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El agua, inesperada arma de destrucción masiva
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Alberto Artero

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El agua, inesperada arma de destrucción masiva

“Según estimaciones de la FAO, en el último siglo el consumo de agua ha crecido a un ritmo que duplica el del aumento de la población

Según estimaciones de la FAO, en el último siglo el consumo de agua ha crecido a un ritmo que duplica el del aumento de la población mundial. Fruto de ello es que su escasez afecta prácticamente a todos los continentes. En 2025 se espera que 1.800 millones de personas vivan en una situación de falta total de acceso al líquido elemento. Para dos terceras partes de la población mundial será entonces un recurso escaso”. Así de optimistas se levantaron los analistas de UBS cuando decidieron publicar el pasado 7 de abril un informe de 124 páginas, ni una más ni una menos, titulado “Water Risks to Business” (available upon request en smccoy@cotizalia.com) que acabo de rescatar del baúl de los recuerdos de mi correo electrónico. ¿Arma inesperada de destrucción masiva?

Una pieza para fondo de armario que enseguida me evocó a otra similar de Credit Suisse, también imprescindible, a la que hicimos referencia a finales de 2009 y cuya lectura nos llevó a concluir que “la carestía, en la doble acepción del término como indisponibilidad y precio elevado, puede convertirse en el sustantivo definitorio del agua en un futuro no muy lejano. Con las enormes implicaciones políticas, sociales y económicas que esto supone. Y el potencial universo inversor que se abre para los que estén espabilados” (VA, Del Oro Amarillo al Oro Azul. El Agua como Inversión, 15/12/2009). El Banco Mundial calcula que, solo por razones demográficas, al ritmo actual la demanda de agua se duplicará cada 21 años.

Sin embargo, pese a partir de datos similares, hay una sustancial diferencia de enfoque entre ambos documentos. Mientras que uno pretendía identificar los ganadores bursátiles del desarrollo masivo de negocios ligados a la obtención, almacenamiento, conducción o tratamiento del agua -mercado que Credit Suisse cifraba entonces en 500.000 millones de dólares-, el elaborado por UBS realiza un estudio transversal, industria por industria, de los efectos de una potencial falta de suministro que, por cierto, ya afecta al desarrollo de determinadas zonas de California, China, Australia o la India.

Así, hace un análisis exhaustivo de diez sectores a través de una metodología propia que tiene en cuenta intensidad en el uso, la exposición geográfica tanto de la cadena de aprovisionamiento como de las instalaciones productivas o las políticas empresariales de obtención y aprovisionamiento de agua lo que les permite identificar, siempre de modo aproximado, las firmas más vulnerables y más protegidas en cada uno a este factor de riesgo. Viendo las tablas de resultados no es difícil concluir, desde una óptica puramente regional, que los chinos tienen un problema serio con esta cuestión y que tendrán que hacer algo para solucionarlo. Seamos buenos y no pensemos en términos bélicos. Pena que, en sus conclusiones, España brille por su ausencia.

Señalábamos hace año y medio que “pese a este preocupante entorno, que en cierto modo se ha plasmado en un crecimiento de la factura del agua superior al de la inflación en los últimos años, las inversiones abundan por su ausencia, situándose, en los países emergentes, sustancialmente por debajo de las destinadas a energía, comunicaciones o transporte. Por lo que respecta a las naciones desarrolladas existe un gap entre lo que los fondos que las mejoras en extracción, distribución, reciclado y consumo requerirían y lo realmente desembolsado por gobiernos y empresas privadas. Un problema mayúsculo del que apenas es consciente una opinión pública que, en tales sociedades, continúa instalada en el mantra de una abundancia que, si no está, se inventa”.

Poco ha cambiado desde entonces. Sin embargo la oportunidad sigue ahí, especialmente para un estado como el nuestro en el que abundan los ingenieros y escasean las ofertas de empleo. La ausencia de conciencia colectiva del problema, de recursos públicos o de financiación privada debe ser suplida con voluntad e imaginación. Nuestro país cuenta con un abundante know-how en esta materia que ya está dando frutos allende nuestras fronteras a través de la alianza ATTA. El mundo capitalista está cambiando demasiado deprisa. En vertical ha nacido la economía virtual, en horizontal se ha extendido a nuevos e ingentes mercados. Las consecuencias de ambas dinámicas, sin parangón en la historia, son inmensas, fuente de problemas y oportunidades. El agua es una de ellas. A por ella.

Según estimaciones de la FAO, en el último siglo el consumo de agua ha crecido a un ritmo que duplica el del aumento de la población mundial. Fruto de ello es que su escasez afecta prácticamente a todos los continentes. En 2025 se espera que 1.800 millones de personas vivan en una situación de falta total de acceso al líquido elemento. Para dos terceras partes de la población mundial será entonces un recurso escaso”. Así de optimistas se levantaron los analistas de UBS cuando decidieron publicar el pasado 7 de abril un informe de 124 páginas, ni una más ni una menos, titulado “Water Risks to Business” (available upon request en smccoy@cotizalia.com) que acabo de rescatar del baúl de los recuerdos de mi correo electrónico. ¿Arma inesperada de destrucción masiva?