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Rodrigo Rato y su extraña familia
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Alberto Artero

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Rodrigo Rato y su extraña familia

Que la unión Caja Madrid-Bancaja el es el principal riesgo sistémico del sistema financiero español no se le escapa a nadie. No se trata de una

Que la unión Caja Madrid-Bancaja el es el principal riesgo sistémico del sistema financiero español no se le escapa a nadie. No se trata de una afirmación a humo de pajas, una suerte de intuición bastarda que busca generar pánico entre clientes, acreedores e inversores, sino el resultado de su silogismo. Premisa 1, el problema de la banca española se concentra fundamentalmente en las cajas y se mide en términos de FROB. Premisa 2, el SIP que más dinero ha pedido a los fondos públicos es el llamado Banco Financiero y de Ahorros, resultado de la integración de las dos entidades antes mencionadas y otras cinco más. Conclusión, la nueva institución, tercera en el ranking nacional por tamaño del balance, es el termómetro principal para medir la salud del conjunto de la industria ya que su “caída” tendría efectos devastadores para toda ella.

Esta percepción la han podido comprobar en sus carnes tanto Banco de España como el Tesoro que, en sus sucesivas reuniones con analistas y gestores tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, se ven sistemáticamente preguntados por la firma presidida por Rodrigo Rato. No ayuda demasiado la consideración de la sociedad para algunos miembros relevantes del BCE como “banco yonqui”, por su dependencia de la línea especial de financiación al 1% abierta por el organismo supranacional y que supone un porcentaje significativo del total de la exposición española. De ahí que resulte especialmente sorprendente, dentro y fuera de la reconvertida caja, el marcado carácter político que ha primado en la configuración de sus órganos de gobierno, por una parte, y la continuidad en la gestión de aquellos que condujeron a sus respectivas organizaciones al desastre, por otra, en un reparto de funciones, cuando menos, extraño que puede ahondar la parálisis y el desconcierto operativo del día a día de la compañía.

Sobre este último punto se ha disparado toda suerte de especulaciones. Pese a que en la distribución proporcional para la integración, Caja Madrid cuenta con un 52,06% del BFA y Bancaja con el 37,70%, ha sido ésta última la gran vencedora en términos de primera línea del organigrama, victoria a la que hay que añadir la fijación de la sede social del nuevo banco en Valencia. En efecto, tanto el negocio como medios, áreas ambas fundamentales para su actividad corriente, han recaído en hombres procedentes de la entidad valenciana. No habría nada que objetar si no fuera porque Aurelio Izquierdo, que tiene nula experiencia en gestión de redes comerciales, como acredita su CV, es el nuevo hombre suerte en este negociado mientras que Pedro Vázquez será el encargado de exportar los sistemas de Caja Madrid a su antigua casa, una suerte de mundo al revés que puede dilatar el proceso significativamente en el tiempo.

No queda ahí la cosa. Es verdad que Matías Amat ha quedado como responsable de Participadas. Poco consuelo parece para el hombre que se ha encargado en los últimos años de salvar las cuentas de la institución madrileña. No sólo se trata de una división que, en la nueva configuración  de la firma, está llamada a desaparecer (por necesidades de solvencia y de liquidez), sino que además cuelga directamente de José Luís Olivas, el ex presidente de Bancaja y Vicepresidente de BFA, que es quien tendrá poder decisorio de última instancia. Queda únicamente reservada en exclusiva a la entidad dominante la dirección financiera, donde se ha colocado a un Ildefonso Sánchez cuyos méritos pasan, en buena parte, por ser un “hombre de la caja de toda la vida” y cuya tarea dependerá en gran medida del trabajo de su segunda línea directiva.

Internamente hay una sensación de que “Rodrigo Rato ha vendido Caja Madrid a Bancaja” y lo cierto es que, mirando con desafección los movimientos gerenciales, hay razones para respaldar tal observación. Corre el chau chau de una suerte de pacto con visos políticos que podrían justificar tales designaciones. ¿A cambio de qué? Como la Maribel de Miguel Mihura, extraña familia de la que se ha rodeado el ex presidente del FMI. A la espera del cierre de cuentas a finales de marzo, con la presión de los auditores de Deloitte en la nuca y todos los ojos vueltos hacia unos números que pueden marcar el rumbo del conjunto del sistema financiero español, Rato se atrinchera en una Guardia de Corps formada por Miguel Crespo, Luis Maldonado, José Manuel Fernández Norniella y él mismo con la cabeza puesta, probablemente, en el día después, momento probablemente de dar el golpe de mano que todos esperan. Un político cercano al ex responsable económico del PP comentó hace poco “Rodrigo es así: cambia todo sin que parezca que cambia nada”. Más le vale. O, mejor dicho, más nos vale. Buena semana a todos.

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Que la unión Caja Madrid-Bancaja el es el principal riesgo sistémico del sistema financiero español no se le escapa a nadie. No se trata de una afirmación a humo de pajas, una suerte de intuición bastarda que busca generar pánico entre clientes, acreedores e inversores, sino el resultado de su silogismo. Premisa 1, el problema de la banca española se concentra fundamentalmente en las cajas y se mide en términos de FROB. Premisa 2, el SIP que más dinero ha pedido a los fondos públicos es el llamado Banco Financiero y de Ahorros, resultado de la integración de las dos entidades antes mencionadas y otras cinco más. Conclusión, la nueva institución, tercera en el ranking nacional por tamaño del balance, es el termómetro principal para medir la salud del conjunto de la industria ya que su “caída” tendría efectos devastadores para toda ella.

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