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La economía ha cambiado. La forma de ahorrar, también
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Víctor Alvargonzález

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La economía ha cambiado. La forma de ahorrar, también

Todavía son muchos los que no saben que el valor del cupón también es relativo. Afortunadamente, esto no tiene por qué ser algo negativo en el nuevo escenario financiero en el que nos adentramos

Foto: Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi (EfE)
Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi (EfE)

A estas alturas son pocos los ahorradores que no sepan que la renta fija no es tan fija, y que lo único fijo es el cupón que paga el bono. Pero todavía son muchos los que no saben que el valor del cupón también es relativo. Afortunadamente, esto no tiene porqué ser algo negativo en el nuevo escenario financiero en el que, cada vez de forma más evidente, nos adentramos.

Un periodista amigo mío me llama “Sr. Deflación” porque hace cuatro años dije que no se debería descartar en absoluto un escenario deflacionista (IPC negativo) en Europa (ver “La japonetización de la economía occidental”) Yo le decía que prefería que me llamara Sr. Desinflación, pues pensaba que no llegaríamos tan lejos como Japón y que nos quedaríamos en una inflación muy baja y sólo ocasionalmente negativa.

Para establecer la diferencia entre un mundo con inflación plana y crecimiento moderado frente al Japón del estancamiento y la deflación, me basaba en tres cuestiones:

  1. La decidida actitud de la Reserva Federal de EEUU (la “Fed”), que contrastaba con la del gobernador del banco de Japón que subió tipos para “contrarrestar” el pinchazo de la burbuja inmobiliario-financiera de los años 80 (un genio)
  2. El dinamismo y capacidad de innovación de la economía norteamericana.
  3. La capacidad de crecimiento de las economías emergentes.

Decía entonces que estos tres factores podían evitar la “japonización” global. Ahora bien, ¿qué pasa si falla alguno?

La predicción de que la actuación decidida de la Fed y el dinamismo empresarial norteamericano evitarían la japonización en EEUU se ha cumplido, al menos, hasta ahora. La de que Europa haría más bien poco por evitar la “japonización” y que el BCE actuaría tarde mal y a rastras, también. Pero afortunadamente Draghi está tratando de contrarrestar la subida que hizo Trichet (otro genio). Lo que no se ha cumplido es que las economías emergentes ayudarían a EEUU como soportes del crecimiento. Esto afecta, y mucho, no ya a los inversores, sino a todos los ahorradores. Pero no tiene que ser para mal si entienden cuál es el cambio y cómo adaptarse.

Aparte de los depósitos y los inmuebles, el ahorrador suele colocar su dinero en fondos de renta fija. En este contexto, la perspectiva de que un bono de razonable calidad crediticia – da igual que la inversión sea directa o vía fondos, a largo plazo es lo mismo – ofrezca un cupón/revalorización anual del, digamos, 1,30%, no parece muy excitante, considerando, además, que el valor y el fondo oscilan – tienen cierta volatilidad -, cosa que no hace un depósito o una cuenta corriente.

Pero … ¿Qué le parecería un 2,50%? ¿Más atractivo, no?

Pues resulta que esa es realmente la rentabilidad de ese bono que da actualmente una TIR (tasa interna de rendimiento) del 1,30% si, como es el caso en España, el IPC anual es negativo, concretamente un - 1,2%, según el último dato publicado. Con ese IPC negativo, la rentabilidad real de su inversión es el 2,50%.

La rentabilidad real de un bono depende de la inflación. Y esta ahora es negativa

Es relativamente fácil de entender. Pongamos la situación contraria. Esa a la que estamos habituados “de toda la vida”. Por ejemplo: me pagan un 3,70% de cupón – teóricamente atractivo - y la inflación es del 1,20%, es decir, la pérdida de poder adquisitivo de mi dinero – eso es la inflación - es del 1,20% anual.

En ese contexto, un cupón del 3,70%, que suena, insisto, atractivo, me da una rentabilidad real del 2,50% (3,70% de cupón -1,20% de inflación). Pues fíjense: es exactamente lo mismo que el bono que ahora me paga un 1,30% con una deflación - con “d” - del 1,20%.

¿Y por qué algo que paga más puede ofrecer la misma rentabilidad real – neta - que algo que paga menos? Porque la rentabilidad real depende de la inflación. Y ahora es negativa. Obviamente, el que compró a 3,70 % hace un año y pico ahora da palmas con las orejas (ver “Que error, que inmenso error”), porque su rentabilidad real es de 4,90% (Cupón nominal más mejora de un 1,20% del poder adquisitivo por la deflación) Pero un 3,70 % nominal es historia si hablamos de bonos de buena calidad crediticia, es decir, que siempre hayan pagado los intereses y el principal al vencimiento, y tengan expectativas razonables de seguir haciéndolo.

En un año con deflación, con el mismo dinero compro más, porque los precios de bienes y servicios bajan

En resumen, y dada la importancia de la cuestión, insistimos: con inflación negativa el dinero no pierde poder adquisitivo: lo gana. En un año con deflación, con el mismo dinero compro más, porque los precios de bienes y servicios bajan. O si lo prefieren: a los 1,30 euros que me han pagado en mi inversión hay que añadir una rebaja en el comercio de 1,20 euros en el producto que voy a comprar. Cuando hace unos años lo que tenía era una subida de precio todos los años.

Alguien se dirá que para eso deja el dinero en cuenta corriente y gana un 1,20% anual en poder adquisitivo sin riesgo alguno. Cierto; pero sólo si hay deflación. Con inflación cero o muy leve – escenario muy probable - se queda plano o pierde ligeramente. Y en ese contexto de inflación cero un 1,30% sería mejor que nada (cuenta corriente) o que en un depósito al 0,30% de interés anual.

Otra cuestión importante: imaginen que compran un piso para alquilarlo. Están encantados con su, digamos, 4% de rentabilidad (al que habría que restar gastos de mantenimiento). Pero, cumplido un año de alquiler, el inquilino le llama y le dice que ha mirado en la web del INE la variación interanual del IPC, y resulta que es del -1,20%. “Menos” 1,20%, no “más 1,20%”. Así que si el contrato de arrendamiento no dice lo contrario, hay que actualizar la renta, y en este caso actualizar significa bajar, concretamente un 1,20% de lo que paga. Dirán ustedes que es insignificante (aunque ya no es un 4% sobre la inversión). El problema surge si el año que viene y el siguiente ocurre lo mismo. Habrá que bajársela de nuevo, salvo, insisto, pacto en contrario. Y ya saben: tacita a tacita…

No es una cuestión baladí. Sigo pensando que mi previsión de hace cuatro años se cumplirá en su lado menos deflacionista – baja inflación solo ocasionalmente negativa – y que evitaremos la “japonización” (deflación durante un largo periodo de tiempo). Lo que si se es que los próximos años van a ser muy diferentes a lo que llevan acostumbrados generaciones de españoles en materia de precios.

Esto puede cambiar si volviera la inflación a Europa. En mi opinión, si ya era difícil hace cuatro años, ahora es prácticamente imposible. La oleada de productos baratos que van a inundarnos desde China y emergentes, la caída de los precios energéticos y el nivel de paro hacen que, a un año vista sea muy difícil que haya inflación en Europa. Y luego, de haberla, será muy moderada.

Hay que cambiar el chip y dejar de pensar en términos de IPC positivo por norma. Y, a la hora de invertir en bonos, no olvidar el concepto de rentabilidad real versus nominal. Lo sé: cuesta adaptarse a un cambio de esta magnitud, pero, como dijo Darwin, el hombre no es la raza superior por su inteligencia, sino por su capacidad de adaptación. El ahorrador no debe ser una excepción.

A estas alturas son pocos los ahorradores que no sepan que la renta fija no es tan fija, y que lo único fijo es el cupón que paga el bono. Pero todavía son muchos los que no saben que el valor del cupón también es relativo. Afortunadamente, esto no tiene porqué ser algo negativo en el nuevo escenario financiero en el que, cada vez de forma más evidente, nos adentramos.

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