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Una amenaza ‘fantasma’ puede hundir la bolsa europea
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Alberto Artero

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Una amenaza ‘fantasma’ puede hundir la bolsa europea

Fue Financial Times el primero en dar la voz de alarma el pasado 21 de enero, a través de una pieza firmada por su experto en

Fue Financial Times el primero en dar la voz de alarma el pasado 21 de enero, a través de una pieza firmada por su experto en contabilidad Adam Jones. Le ha tomado el relevo una semana más tarde el WSJ, noticia a tres columnas en su sección de Empresas y Mercados. A saber: las empresas europeas apenas han ajustado a valor de mercado el importe de las compras realizadas durante los años de la burbuja, adquisiciones que les generaron una ingente cantidad de fondo de comercio que ha permanecido latente en sus balances, como si la crisis no hubiera ocurrido.

Hasta ahora.

Porque el regulador europeo, alarmado por la falta de reconocimiento en las cuentas anuales de muchas compañías de auténticos fiascos corporativos, ya ha anunciado que va a monitorizar el ajuste a la realidad de un intangible que nace por la diferencia entre el coste contable de los activos adquiridos y el precio pagado por ellos. Una declaración que llega después de que un sondeo realizado por ESMA entre 235 de las mayores firmas de la Eurozona revelara que en 2011 apenas habían rebajado un 5% de sus 790.000 millones de goodwill, un porcentaje equivalente en muchos casos a su obligatoria amortización contable anual.

Subyace en el fondo de esta recomendación una doble crítica: el uso fraudulento de las normas para perpetuar en el tiempo valoraciones disparatadas basadas en criterios arbitrarios de las propias empresas (caso del régimen de la puesta en equivalencia en España) y la necesaria connivencia de unos auditores cuya independencia, si hubiera que medirla en términos de ‘salvedades’, dista mucho de parecer real. Unan a ello una situación en muchas sociedades crítica, que no admite más tralla por la parte de abajo de la cuenta de resultados, y el cóctel para el conciliábulo y la complacencia están servidos.

No se trata de un tema menor o marginal. Al contrario. Es el principio de imagen fiel, condición necesaria para la credibilidad de cualquier estado financiero que en el mundo haya, el que está en entredicho. A partir del cuestionamiento de ese elemento básico, todo lo demás se cae por su propio peso.

¿Por qué este engaño, práctica generalizada en todos los sectores?

Por un ejercicio de supervivencia de quien la tolera, capaz de quebrar esa confianza que ha de presidir la relación con proveedores, empleados y accionistas a cambio de ocultar sus errores, mantener una apariencia de solvencia que le ayude bursátilmente o no trasladar al mercado un mensaje de dificultad. Teniendo en cuenta que sólo entre 2007 y esta misma semana, los integrantes del Stoxx600 habían realizado transacciones por valor de 1,6 billones de euros, más de dos veces el valor de la deuda pública española en circulación, el tema financieramente se las trae. ¡Y eso que son datos sólo de la postburbuja!

Es momento de prohibir los fuegos de artificio y someter a muchas corporaciones a un ejercicio de stress basado en datos objetivos tales como: la evolución de la capacidad de generar flujos de caja de las inversiones acometidas, la actualización del coste de capital al que descontarlos y la comparación del valor presente que resulte de tal ejercicio con el que figura en sus libros. Y que cada palo aguante su vela. Los listos que hayan aprovechado para comprar gangas por debajo de su book value no tienen nada que temer. Los que por el contrario tiraron alegremente de chequera, que salgan directamente con los pies por delante.

La experiencia pone de manifiesto que dilatar injustificadamente el reconocimiento de pérdidas latentes  suele traer consecuencias peores de las que se quieren evitar. Ya saben, la mentira tiene las piernas muy cortas y, antes o después, la cruda realidad termina por imponerse. Desconfíen pues de quienes afirman que todos los demás están equivocados y que ellos, que sobrepagaron por determinados activos y fueron luego incapaces de gestionarlos y/o reconvertirlos, son los que tienen razón. Por si acaso.

Humilde consejo con el que acabo por hoy.

Buen fin de semana a todos.

Fue Financial Times el primero en dar la voz de alarma el pasado 21 de enero, a través de una pieza firmada por su experto en contabilidad Adam Jones. Le ha tomado el relevo una semana más tarde el WSJ, noticia a tres columnas en su sección de Empresas y Mercados. A saber: las empresas europeas apenas han ajustado a valor de mercado el importe de las compras realizadas durante los años de la burbuja, adquisiciones que les generaron una ingente cantidad de fondo de comercio que ha permanecido latente en sus balances, como si la crisis no hubiera ocurrido.