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Los mercados y el optimismo
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Los mercados y el optimismo

La memoria histórica que tenemos es limitada y, cuando hablamos de mercados, observamos cómo se tiende a olvidar la experiencia sufrida y no se reacciona hasta que la situación vuelve a ser crítica

Foto: Foto: Corbis Images.
Foto: Corbis Images.

Benjamin Flanklin decía: “No anticipéis las tribulaciones ni temáis lo que seguramente no os puede suceder. Vivid siempre en un ambiente de optimismo” y eso parece que están haciendo los ahorradores.

El inversor, como característica de nuestra especie, tiende a ser optimista (y alcista) pues nos agrada mucho más el escuchar la parte “positiva” de las cosas que la parte negativa. Además, la memoria histórica que tenemos es muy limitada y, cuando hablamos de mercados, observamos cómo se tiende a olvidar la experiencia sufrida, por muy dolorosa que haya sido, y no se reacciona hasta que la situación vuelve a ser crítica.

Las caídas del 2008 han pasado a la historia y el inversor sólo ve ahora lo mucho que ha subido el mercado en los últimos 6 años. Y se ha vuelto “insensible” al precio que paga por un activo. Estos inversores “insensibles al precio” van desde los bancos centrales de los países desarrollados, fondos de pensiones, compañías de seguros, fondos de inversión pasivos…hasta los inversores finales. Y se ha olvidado lo que nos enseño esa etapa anterior; el pagar un sobreprecio por un activo que tiene más riesgo que potencial de rentabilidad, acaba en pérdidas siempre.

Me llama la atención un informe de GMO (una compañía de global investment) que tiene bajo gestión 117 billones de USD, en la que habla de esa potencial rentabilidad de los activos, en los próximos años. Según sus estimaciones, los inversores deberían obtener rentabilidades negativas (en términos reales) en los próximos siete años dado el riesgo que están asumiendo (precio de los activos hoy).

Para intentar medir ese riesgo, GMO calcula que el inversor está asumiendo un riesgo del 40% frente a un beneficio potencial inferior al del tipo de interés libre de riesgo. Ese ratio de lo que se puede ganar frente a lo que se puede perder, se debe a la alta valoración de los activos. Lo hemos visto varias veces, mismo desde el punto de vista de PER como de margin debt versus el GDP.

Y justo en este tema de valoración excesiva, es donde radica el problema. Bajo la excusa de “no tengo alternativas de inversión” muchos gestores se han metido de lleno en riesgo y empezamos a ver ciertas sorpresas por parte de inversores que, de nuevo, se dejan llevar y no entienden lo que están comprando. No es lo mismo un depósito a plazo que un fondo de inversión de renta fija. No es lo mismo comprar un paquete de acciones con PER de 12/13 que con un PER de 17. O del 50% que llegó a tener la bolsa China hace unos meses.

Me decía un profesor de la facultad que el concepto de “caro” o “barato” no existía. Que todo dependía del precio que uno quiere pagar por hacerse con el activo. Ahora tengo claro que, pese a lo convincente de su argumento, no puedo aplicarlo al mercado pues en el precio de un activo influyen muchos factores que hacen que el precio, sí importe. Y hay veces en las que, dado el ratio de rentabilidad/riesgo asumido, es mejor dejar correr la supuesta oportunidad.

No se trata de que yo sea muy pesimista, sino de que el inversor es muy optimista. Sin duda, estamos siguiendo al pie de la letra lo que nos decía B. Flanklin. No sé si tendrá razón esta vez…

Benjamin Flanklin decía: “No anticipéis las tribulaciones ni temáis lo que seguramente no os puede suceder. Vivid siempre en un ambiente de optimismo” y eso parece que están haciendo los ahorradores.

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