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Sacyr-Panamá, límite 48 horas: todo pendiente de compuertas y seguros
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Alberto Artero

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Sacyr-Panamá, límite 48 horas: todo pendiente de compuertas y seguros

El martes el límite dado por las autoridades del Canal para que la aseguradora Zurich apoquine los 400 millones de dólares necesarios para que el consorcio

Foto: Obras de ampliación del Canal de Panamá. (Reuters)
Obras de ampliación del Canal de Panamá. (Reuters)

El martes vence el límite dado por las autoridades del Canal para que la aseguradora Zurich apoquine los 400 millones de dólares necesarios para que el consorcio formado por la española Sacyr y la italiana Impregilo pueda seguir ejecutando la megaobra del Canal de Panamá, ponerle el lacito, entregársela más en tiempo que en forma a ACP, la contratista del proyecto y evitar la espantá que muchos competidores preveían en el momento de la adjudicación.

Las últimas horas están siendo frenéticas con conversaciones a dos, tres, cuatro y hasta cinco bandas.

A nadie se escapa que la mejor de las soluciones posibles pasa por un avenimiento entre contratante y contratista -obligados cada uno a abonar cien millones adicionales a los de la compañía de seguros, hasta completar 600– para que sea este el que continúe con la construcción hasta su conclusión. Frente a las bravuconadas de los panameños y el deseo no oculto de algún operador norteamericano de coger el relevo, ha operado como freno para cualquier cambio un elemento esencial en la infraestructura: las compuertas.

Pensar que Sacyr sale de rositas de esta y que otro carga con la parte del zurrón que le toca es una ensoñación. Al final, las compañías de seguros son hermanas pero no primas

Diseñadas específicamente para cada una de las esclusas, teniendo en cuenta los factores orográficos y geológicos que individualmente les afectan, de las dieciseis encargadas por el consorcio italo-español, cuatrp están ya en el estado centroamericano, otras ocho están listas para el envío y las cuatro finales se encuentran en producción en Italia. Sus particularidades harían que cualquier cambio de proveedor de estos elementos se tradujera en un retraso enorme en la culminación de la nueva vía, algo que la ACP quiere evitar a toda costa.

El problema es que, de todos los adelantos económicos recogidos por Sacyr y sus socios, una parte menor ha ido encaminada a abonar al ‘cerrajero’ el importe de sus trabajos, destinándose principalmente tales fondos al abono de los gastos corrientes de personal y materiales. Cimolai, que así se llama, aprovechando el río revuelto ha levantado la mano para preguntar "a ver, a ver, ¿qué hay de lo mío?". Aunque con el importe comprometido por las partes habría dinero suficiente como para satisfacer sus facturas, de su decisión de continuar o no con el servicio, y de la del Canal de seguir o no contando con él como parte del conjunto o de forma aislada, depende en buena parte la resolución final y sus consecuencias.

El otro factor decisorio que está encima de la mesa es el del seguro. A Zurich le da un poco igual que le obliguen a abonar lo que otros no hacen ya que estas compañías tardan entre poco y nada en sacarse el riesgo del balance y este caso no iba a ser distinto. Sin embargo, hay dos particularidades en esta operación que sí son de interés general, al menos para el público español. Primero, quién es el que cubre finalmente con sus fondos este ‘incumplimiento de contrato’, única cláusula que puede activar la exigencia de pago. Y después, precisamente por ser ese el motivo de su obligación, contra quién va a ejercer la garantía corporativa en caso de hacerlo.

Ambas cuestiones tienen curiosa respuesta.

Como es en parte sabido, los garantes de la garantía de Zurich son CESCE, la empresa estatal española de seguro a la exportación, su equivalente italiano y otra firma belga. Por tanto, la broma, ya saben, no la paga una multinacional con sede en no sé dónde y nombre de ciudad helvética, sino el españolito que ve la tele, le guarde Dios. Imagino que no les extraña. Me preocuparía más si, además, no les escandalizara. Anda nervioso estos días el presidente de la sociedad pública a cuenta de estas noticias. No es de extrañar, le huele el culo a pólvora en un momento en el que la entidad, tras meses de demora, había decidido acometer su anunciada privatización. De ahí que se esté buscando una solución que, al menos, minore el impacto de unos titulares mediáticos que prometen.

No dilatar la obra resolviendo la cuestión de las compuertas y tratar de evitar responsabilidades patrimoniales para las arcas del Estado español son los dos elementos principales que se hallan ahora encima de la mesa

Respecto a la segunda, pensar que Sacyr sale de rositas de esta y que otro carga con la parte del zurrón que le toca es una ensoñación. Al final, las compañías de seguros son hermanas pero no primas y buena parte de su estrategia, como la de cualquier otro que busque maximizar su beneficio, es minimizar sus contingencias. No hay razones para creer que esta sea la excepción: la garantía corporativa existe seguro. El estudio de la póliza y su clausulado se ha convertido en un divertido, para algunos, y dramático, para otros, ejercicio de interpretación mercantil y actuarial a fin de tomar cualquier arista en provecho propio y evitar desembolsos. Los despachos legales de todos los involucrados le han dado ya, seguro, catorce vueltas al texto. Y las que te rondaré morena.

A 48 horas de que termine el plazo dado para que sepamos si Zurich paga o no y se abra el correspondiente árbol de decisión, que tampoco admite tantas ramas, la verdad sea dicha, así están las cosas y así se las estamos contando. No dilatar la obra resolviendo la cuestión de las compuertas y tratar de evitar responsabilidades patrimoniales para las arcas del Estado español son los dos elementos principales que se hallan ahora encima de la mesa. De cómo se resuelvan habremus Canal español o no. La Marca España puede volver a refulgir o quedar definitivamente dañada.

La cosa promete.

Buena semana a todos.

El martes vence el límite dado por las autoridades del Canal para que la aseguradora Zurich apoquine los 400 millones de dólares necesarios para que el consorcio formado por la española Sacyr y la italiana Impregilo pueda seguir ejecutando la megaobra del Canal de Panamá, ponerle el lacito, entregársela más en tiempo que en forma a ACP, la contratista del proyecto y evitar la espantá que muchos competidores preveían en el momento de la adjudicación.

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