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Pues claro que España debería prohibir los ‘cortos’, pero ya
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Alberto Artero

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Pues claro que España debería prohibir los ‘cortos’, pero ya

No han tardado en arreciar las críticas al gobierno, al calor de su última y discutible decisión vía CNMV de prohibir los cortos sobre el conjunto

No han tardado en arreciar las críticas al gobierno, al calor de su última y discutible decisión vía CNMV de prohibir los cortos sobre el conjunto de la bolsa española, en lo que acertadamente se ha interpretado como una intervención de facto de nuestro parquet para el que institucionalmente se ha decidido que ‘the only way is up’. Como si realmente esto ayudara de forma consistente a tal fin. Una vez más, el triunfo de la esperanza sobre esa experiencia que recurrentemente ha demostrado la inutilidad a medio plazo de tales imposiciones regulatorias, más allá de un efecto inmediato derivado del cierre de posiciones.

La propuesta llega después de que Italia adoptara el martes una iniciativa similar, pero en este caso circunscrita a sus bancos y limitada al espacio temporal de una semana. Ambas medidas parten de un error de concepto: el problema tanto del mercado de acciones como del de deuda soberana de estos dos países no es que abunden los vendedores sino que no hay compradores. Nadie quiere riesgo español e italiano. Y la única forma en la que se puede corregir esa deriva es a través de la confianza, proactividad positiva, y no por medio de prohibiciones que la degraden aún más, reactividad negativa.

No aprenderán.

Y, sin embargo, les voy a confesar una cosa: nunca en la vida había necesitado tanto España que se prohibieran los ‘cortos’. Porque como dice en tantas y tantas ocasiones mi querido Daniel Lacalle, aquí no cabe un tonto más. Y cuanto mayores son las luces y numerosos los taquígrafos que pueden dar fe de la estulticia del político de turno, más se prodiga y más yerra en sus decisiones. Da igual que se trate de una presentación irreal de estimaciones económicas (PP), que la consideración de la muerte de Osvaldo Payá en Cuba como un accidente más (IU) o la ausencia de responsabilidad del PSOE en la crisis con que se despachó con un par Elena Valenciano en el programa de Carlos Herrera. Son solo tres ejemplos, que no se me ofendan los demás partidos del arco parlamentario por no estar incluidos en la lista: todos ellos han acumulado sobrados méritos para figurar. ¿Tiramos de hemeroteca?

Esos son los ‘cortos’ que verdaderamente habría que prohibir. Gente que parece monos con bombas disparando dialéctica o normativamente a diestro y siniestro, extrañamente poseídos por una locuacidad innecesaria, que siempre pasa su factura correspondiente, y/o por un afán de improvisación legislativa suicida que baila irresponsablemente al son de los acontecimientos. Personajes incapaces de comprender las consecuencias de sus actos, como si nada importara. Atadas al yugo de un servilismo partidista que pone el interés particular, vista puesta en la siguiente contienda electoral, por encima del general. Estoicos aferrados a la lírica mientras España sentaba las bases para su desastre posterior. Nerones ahora que el incendio de la riqueza nacional es un hecho incuestionable.

De los otros ‘cortos’, ni hablamos. Una majadería más que cíclicamente nos visita. Sobre su impacto en el mercado, eficacia, volumen y transparencia en la formación de precios, ya se ha escrito hasta la extenuación (VA, Una surrealista CNMV hunde a los gestores independientes españoles, 29-11-2011). De lo absurdo que es diferenciar entre especulador e inversor no en función del plazo de tenencia de los valores sino del lado de la compraventa en que el operador se encuentra, también. Solo un detalle: apenas un servidor ha insistido en el factor de distorsión más relevante de nuestro mercado: ¿es más peligrosa la venta en descubierto o con préstamo costoso de títulos o la compra a crédito de accionistas significativos con garantía de las propias acciones que pueden ser ejecutadas en cuanto saltan las garantías? Si nos atenemos a lo que ha sucedido este año con, por ejemplo, Iberdrola, o lo que ocurrió en su día con Colonial, claramente lo segundo, ¿no? Pues la CNMV es un dato que ni pide, ni publica. Oh, vaya. ¿Será porque afecta a Albertos, Koplowitz, Del Pino y compañía? (VA, Los ‘cortos’ de la CNMV, 09-07-2009). Será.

Ahí queda eso.

No han tardado en arreciar las críticas al gobierno, al calor de su última y discutible decisión vía CNMV de prohibir los cortos sobre el conjunto de la bolsa española, en lo que acertadamente se ha interpretado como una intervención de facto de nuestro parquet para el que institucionalmente se ha decidido que ‘the only way is up’. Como si realmente esto ayudara de forma consistente a tal fin. Una vez más, el triunfo de la esperanza sobre esa experiencia que recurrentemente ha demostrado la inutilidad a medio plazo de tales imposiciones regulatorias, más allá de un efecto inmediato derivado del cierre de posiciones.