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Los brokers en España han muerto, descansen en paz
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Alberto Artero

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Los brokers en España han muerto, descansen en paz

En las últimas semanas han cerrado algunos bancos de inversión internacionales sus mesas de intermediación de renta variable, contado y derivados, con el consiguiente despido de vendedores, analistas y

En las últimas semanas han cerrado algunos bancos de inversión internacionales sus mesas de intermediación de renta variable, contado y derivados, con el consiguiente despido de vendedores, analistas y demás personal. El último, antes de ayer, Deutsche Bank Securities que figura en mi Curriculum Vitae de 2000 a 2003. Muchos buenos amigos con los que compartí madrugones, morning meetings, llamadas frenéticas, comidas sobre los papeles, tiempos gloriosos y épocas decadentes, se han visto de la noche a la mañana en la calle. Una pena. En nuestro país la industria está llena de grandes tipos, muy lejos del estereotipo que nos ha querido vender el cine americano. Compañeros amables, profesionales magníficos y mejores personas que han vivido en sus carnes la Crónica de una Muerte Anunciada y se enfrentan a una lenta recolocación. Y es que el sector, como intentaremos explicar a lo largo de esta pieza, va a tardar tiempo en ofrecer nuevas oportunidades. D.E.P.

Son muchos los factores que han incidido en esa lenta agonía. Algunos son comunes al desempeño en cualquier parte del planeta; otros específicos de nuestro país. La aportación de valor del intermediario al cliente se ha ido reduciendo desde el inicio de la crisis, pero no solo a causa de ella. La información genérica se ha convertido en una commodity, gracias a las nuevas tecnologías, mientras que la específica se ha visto degradada a nivel decisorio por la extraordinaria correlación entre los distintos mercados, y de los valores con sus selectivos, en estos últimos años. La búsqueda del Santo Grial del alpha, cuando tu entorno no distingue peras de manzanas y juega más al índice que a acciones concretas, ha devenido en un imposible al que poco ha ayudado, además, el descrédito del sesgo en las recomendaciones. La figura de aquel que discrimina, propone, convence y ejecuta, desde el mostrador de la venta o la trastienda del análisis, se ha visto condenada por la sospecha y la tozudez de unas performances terribles, cuestionando su papel.

A los ponderables propios de la tarea de brokerage se une una estructura de ingresos insostenible. Si, como hemos comentado en numerosas ocasiones, cualquier industria sobrevive gracias a la adecuada combinación de rotación por margen, el desapego de muchos inversores hacia las bolsas se ha traducido en una caída sustancial de los volúmenes de negociación. Un fenómeno que, no se les oculta, ha afectado de manera significativa a la marca España, cuya mera mención ha provocado durante muchos meses la huida de fondos hacia otros destinos. Ni el extranjero quiere invertir en nuestro país ni el español quiere comprar fuera, con sus patrimonios en caída libre y la influencia de una aversión al riesgo generalizada. Dicha contracción se ha materializado de forma paralela a una bajada sistemática de comisiones, propiciada por la aparición de nuevos actores tecnológicos y por la necesidad de las gestoras y otros clientes finalistas de bajar su estructura de costes. La alternativa del retorno asociado a grandes coberturas se ha agotado en su reiteración.

A ello se unen unos costes, en muchos casos, desmesurados para tales niveles de actividad, por más que se han ido ajustando las estructuras en años sucesivos a la nueva realidad. Sueldos elevados, arrastrados -como es habitual en banca de inversión- de épocas de enorme inflación salarial; facturas abultadas de los numerosos proveedores de servicios necesarios para llevar a cabo su desempeño; obligatoriedad de un middle y back office no solo para reportar las operaciones a los clientes sino para cumplir con los requisitos impuestos por supervisores y reguladores y así sucesivamente. El esquema matricial de reparto de comisiones implantado por las grandes gestoras a nivel local e internacional obligó a los directivos de los brokers a mantener un mínimo operativo amplio, cuya rentabilidad no estaba asegurada y dependía de la discrecionalidad del cliente a la hora de percibir el servicio e incluirle entre sus proveedores. No estar en esas listas equivalía a la ruina, no intentar estar también. Mal asunto.

El problema es que las dinámicas asociadas al desempeño, que inciden sobre su fragilidad, no tienen visos de cambiar a corto y medio plazo. No parece, como en otras ocasiones, que el timing de la banca sea errado y decisiones como éstas coincidan con un cambio de tendencia que les obligue meses más tarde a recuperar posiciones de forma acelerada. Se reforzará la tendencia, que se viene consolidando en estos últimos años, de dos grupos claramente diferenciados: bancos de inversión internacionales que concentran sus efectivos en Londres, Nueva York, Hong Kong o Singapur y se encargan de dar servicio a grandes cuentas, por un lado, y pequeños intermediarios locales independientes, por otro, que persiguen cubrir las necesidades de algunos clientes nacionales y extranjeros. Y poco más. Todos los que se encuentren a medio camino tienen sus días contados. El modelo ha muerto, insisto, Requiescant in pacem.

En las últimas semanas han cerrado algunos bancos de inversión internacionales sus mesas de intermediación de renta variable, contado y derivados, con el consiguiente despido de vendedores, analistas y demás personal. El último, antes de ayer, Deutsche Bank Securities que figura en mi Curriculum Vitae de 2000 a 2003. Muchos buenos amigos con los que compartí madrugones, morning meetings, llamadas frenéticas, comidas sobre los papeles, tiempos gloriosos y épocas decadentes, se han visto de la noche a la mañana en la calle. Una pena. En nuestro país la industria está llena de grandes tipos, muy lejos del estereotipo que nos ha querido vender el cine americano. Compañeros amables, profesionales magníficos y mejores personas que han vivido en sus carnes la Crónica de una Muerte Anunciada y se enfrentan a una lenta recolocación. Y es que el sector, como intentaremos explicar a lo largo de esta pieza, va a tardar tiempo en ofrecer nuevas oportunidades. D.E.P.