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Dios mío, ¡el crédito promotor en España sigue creciendo!
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Alberto Artero

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Dios mío, ¡el crédito promotor en España sigue creciendo!

Hay veces en las que cualquier conjetura que uno pueda hacer sobre la evolución de un determinado problema se ve superada por la evidencia de los

Hay veces en las que cualquier conjetura que uno pueda hacer sobre la evolución de un determinado problema se ve superada por la evidencia de los hechos. Es lo que ocurre en España con la cuestión del apalancamiento del sistema en general y la evolución del crédito promotor en particular. Según los últimos datos del Banco de España, la financiación para desarrollo inmobiliario no sólo no se ha reducido desde el estallido de la crisis, allá por finales del segundo trimestre de 2007, sino que ha ido aumentando de forma progresiva según han transcurrido los meses. El subprime español, como se le ha dado en llamar, no sólo no ha acomodado su volumen a los signos de los tiempos, por utilizar la expresión evangélica, sino que se ha convertido en un obstáculo aún mayor de lo que era en su inicio para el sector bancario, con la anuencia de éste, y la economía en general. Y todavía algunos se quejan del escepticismo colectivo sobre el futuro de nuestro país. Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio.

Los datos, recogidos en el cuadro cuyo enlace les adjunto, no admiten dudas. A junio de 2007, la banca había destinado a financiar promociones 282.081 millones de euros del activo de su balance, una cantidad que multiplicaba por casi 7 el importe de cierre de 2001, por 3.5 el de final de 2003 y por casi 2 la cantidad comprometida a 31 de diciembre de 2005. La perspectiva histórica es importante para tener una cierta visión temporal de la vertiginosa evolución del disparate nacional. Pues bien, dos años y un trimestre más tarde, los 282.081 millones se han convertido en 324.439, lo que supone un incremento del 15%. Alguno podrá argüir que se trata de un proceso lógico, sobre todo al principio de la crisis, resultado de la disposición de líneas de crédito por parte de los deudores para concluir obras en curso. De acuerdo. Pero es que en septiembre de 2009 aún se vivía un crecimiento interanual del 3%, con todo lo que había llovido hasta entonces. Pues si ésta es la principal amenaza para la definitiva recuperación española, poco se ha hecho para contenerla y/o corregirla.

Siendo como son datos del supervisor, a uno le cuesta creer que no haya connivencia entre el mismo y las instituciones financieras para mantener la irrealidad de unas cifras que, como diría Marc Vidal en esa expresión tan típica suya, insultan a la inteligencia. Efectivamente, el sector bancario ha decidido hacer de tripas corazón y ha acudido, tardíamente, a la reunificación de deudas. De este modo ha situado bajo el paraguas de determinadas garantías reales todo el crédito dispuesto por la promotora endeudada, aunque se trate de mera financiación de circulante, por poner sólo un ejemplo. Eso explicaría el aumento de volumen. Sin embargo, uno se pregunta cómo es posible que tal fenómeno ocurra cuando sistemáticamente estamos viendo en los inmuebles afectos revisiones a la baja de su valor, de modo tal que la prenda se aleja cada vez más del importe nominal del crédito que respalda. El ajuste de una, ¿no tendría que llevar a la adecuación automática del otro?

Resulta especialmente sospechoso que dé positiva la diferencia entre el más del endeudamiento nuevo, que no dejan de ser deudas antiguas vestidas con nuevos ropajes, y el menos de la suma de los incobrables ya fuera del balance y las ejecuciones de inmuebles, incorporados al activo de la banca en un  importe no inferior a 30.000 millones de euros. Pero no es menos sorprendente que, de la parte no adjudicada, sólo tengan la consideración de morosos 28.315 millones (página 2 del mismo documento), esto es: un 10% clavado del total. O, dicho de otro modo, la banca considera a día de hoy que el 90% de sus promotores deudores gozan de la suficiencia solvencia como para hacer frente a sus créditos. A ver, a ver, me lo repita, por favor. Parece que no opinan lo mismo los propios acreditados. Una realidad incómoda que esconde una manipulación flagrante, toda vez que es de todos conocido que una parte sustancial de tal apalancamiento se destinó a la compra -a precios desorbitados- de unos solares que van a estar durante mucho, mucho tiempo lejos de justificar los importes que en su día por ellos se desembolsaron. Triste coyuntura de unas empresas estranguladas financieramente que se enfrentan a unos costes recurrentes, principal e intereses, con unos activos ilíquidos y devaluados y cuya viabilidad es ciertamente milagrosa. ¿A quién quieren engañar? 

A cierre de noviembre, dos meses después del documento del Banco de España, las provisiones del conjunto de bancos y cajas se situaban en 54.258 millones de euros. Suponiendo que el 100% de las mismas se destinaran a hacer frente al crédito promotor, las entidades tendrían colchón para cubrir el 16% de las contingencias totales que afectan a esta categoría. Una cuantía a todas luces insuficiente vista la incierta deriva por la que discurre el inmobiliario nacional, demanda retraída y oferta abundante. La falta de visión política para afrontar el problema en su totalidad -modelo sueco- y la negativa de las instituciones financieras de asumir la dolorosa situación de sus balances y sustituir crédito malo por bueno, de acuerdo con unas instrucciones fijadas por la autoridad, se encuentran en el origen de un círculo vicioso que está provocando la muerte lenta de muchas firmas no inmobiliarias rentables que no se explican por qué sus financiadores de toda la vida les vuelven ahora la espalda. Aquí tienen una respuesta. Esperar que los problemas se resuelvan sólos suele traer estas consecuencias. A ver si algún aguililla se empieza a dar cuenta y actúa eficazmente. Más vale barcos sin honra, que honra sin barcos. ¿O no?

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Hay veces en las que cualquier conjetura que uno pueda hacer sobre la evolución de un determinado problema se ve superada por la evidencia de los hechos. Es lo que ocurre en España con la cuestión del apalancamiento del sistema en general y la evolución del crédito promotor en particular. Según los últimos datos del Banco de España, la financiación para desarrollo inmobiliario no sólo no se ha reducido desde el estallido de la crisis, allá por finales del segundo trimestre de 2007, sino que ha ido aumentando de forma progresiva según han transcurrido los meses. El subprime español, como se le ha dado en llamar, no sólo no ha acomodado su volumen a los signos de los tiempos, por utilizar la expresión evangélica, sino que se ha convertido en un obstáculo aún mayor de lo que era en su inicio para el sector bancario, con la anuencia de éste, y la economía en general. Y todavía algunos se quejan del escepticismo colectivo sobre el futuro de nuestro país. Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio.

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