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Catalunya, entre la independencia y la supervivencia
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Alberto Artero

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Catalunya, entre la independencia y la supervivencia

Reprochaban algunos lectores a un servidor que no saliera de la caverna mediática madrileña y hablara a humo de pajas de la realidad social y económica

Reprochaban algunos lectores a un servidor que no saliera de la caverna mediática madrileña y hablara a humo de pajas de la realidad social y económica catalana. Por razones que no vienen al caso, he frecuentado Barcelona en diversas ocasiones en fechas recientes y mantenido reuniones muy interesantes con parte de su oligarquía política y financiera. La Ciudad de los Prodigios que tan brillantemente describiera Eduardo Mendoza sigue siendo una caja de sorpresas para el visitante que se acerca a ella con mentalidad capitalina. Cosmopolita y pueblerina, abierta al mundo y desconfiada a la vez. Un antagonismo que se refleja, en cierto modo, en el argumentario de los más próximos al establishment local.

De hecho, me sorprendió cómo, en reuniones sucesivas y con interlocutores de lo más dispar, se repitiera exactamente el mismo discurso, lo que da preocupante idea de su imbricación en distinto grado en el pensamiento colectivo de su clase dirigente. Me van a permitir que fusione varias de esas conversaciones en una sola. Les ayudará a entender el cambio de sesgo de CiU, su silencio con motivo del Consejo de Política Fiscal de ayer, su reciente voto a favor de la subida de impuestos. Es parte de una estrategia en la que se une la necesidad de apoyo recíproco con el gobierno central en un momento de extraordinaria necesidad para la región, sin precedentes en su historia más reciente, con la consolidación transversal en la sociedad de un sentimiento de patria, independentista al fin y al cabo, hecho propio por muchos que hasta ahora contemplaban esta cuestión con indiferencia. Votantes de todo signo y estrato social. Un cóctel que persiguen gestionar con inteligencia. ¿Lo lograrán?

“Mira McCoy, no te equivoques. En los últimos años ha aumentado entre los ciudadanos de Catalunya el distanciamiento respecto a Madrid, entendido como centro de poder nacional, y lo ha hecho de forma muy distinta al pasado, cuando el histrionismo de los impresentables del Tripartito causaba vergüenza ajena. Parte de una doble evidencia, administrativa y estadística: el modelo autonómico español es una excepción y, en aquellos países en donde rige un federalismo al uso, como por ejemplo Alemania, el déficit entre cobros y pagos del más maltratado de los länder está limitado al 4% de su PIB. Aquí estamos en cifras de doble dígito y lo que fuera se interpreta como victimismo, es percibido localmente como flagrante injusticia, más en la medida en que el colapso de las finanzas regionales es una posibilidad.

Existe dentro de la propia CiU una doble corriente: la pragmática, encabezada por Artur Mas, y la combativa, en la que mandan los cachorros más jóvenes, el hijo de Pujol entre otros. El President ha estado, como Rajoy, ocho años a la sombra y sabe medir muy bien los tiempos. Los otros son más impulsivos y carecen del sentido de Estado de aquél. No han dudado en asomar la patita en cuanto les han dejado ocasión. A ver quién te crees que está, si no, detrás del ‘no’ a la investidura de Rajoy. Ausente Mas en la reunión clave, y con Durán en uno de esos ataques tan suyos de hipocondría, impusieron su criterio con un error táctico clamoroso que, gracias al cielo, han tardado poco en rectificar. Y es que, por primera vez en mucho tiempo, el discurso no es ‘España necesita a Catalunya’, sino, en cierto modo, al revés. Y  Artur y su equipo, lo saben.

“Por eso, en el corazón del primer mandatario catalán hay un esquema que pasa necesariamente por alinearse con el PP en los primeros años de legislatura en un ejercicio mutuo de supervivencia. En la situación actual, son dos náufragos aferrados a un madero esperando que la fuerza de sus brazos y la corriente les lleven a tierra firme. A cambio de un discurso en clave nacional se garantiza el apoyo financiero que necesita. Otro gallo cantará a partir del tercer ejercicio si las cosas comienzan a pintar mejor. Será momento entonces de cobrarse las facturas del respaldo otorgado en forma de gestos que permitan a CiU vender ante su electorado un do ut des, financiación autonómica incluida. Y, de paso, regalar al PP de forma gratuita e interesada un tapón para la efervescencia nacionalista. Se trataría de un win-win para ambos siempre que se cumpla el escenario idóneo que, además, permitiría consolidar, desde una óptica puramente de Partido Popular, a una Alicia Sánchez-Camacho que se beneficiaría, si no de la homogeneidad de discurso, sí de la coincidencia de programa con los convergentes.

“Caben dos riesgos a dicha estrategia. Uno, Rajoy es en esta materia, como en tantas otras, una incógnita. Puede que no pacte. Está por ver que sepa contemplar el alcance de la reivindicación de la sociedad catalana y la oportunidad que se le abre para tratar de poner hielo a esa herida, a la espera de una solución global. La apertura del “caso escocés” ha sido recibida aquí como agua de mayo, toda vez que se encuadra en ese nuevo planteamiento amable pero firme que muchos defienden: autonomía sin sangre. Dos, que pacte y la situación económica no mejore con el tiempo y, por tanto, no quepa una respuesta del gobierno central a su “generosidad” transcurrido el periodo inicial. En ese caso será muy difícil para Mas sostener el ímpetu de sus cachorros. Esto puede acabar, entonces, como el rosario de la aurora con el paso definitivo de la reivindicación a una acción respaldada popularmente.

“Está bien escribir desde Madrid de fraudes piramidales y similares pero, mira lo que te digo McCoy: al contrario de lo que ocurre en la capital, aquí la reflexión no está en el titular del día siguiente sino en qué opciones hay los próximos cuatro años. Y si no se produce un cambio en el pensamiento del gobierno central, en forma de alineación de plazos y objetivos con los intereses de Catalunya, pueden pasar muchas cosas no previstas en el guión. Y no serán los políticos los que las alienten, sino la masa social catalana. Luego, no me digas que no te lo avisé. Ve con Dios.”

Reprochaban algunos lectores a un servidor que no saliera de la caverna mediática madrileña y hablara a humo de pajas de la realidad social y económica catalana. Por razones que no vienen al caso, he frecuentado Barcelona en diversas ocasiones en fechas recientes y mantenido reuniones muy interesantes con parte de su oligarquía política y financiera. La Ciudad de los Prodigios que tan brillantemente describiera Eduardo Mendoza sigue siendo una caja de sorpresas para el visitante que se acerca a ella con mentalidad capitalina. Cosmopolita y pueblerina, abierta al mundo y desconfiada a la vez. Un antagonismo que se refleja, en cierto modo, en el argumentario de los más próximos al establishment local.