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Seis años después, la locura inmobiliaria llega a…
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Alberto Artero

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Seis años después, la locura inmobiliaria llega a…

Qué cosas. Seis años después de que la crisis de crédito estallara en algunas naciones como España, existe un lugar en el que los datos más

Qué cosas. Seis años después de que la crisis de crédito estallara en algunas naciones como España, existe un lugar en el que los datos más recientes apuntan a la formación de una nueva burbuja inmobiliaria que promete vivir el mismo final infeliz, por más que muchos analistas locales sigan en modo ‘negación de la evidencia’. Y no, no me estoy refiriendo a esa China de la que escribimos por aquí hace no mucho y que, como señalaba ayer en su imprescindible post Kike Vázquez, se acerca peligrosamente a su momento Minsky (crecimientos de endeudamiento apenas correlacionan positivamente con la economía, lo que suele ser preludio de ventas precipitadas de activos apalancados para los que no hay mercado).

No, las papeletas de esta particular rifa se acumulan en otro continente, América para más señas.

Y están en poder de una nación que vio ayer cómo sus viviendas iniciadas en el mes de mayo se disparaban hasta las 200.000 unidades, por encima de las 175.900 de abril; que vivió el viernes su mejor cifra de creación de empleo desde agosto de 2002, con 95.000 nuevos puestos de trabajo frente a los 15.000 estimados por el consenso, eso sí, con 42.700 correspondientes al sector construcción, el mayor número  desde que se iniciara la serie estadística allá por 1976; donde la deuda de los particulares respecto a su renta disponible está creciendo exponencialmente hasta situarse en el 165% de la misma frente al 125% de 2006, movimiento a contracorriente (ver gráfico); y en el que, equilicuá, el precio de las casas ha subido un 225% desde el año 2000, aunque empieza a dar peligrosamente señales de agotamiento.

And the winner is… guess who? ¡Canadá! Oscar del ladrillo para ella.

 

Una economía que apenas creció al 0,6% anualizado en el último trimestre de 2012, que cerró ese ejercicio con un aumento de su PIB del 1,8% frente al 2,6% de un año antes y que se enfrenta a una serie de problemas estructurales muy bien esquematizados en este post de Sober Look, blog de donde son la mayoría de los charts: dependencia comercial de unas menguantes importaciones de petróleo por parte de Estados Unidos, fortaleza del dólar canadiense y aumento de sus costes laborales unitarios que limitan su competitividad frente a, por ejemplo, México (ver gráfico) y que afectan negativamente a su balanza por cuenta corriente, aumentando sus necesidades de financiación. ¿Les suena?

Si nos atenemos a lo ocurrido en naciones de corte similar, caso de USA o UK, se estarían creando las condiciones para que se dé en Canadá una nueva tormenta perfecta donde el dinero barato conduce a la compra de activos reales; la revalorización de estos genera a su vez un ficticio efecto riqueza que provoca incrementos de la demanda interna, consumos e inversiones en buena parte apalancados; esto hace que las importaciones se disparen en un momento de retroceso de las exportaciones y que, por tanto, la dependencia del dinero foráneo crezca mientras las finanzas públicas son sustentadas por una ilusión recaudatoria no permanente. ¿A que sí, a que sí?

El resultado de todo esto ya lo saben. Lo han vivido en España en sus propias carnes. Y, aunque es verdad que se lleva hablando de este tema desde hace ya casi un año, el hecho de que buena parte de los indicadores adelantados de cualquier catástrofe crediticia inmobiliaria hayan seguido deteriorándose en estos doce meses pone de manifiesto que las probabilidades de que ese ‘accidente a punto de ocurrir’ se concrete finalmente son cada vez mayores, lo que afectará de modo más relevante a la primera economía del mundo, que concentra en esta economía el 20% de sus ventas foráneas, pero también al resto del planeta. De momento, las transacciones en ciudades como Toronto han caído un 10% interanual mientras los precios han repuntado en el mismo periodo otro 5'4%. Ummmm.

El milagro canadiense de hace un par de décadas, al que no dudamos en referirnos en Valor Añadido en octubre del año pasado como modelo de cómo coger el toro político por los cuernos, puede quedar hecho añicos. Y con él un sistema bancario considerado como modélico por el mismo Paul Krugman hace ahora tres años y medio. No lo pierdan, pues, de vista.

Qué cosas. Seis años después de que la crisis de crédito estallara en algunas naciones como España, existe un lugar en el que los datos más recientes apuntan a la formación de una nueva burbuja inmobiliaria que promete vivir el mismo final infeliz, por más que muchos analistas locales sigan en modo ‘negación de la evidencia’. Y no, no me estoy refiriendo a esa China de la que escribimos por aquí hace no mucho y que, como señalaba ayer en su imprescindible post Kike Vázquez, se acerca peligrosamente a su momento Minsky (crecimientos de endeudamiento apenas correlacionan positivamente con la economía, lo que suele ser preludio de ventas precipitadas de activos apalancados para los que no hay mercado).