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Un ejemplo para Bankia: la heroína que venció a Citigroup
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Alberto Artero

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Un ejemplo para Bankia: la heroína que venció a Citigroup

Falsedad, estafa y apropiación indebida son algunos de los delitos que accionistas minoritarios de Bankia han incorporado a la querella que han presentado en los juzgados

Falsedad, estafa y apropiación indebida son algunos de los delitos que accionistas minoritarios de Bankia han incorporado a la querella que han presentado en los juzgados contra los gestores responsables de la salida a bolsa de la entidad, con Rodrigo Rato a la cabeza. Sus acusaciones se fundan, al menos así lo afirman los abogados que impulsan la iniciativa, no solo en lo que salta a la vista al calor de la nacionalización de la institución, sino también en testimonios y documentos aportados por algunos trabajadores y ex empleados, hartos de comerse el marrón mientras que los de arriba se van de rositas. Si el movimiento de rebelión laboral se generaliza, ojito. Hipotecas, preferentes, estructurados… lo que puede salir de ahí es material radioactivo para muchos directivos y responsables de redes comerciales. Una bomba nuclear que no vendría mal si ayuda a limpiar el sistema desde dentro, la verdad. ¿Ocurrirá?

Mucho tendrían que cambiar las cosas en un país que habla de crisis moral en general, olvidando que en su origen se halla la irresponsabilidad individual de muchos, por acción o por omisión. Aún así, por soñar que no quede, por más que al despertar nos encontremos con una legislación protectora del delito de guante blanco, un miedo genético a complicarse la vida y una escasa recompensa económica para el que tiene la valentía de dar un paso adelante. Al revés que en Estados Unidos. Lean, si no, la preciosa historia que hoy les traigo a colación. En cierto modo, recuerda a la lucha de Erin Brockowich contra la eléctrica PG&E tanto por el perfil de la protagonista como por el resultado final. En este caso la heroína que se niega a doblar la cerviz ante el sistema responde al nombre de Sherry Hunt y la gran corporación finalmente derrotada no es otra que la todopoderosa en tiempos Citigroup. Portada de la revista de Bloomberg de este mes.

Casada desde los 16 años y madre desde los 17, treinta años de gestión de hipotecas contemplaban a Sherry Hunt cuando en 2004 se incorporó al banco estadounidense, en lo que parecía la cumbre de su carrera en el sector. Debía controlar a 65 agentes dentro del área de influencia que tenía encomendada, en el corazón de Missouri. Su tarea, chequear que los préstamos hipotecarios que aquellos proponían cumplieran los requisitos mínimos de viabilidad, atendiendo al valor de la garantía y los ingresos del solicitante.

Sin embargo, pronto su trabajo devino imposible. El auge de las titulizaciones y un sistema perverso de incentivos, basado en la cantidad y no en la calidad, dispararon las operaciones convirtiendo en una quimera su adecuada fiscalización. Ya en 2006 Hunt informó por escrito a sus superiores de que los defectos de forma y la falta de control adecuado eran la norma. Se recurría al muestreo frente a la supervisión individual. Un año más tarde, el 60% de las hipotecas otorgadas carecían de parte de la documentación exigida. Cuando alertado por Sherry, su superior advirtió al alto mando del banco, Robert Rubin incluido, le mandaron a galeras, reduciendo notablemente su ámbito de responsabilidad. Había que esconder al disidente y enseñar los dientes. Show must go on.

En noviembre de 2009, Hunt descubrió que, cerca de 1.000 hipotecas que habían sido garantizadas por las agencias semipúblicas Freddie Mac y Fannie Mae, no cumplían con los requisitos básicos para que así fuera. La respuesta fue un intento sistemático por parte de sus jefes de que cambiara de opinión en lugar de poner los medios para reparar el problema. El conflicto fue creciendo con el paso de los meses hasta que, en marzo de 2011, la amenaza fue directa: o te pliegas o te vas. Sin pensárselo dos veces comunicó al departamento de recursos humanos sus pesquisas y, a continuación, las puso en conocimiento de la SEC. El 5 de agosto de 2011 demandaba a Citigroup, justo cuando el escándalo de las concesiones irregulares salpicaba ya al conjunto del sector.

En enero de 2012 se sumaría a la querella el Departamento de Justicia, toda vez que, desde 2004, el 30% de la financiación concedida por el área de negocio de Hunt resultó impagada, porcentaje que se disparó al 47% en la otorgada en 2006 y 2007, con el consecuente coste para el erario público. Ante tamaño enemigo, Citigroup se plegó a las reivindicaciones de la demandante y, en apenas treinta días, soltó 158,3 millones de dólares al Gobierno de Estados Unidos para cerrar el caso, de los que 31 irían a parar a Sherry Hunt por mor de esa ‘recompensa por información’ fijada en la normativa sobre la materia de Estados Unidos. Concluía la causa civil pero no la penal que aún sigue abierta a día de hoy. Paradójicamente, la empleada aún conserva tal condición. ¿Cómo lo ven?

Es indudable que en España no contamos, ni mucho menos, con una regulación tan favorable a los denunciantes. Nada que no se pueda corregir, sin los excesos norteamericanos, de forma inmediata si hubiera voluntad política para hacerlo. Pero no es menos verdad que las consecuencias de las malas prácticas han sido similares. Y, aunque el foco se centra ahora en la salida a bolsa de una institución, sería una inmoralidad que todo lo demás que ha conducido a esta situación, con alto coste no solo para los inversores sino para los contribuyentes españoles, quedara en el olvido. Exijan, por tanto, responsabilidades. En todos los ámbitos. Y, si tienen dudas, sean valientes que la conciencia es el juez más severo, nuestra eterna compañera de cama. Anímense a dar el paso adelante, aunque solo sea por los sueños que aún nos quedan…

Buen fin de semana a todos.

Falsedad, estafa y apropiación indebida son algunos de los delitos que accionistas minoritarios de Bankia han incorporado a la querella que han presentado en los juzgados contra los gestores responsables de la salida a bolsa de la entidad, con Rodrigo Rato a la cabeza. Sus acusaciones se fundan, al menos así lo afirman los abogados que impulsan la iniciativa, no solo en lo que salta a la vista al calor de la nacionalización de la institución, sino también en testimonios y documentos aportados por algunos trabajadores y ex empleados, hartos de comerse el marrón mientras que los de arriba se van de rositas. Si el movimiento de rebelión laboral se generaliza, ojito. Hipotecas, preferentes, estructurados… lo que puede salir de ahí es material radioactivo para muchos directivos y responsables de redes comerciales. Una bomba nuclear que no vendría mal si ayuda a limpiar el sistema desde dentro, la verdad. ¿Ocurrirá?