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Los tres consejos del Papa Francisco a Mariano Rajoy
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Alberto Artero

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Los tres consejos del Papa Francisco a Mariano Rajoy

El diagnóstico de Jorge Bergoglio sobre los males que afectan a la política tradicional se encuentra en la base del nacimiento de unos movimientos que han conectado con un pueblo harto

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Si Mariano Rajoy fuera un estadista, preocupado realmente por la trascendencia de sus acciones y no por el siguiente desenlace electoral, habríaencargado a alguien de su numeroso gabinete un amplio resumen de la Evangelii Gaudium, primera y hasta ahora última Exhortación Apostólica del Papa Franciscocuyo capítulo IV, “La dimensión social de la Evangelización”, hace una descarnada descripción del mundo actual en la que no es difícil encontrar parte del argumentario utilizado en los últimos meses por los populismos de izquierdas de nuevo cuño.

Me temo que no fue así.

Y es una pena.

La alegría del Evangelio” vio la luz el 24de noviembre de 2013, más o menos cuando se acelera el declive de la percepción del Partido Popular por parte de la ciudadanía, ese cuya primera concreción tuvo lugar en las elecciones europeas de mayo del año siguiente.

Pues bien, la sección tercera del capítulo antes citado –denominada “El bien común y la paz social”–realiza una magnífica descripción de qué debe hacer un líder para forjar un ’pueblo’ en el cual se promueva el desarrollo integral de todos los que lo forman. Principios cuya “aplicación puede ser un genuino camino hacia la paz dentro de cada nación y en el mundo entero” y que, por más que son pronunciados en el marco de la Iglesia Católica, se hacen extensivos, según recuerda el propio Pontífice, a cualquier liderazgo humano.

Esas pautas de actuación le habrían venido al próximo expresidente del Gobierno como anillo al dedo y, por más que el resultado final hubiera sido el mismo, esto es,laprevisible salida del Ejecutivo, su herencia tendría una valoración de cara a la Historia sustancialmente distinta.

Bien, ¿cuáles son esas guías de actuación? Bergoglio establece hasta cuatro con base a lo que denomina tensiones bipolares, si bien la cuarta es un resumen de las tres anteriores. Asaber:

El tiempo es superior al espacio”, esto es: importa más el proceso que el momento, la siembra que la cosecha inmediata.

Lo explica el Papa con las siguientes palabras: “Este principio permite trabajar a largo plazo, sin obsesionarse con resultados inmediatos. (…) Privilegia las acciones que generan dinamismos nuevos en la sociedad e involucran a otras personas o grupos que las desarrollarán hasta que fructifiquen en importantes acontecimientos históricos. Nada de ansiedad, pero sí convicciones claras y tenacidad”.

Es evidente que para llevar a cabo esa tarea es necesaria una visión de futuro que oriente la voluntad del político y le determine una línea de actuación, algo de lo que ha carecido por completo un Rajoy que ha decepcionado a los españoles. Necesitaban que los sacaran del pozo, claro está, y a corto plazo lo ha hecho. Pero reivindicaban también a gritos un cambio de modelo político, económico, administrativo y social. Y ahí es donde la ausencia de un horizonte de trascendencia ha cercenado de raíz dicha posibilidad.

La unidad prevalece sobre el conflicto” o, dicho con otro modo, toda crisis es oportunidad para reforzar un proyecto común.

Aquí las reflexiones de Bergoglio parecen proféticas sobre lo que habría de suceder en 2014 con el problema territorial de España. Cito literalmente: “El conflicto no puede ser ignorado o disimulado, ha de ser asumido (…) La forma más adecuada de situarse ante él es aceptar, sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en eslabón de un nuevo proceso (…) No es apostar por un sincretismo ni por la absorción de uno en otro,sino por la resolución en un plano superior que conserva en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna.(…) Con corazones rotos en miles de fragmentos será difícil construir una auténtica paz social”.

Puede que hacer una analogía a toro pasado entre lo sucedido en el Reino Unido de Cameron y Escocia, y su mayoría absoluta reciente, y el modo en el que se han sucedido los acontecimientos en una Catalunya de suflé de sube y baja, suene ventajista. Es así. Pero los hechos son los hechos y lo cierto es que el modo de abordar el problema en España se asimila más a la descripción anterior de Francisco, ¡viva la procrastinación!, que a la búsqueda de alguna solución de largo plazo, ¿no creen?

La realidad es más importante que la idea” que tiene una doble dimensión: el castizo “obras son amores que no buenas razones”, por una parte, y la necesidad de que la acción pública responda a la situación social, por otra.

De nuevo en este caso el documento resulta extraordinariamente revelador, especialmente a la hora de entender la eclosión de determinados movimientos que han sabido interpretar en su raíz más profunda este principio. Veamos: “La realidad simplemente es, la idea se elabora. Entre las dos se debe instaurar un diálogo constante. (…) La idea desconectada de la realidad origina idealismos y nominalismos ineficaces que, a lo sumo, clasifican o definen, pero no convocan. (…) Hay políticos que se preguntan por qué el pueblo no los comprende y no los sigue, si sus propuestas son tan lógicas y claras. Posiblemente sea porque (…) redujeron la política a la retórica”.

Ya saben que una de las críticas generalizadas que se han hecho al PP, y que es difícil no compartir, es precisamente la falta de comunicación. Se ha hecho, mucho, arguyen sus mandatarios. Pero no lo hemos sabido transmitir. Es cierto,pero la causa última de su fracaso no es esa. Es su incapacidad de percibir el proceso de desapego del representado respecto al representante y la falta de medidas para corregir ese abismo que se abría entre unos y otros regenerando el sistema desde dentro. Su idea fue incapaz de adaptarse a la realidad.

Esta sección tercera concluye con un cuarto principio “El todo es superior a la parte” que versa sobre una conciliación entre global y local que, en cierto modo, participa de los tres anteriores: “No hay que obsesionarse demasiado por cuestiones limitadas y particulares (I). Siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos (II). Pero hay que hacerlo sin evadirse, sin desarraigos (III)”. Es este quizás el apartado donde la condición latinoamericana y jesuítica del Papa se pone más de manifiesto, quedando lejos de la analogía que pretende este post.

La legislatura de Rajoy será la gran oportunidad perdida para la democracia. Y lo será por su indolencia, su complacencia y su intrascendencia

Sea como fuere, tomado con la perspectiva que da el paso de los meses, resulta evidente que el diagnóstico de Jorge Bergoglio sobre los males que afectan a buena parte de los dirigentes políticos de los partidos tradicionales se encuentra en la base del nacimiento de unos movimientos que, conscientes de la situación, han hecho uso del ventajismo y la demagogia para conectar con un pueblo harto al que la acción pública empezaba a quedarle demasiado lejos.

¿Habría sido distinto si Mariano Rajoy hubiera intentado poner en práctica los tres principios arriba mencionados?

Nunca lo sabremos.

Pero lo que sí que es cierto es que su legislatura será la gran oportunidad perdida para la democracia española. Y lo será, en buena parte, por su indolencia, por su complacencia y por su intrascendencia. Tardaremos años, muchos, en tener una ocasión igual. Más le valía haber leído, aun resumida, la Evangelii Gaudium… De haberla puesto mínimamente en práctica, otro gallo nos habría cantado... Y no precisamente tres veces (Parlamento Europeo, Andalucía y Municipales y Autonómicas).

Buena semana a todos.

Si Mariano Rajoy fuera un estadista, preocupado realmente por la trascendencia de sus acciones y no por el siguiente desenlace electoral, habríaencargado a alguien de su numeroso gabinete un amplio resumen de la Evangelii Gaudium, primera y hasta ahora última Exhortación Apostólica del Papa Franciscocuyo capítulo IV, “La dimensión social de la Evangelización”, hace una descarnada descripción del mundo actual en la que no es difícil encontrar parte del argumentario utilizado en los últimos meses por los populismos de izquierdas de nuevo cuño.

Mariano Rajoy Papa Francisco Política