU es el Primo de Zumosol, el mayor socio comercial del mundo. Si crece, estamos salvados

Si la Reserva Federal no se excede en la “normalización” monetaria - que habría que ver cuál es en este escenario tan fuera de lo normal -, EEUU es el Primo de Zumosol, el mayor socio comercial del mundo. Si crece, estamos salvados. El crecimiento global sería “New Normal” – cansino, vaya –, pero no será una recesión, que es la posibilidad que asusta a los mercados.

Un escenario de crecimiento moderado con baja inflación, donde la liquidez se remunera a “cero coma” no sería mal escenario para la renta variable, especialmente cuando, por ejemplo, la media de rentabilidad por dividendo de la bolsa europea es de nada más y nada menos que un 3,5% cuando los tipos de interés están - y estarán por mucho tiempo - al 0%.

Superado el miedo a una recesión mundial – que depende, insisto, de si EEUU “funciona” y/o de si China se toma en serio su problema, lo cual está por ver – las bolsas europeas serían un buen lugar para invertir en renta variable, las norteamericanas con moderación –por precio- y en las emergentes mejor esperar a ver cómo se adaptan a la “nueva normalidad”.

Como dijo Darwin, el hombre no es la especie superior por ser más inteligente –es obvio que hacemos muchas tonterías– sino porque es la que tiene mayor capacidad de adaptación. Seamos, pues, inversores inteligentes, en versión darwiniana, y adaptémonos al nuevo medio, que no es en absoluto “normal”.

Que tengan un buen fin de semana.

Creo que fue Larry Summers – ¿o fue Bill Gross? - el que definió como “New Normal” la situación de la economía global. El mundo estaba acostumbrado a que lo normal fuera la inflación, la alternancia entre periodos de fuerte crecimiento seguidos por recesiones (ciclos), que las economías emergentes crecieran más que las desarrolladas y que el petróleo costara más de 100 dólares el barril por el artículo 33 (de la legislación establecida por la OPEP)

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