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Inmunizados y beneficiados por la revolución digital
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Víctor Alvargonzález

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Inmunizados y beneficiados por la revolución digital

Antes de invertir en cualquier valor o sector los inversores deben analizar cuál es el posicionamiento de esa empresa o sector ante la nueva - y potente - revolución industrial

He escrito mucho sobre los sectores y empresas que se han quedado mirando a la revolución digital como si no fuera con ellos y han sido -o serán- atropellados como los conejos que se quedan mirando a la luz de un coche que se aproxima a toda velocidad.

Creo que es una información muy útil para los inversores, para que antes de invertir en cualquier valor o sector analicen cuál es el posicionamiento de esa empresa o sector ante la nueva - y potente - revolución industrial. Tiene gracia que mientras cada día hacemos más cosas con un móvil, una “tablet” o un ordenador, no lo tengamos en cuenta a la hora de invertir.

Y no lo hacemos. ¿Cuánta gente tiene en cartera determinados bancos que no están en absoluto preparados para afrontar con éxito el cambio? ¿O empresas de servicios cuya estrategia digital se limita a mejorar el aspecto de la web, tener cuenta en Twitter o Facebook y aquí paz y después gloria? Buscamos casa de vacaciones en Airbnb pero invertimos en cadenas hoteleras clásicas. Y de ahí en adelante.

Buscamos casa de vacaciones en Airbnb pero invertimos en cadenas hoteleras clásicas. Y de ahí en adelante

Los bancos, las empresas de servicios financieros, las de distribución, la hostelería, el transporte de viajeros y en realidad casi todos los sectores que dan un servicio pueden ser víctimas de la revolución digital (ver “Los “disruptores” digitales llaman a la puerta”)

Pero también hay sectores y empresas que pueden ser beneficiarios del cambio sin necesidad de modificar en exceso sus modelos de negocio. Y esto es importante, porque muchos de ellos no están de moda ni son “fashion”, ya que la gente está buscando el que lanzará la última “App”, o el que quitará negocio a un sector tradicional. Y esto significa dos cosas: uno, que es difícil encontrar negocios digitales a buen precio porque todo el mundo los busca y, dos, que no se presta atención a modelos “antiguos” que están baratos porque “el consenso” piensa que al no ser “tech” tienen los días contados. Precisamente cuando algunos de ellos pueden estar empezando una época dorada al servicio de la digitalización.

Un ejemplo: el mismo día que publicó resultados Amazon, el disruptor digital del sector distribución por excelencia, también los publicó UPS, que de disruptor digital tiene poco. Y también fueron muy buenos. Pero lo más importante eran unas líneas del informe que acompañó a la publicación, en las que se hacía hincapié en cómo habían adaptado su estrategia a las entregas a particulares, un negocio – decían – con importantes diferencias respecto al de empresas. Probablemente otras empresas del sector no vieron el crecimiento que iba a producirse cuando la gente decidiera reducir sus visitas físicas a los comercios y esperar tranquilamente a recibir en casa las cosas que ha comprado por Internet.

Sé también de un empresario avispado que ha comprado naves industriales en los principales nudos ferroviarios y de transporte por carretera de España. Los productos comprados por Internet también viajan. Y se almacenan. Como es lógico muchas empresas prefieren contratar este servicio que tener un gran inmovilizado en forma de almacenes que hay que mantener. O una flota de drones, que cuesta una pasta y que en determinados países se corre el riesgo de que los derriben de una pedrada para venderlos de segunda mano. O despiezarlos. Que esto no es Hollywood.

Pero también hay empresas inmunes a las pedradas y a la revolución digital. Son aquellas cuyo negocio es totalmente físico. Mucho tendría que desarrollarse la impresión 3D – otro tema muy interesante - para que un consignatario de un puerto que recibe mercancías pesadas – trigo, minerales, cemento, etc. - se vea afectado por la revolución digital. De hecho, los más listos se benefician de la eficiencia que genera la revolución en sus proveedores de servicios financieros, logísticos, etc.

Hay muchos más ejemplos en uno u otro sentido. Pero no se preocupen, no pretendo citarlos a todos. Sólo quería compartir con ustedes la importancia que tiene actualmente preguntarse cómo afecta la revolución digital a los negocios en los que invertimos. O si vamos a montar uno. Incluso para ver qué futuro tiene la empresa en la que trabajamos. Hacer esta reflexión a tiempo puede evitar muchos disgustos. Y ganar dinero. En términos económicos se puede decir que tenemos un nuevo coste o un nuevo beneficio potencial que considerar al analizar una empresa, tan importante como puede ser el medioambiental, el laboral o el regulatorio: el coste - o beneficio – digital.

He escrito mucho sobre los sectores y empresas que se han quedado mirando a la revolución digital como si no fuera con ellos y han sido -o serán- atropellados como los conejos que se quedan mirando a la luz de un coche que se aproxima a toda velocidad.

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