¿Dónde irá todo ese dinero que está en depósitos bancarios y en el BCE?

Desgraciadamente, en lo referente al dinero que está en depósitos bancarios, la primera respuesta que me viene a la mente es que irá donde la banca quiera que vaya, es decir, a fondos garantizados u otros productos muy rentables para la entidad y muy poco rentables para el cliente.

Luego está el dinero que los bancos tienen depositado en el Banco Central Europeo (BCE). Ese es todavía más surrealista, porque debería haber ido a créditos por los que los bancos cobren un interés, pero está en las arcas del BCE pagando una comisión. Una comisión que, solo el año pasado, ascendió a la bonita cifra de 3.800 millones de euros.

Todo esto es, como digo, surrealista, una anomalía del sistema financiero, porque, para empezar, es ridículo que haya tanto dinero en depósitos cuando la renta fija ha ido de cine en los últimos años y la renta variable tampoco lo ha hecho nada mal, pese a la volatilidad. Y me refiero a renta variable norteamericana o europea, no sólo a España. En esta ocasión ni siquiera las rentabilidades pasadas han sido capaces de sacar al dinero del depósito o del garantizado. Pero esa situación no durará eternamente, como tampoco estará el dinero eternamente en las arcas del BCE pagando intereses cuando tendría que estar cobrándolos.

En España gran parte del dinero del depósito irá al ladrillo. De hecho ya está yendo

Acertar cuál será el destino de todo ese dinero es acertar la pregunta del millón, tanto para los inversores como para el sector, porque allí donde vaya el dinero subirán los activos elegidos y allí donde empiece a moverse florecerán los negocios que den servicio a ese dinero. Y no cualquier servicio – ese ya lo tienen - sino un buen servicio.

La primera respuesta es muy fácil. En España gran parte del dinero del depósito irá al ladrillo. De hecho ya está yendo. Y mi sensación es que el ladrillo preferido tiene mucha relación con el origen del dinero. El que viene de grandes fortunas se canaliza a través de socimis que invierten en grandes operaciones inmobiliarias. Mucho dinero que viene de altos patrimonios también se dirige a lo que yo llamaba en “mi libro” bienes inmobiliarios “con apellidos”, es decir, con el apellido Barrio de Salamanca, o Barrio de las Letras, o Paseo Marítimo X. Inmobiliario de calidad en el que el dinero se fija enseguida después de una crisis. Mucha gente dice que hay poco que ganar porque el valor de los inmuebles en esos barrios ya ha subido. Pero eso es no tener en cuenta la enorme cantidad de dinero que hay en depósitos al 0%. Nunca ha habido tanto. Hay gasolina para mucho recorrido.

Otro activo inmobiliario prometedor es el que podemos llamar “ladrillo del pueblo”. Me refiero al sector inmobiliario accesible al ahorrador medio. Son pisos y apartamentos en el entorno de los 200.000 euros, ideales para ese inversor con buena situación crediticia que puede poner 100.000 en 'cash' y solicitar un crédito por la diferencia. Y si están en o cerca de zonas 'con apellido', mejor. A esos “pisos” les auguro un gran futuro, pero no sólo porque España es ladrillera por naturaleza, sino por falta de alternativas para que el ahorrador medio pueda diversificar.

No se moverán del depósito hasta que tengan al lado alguien asesorándoles en quien puedan confiar, alguien que obviamente no es el banco

Porque la gente quiere diversificar y no meter todo su dinero en ladrillo, sobre todo quién ha vivido la crisis, pero ahí topa con la realidad de unos servicios de gestión o asesoramiento financiero caros, malos o simplemente inexistentes.

Hace poco leí un estudio que venía decir que todo el que tiene menos de 300.000 euros es, por definición, financieramente inculto y de perfil ultra conservador, así que para qué asesorarle. En otras palabras, médicos, arquitectos, abogados, ejecutivos, empresarios etc. cuyo patrimonio ronde los 100.000 € se quedan en depósitos o “pisos” y no invierten en activos financieros porque no les gusta el riesgo – aunque todavía tengan 45 años – y porque su cultura financiera es muy baja.

No puedo estar más en desacuerdo. Si todavía tienen su dinero en depósitos es porque nadie les ofrece el asesoramiento adecuado para modificar con confianza la estructura de su patrimonio. Y viendo cómo funcionan las cosas en el sector no me extraña que no confíen. Tampoco son incultos: de hecho, tienen más cultura financiera que sus padres. Y acceden a más y mejor información, porque viven en un mundo digital. Tampoco son tan conservadores. Lo que ocurre es que son inteligentes y no se moverán del depósito hasta que tengan al lado alguien asesorándoles en quien puedan confiar, alguien que obviamente no es el banco, otra cosa que saben y que a sus padres les costó mucho dinero aprender.

A falta de alternativas y asesoramiento en condiciones, el dinero del depósito irá al garantizado de turno o íntegramente al ladrillo

En el corto plazo se cumplirá la maldición. A falta de alternativas y asesoramiento en condiciones, el dinero del depósito irá al garantizado de turno o íntegramente al ladrillo, lo que supone un problema grave de falta de diversificación y falta de liquidez para el futuro. Pero a largo plazo las anomalías financieras siempre se corrigen. Así, cuando la situación se normalice, mucho de ese dinero irá donde va en los países avanzados, es decir, a renta variable vía fondos de inversión. Una buena noticia para la tendencia de las bolsas en los próximos años. Y también a fondos de renta fija cuando se normalice, a su vez, la situación de los tipos de interés.

Como me he alargado dejaremos para otra ocasión la investigación sobre cómo se normalizará esa perversión económica que supone que miles de millones que tendrían que estar en otro sitio cobrando estén en el banco central europeo pagando.