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No se equivoquen: Trump viene a gobernar
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Víctor Alvargonzález

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No se equivoquen: Trump viene a gobernar

El Trump presidente no será el de la campaña, pero tampoco es un funcionario. Las estrategias modelo avestruz o “ya veremos” resultan, cuanto menos, arriesgadas

Foto: El presidente electo, Donald Trump. (Reuters)
El presidente electo, Donald Trump. (Reuters)

Hemos pasado del pánico irracional a una complacencia injustificada. Como el día de su victoria el nuevo presidente de los EEUU dio un discurso conciliador, empieza a extenderse la opinión de que ahora que ha llegado a la presidencia se olvidará de su programa económico. Así que todos tranquilos, no pasa nada, no hace falta realizar cambio alguno en la estrategia de inversión.

La verdad es que uno no deja de sorprenderse. Tenemos un nuevo presidente en la mayor economía del mundo, con un programa muy diferente al de presidentes anteriores y con una visión política radicalmente distinta. ¿Y no pasa nada? Mucho me temo que las personas que piensan así están abocadas a un duro despertar. Y, por lo que veo, no son pocas.

Para empezar, Trump no es un hombre de partido. Es un empresario que ha llegado a presidente. Y tiene más dinero del que nunca podrá gastar. En otras palabras, sus ataduras y facturas políticas están muy por debajo de la media de los presidentes políticos profesionales sin un gran patrimonio personal. No sabemos si conseguirá cambiar nada de lo que se propone cambiar, pero de una cosa si estoy seguro: lo va a intentar.

Sus ataduras y facturas políticas están muy por debajo de la media de los presidentes políticos profesionales sin un gran patrimonio personal

Seamos realistas: Trump no viene a contemporizar. Viene a dejar huella. Y solo va a condescender cuando no tenga más remedio. El mensaje de tranquilidad inicial es lógico, es de mínimo sentido común, especialmente después de una campaña electoral muy bronca. Pero el nuevo presidente es peleón: no va a rehuir la polémica. No será el Trump de la campaña electoral, por supuesto, pero tampoco va a olvidarse de quién y por qué le ha votado.

La primera víctima de Trump no son las acciones. Son los bonos. Después de treinta años se acabó la tendencia bajista de los tipos de interés en EEUU. Los bonos habían subido como consecuencia de esa tendencia y eso se ha acabado. Pero no cometan el error de pensar que Europa y Norteamérica tienen las mismas expectativas económicas y financieras. Nada más lejos de la realidad. Ni tenemos un presidente dispuesto a meter el “chute” que le quiere meter Trump a la economía norteamericana, ni las mismas expectativas de inflación, ni el BCE va a subir los tipos de interés en mucho tiempo (cosa que si que va a hacer la FED en breve) Así que aprovechen esa característica tan de los mercados de vender todo cada vez que truena aunque la lluvia caiga en otro sitio. Una caída importante en el precio de los bonos USA es una oportunidad para comprar bonos europeos a buen precio.

Otra cuestión que creo se está tomando a la ligera es lo de la renegociación de los tratados comerciales internacionales por parte de EEUU. Que si ya están firmados, que si Trump no tiene fuerza para forzar una renegociación, etc. No se engañen: si fuéramos nosotros sería difícil que obligáramos a medio mundo a sentarse a renegociar, pero es EEUU. Trump lo intentará y como mínimo generará tensiones cambiarias que afectarán a las divisas y a las bolsas de los países implicados. Y a todos los activos denominados en esas divisas. ¿Se acuerdan cuando insistía que la deuda emergente en cartera fuera denominada en dólares? Pues eso.

Foto: Donald Trump. (Ilustración: Raúl Arias)

Lo que nos lleva precisamente al dólar. En el artículo del mes de mayo en el que les decía que se prepararan porque Trump podía ganar (ver 'Vayamos preparándonos para 'Trumponomics') decía que a Trump no le interesa un dólar fuerte. Y lo mantengo. El problema es que una cosa son los deseos y otra las realidades. Ciertamente uno de los objetivos del nuevo presidente es que Norteamérica recupere competitividad frente a los países emergentes que abaratan sus divisas para hacerle, en su opinión, competencia desleal. A Trump no le interesa un dólar fuerte, pero esa es exactamente la consecuencia directa de su programa económico, que genera subidas de tipos de interés, haciendo así más atractiva la remuneración de depósitos y activos financieros en dólares. En paralelo, su política de estímulo fortalece la economía y una divisa se supone que refleja la fortaleza o debilidad de la economía subyacente. No se cumple siempre, pero es algo que tiene una base económica sólida y sugiere un dólar fuerte.

Los partidarios de hacer como si no hubiera pasado nada también dicen que la política de Trump no afectará a la inflación. Puede que no, pero tengamos en cuenta que el objetivo de ese “chute” económico que combina bajadas de impuestos con aumento del gasto y la inversión aspira a que el PIB crezca al 4% anual (frente al 2% actual). Cierto, un crecimiento mayor no es siempre inflacionista –aunque lo es la mayoría de las veces- , pero resulta que la inflación actual es muy baja, y con la economía cerca del pleno empleo no debería extrañarnos que repuntaran los precios. La inflación subyacente está en el 1,7% anual. Podría subir al 2,5% y seguiría siendo un nivel de precios muy razonable para un crecimiento del 4%. Pero sería una subida de casi un punto, lo cual afecta, y mucho, a la valoración de bonos, bolsas o dólar.

No es sólo que el programa de gobierno del nuevo inquilino de la casa blanca sea muy diferente al de sus predecesores -lo cual ya de por sí debería hacernos vigilar la composición de nuestras carteras-. Es que su perfil personal también lo es. El Trump presidente no será el de la campaña, pero tampoco es un funcionario. Las estrategias modelo avestruz o “ya veremos” resultan, cuanto menos, arriesgadas.

Hemos pasado del pánico irracional a una complacencia injustificada. Como el día de su victoria el nuevo presidente de los EEUU dio un discurso conciliador, empieza a extenderse la opinión de que ahora que ha llegado a la presidencia se olvidará de su programa económico. Así que todos tranquilos, no pasa nada, no hace falta realizar cambio alguno en la estrategia de inversión.

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