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Los 'cuentos' y 'cuentas' de un Rajoy a la deriva
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Alberto Artero

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Los 'cuentos' y 'cuentas' de un Rajoy a la deriva

Antes de los comicios catalanes, la posibilidad de alcanzar una mayoría necesaria para gobernar era difícil pero factible. Ahora Rajoy se encuentra a la deriva, a merced de los elementos

Foto: Mariano Rajoy en un mitin en Valencia. (EFE)
Mariano Rajoy en un mitin en Valencia. (EFE)

Agradecí mucho que Joan Llorach me remitiera personalmente el breve ensayo que ha escrito al alimón con Josep Borrell, ‘Las cuentas y cuentos de la independencia’.

Me lo puse en la lista de pendientes, si bien lo abordé tarde, una vez pasado el 27-S. Algo que, por cierto, lamento sobremanera. Se trata de un documento preciso y contundente que desmonta racionalmente los argumentos económicos de quien pretende instaurarse como nuevo régimen en Catalunya.

Eso sí, pese a sus esfuerzos, los autores reconocen que la cuestión ha llegado a un punto en que sobran los motivos y priman las motivaciones, los sentimientos.

Y contra eso, hay poco que hacer.

Su lectura, sobra decirlo, es imprescindible, cualquiera que sea la trinchera desde la que el lector se aproxime a sus páginas.

Pues bien, no he podido evitar pensar que Mariano Rajoy se encuentra en la tesitura contraria. Se ha armado sobradamente de razones a lo largo de la legislatura para justificar su condición de ‘salvador de la patria’, que es precisamente el título que quieren arrogarse los independentistas: no ha habido rescate, España crece por encima de la media europea, el empleo se mira de otra manera y la confianza en las posibilidades de España como nación se han multiplicado exponencialmente en los últimos años. Faltan reformas, por insuficiencia o inexistencia, cierto es. Está por ver qué sucederá cuando euro, crudo y precio del dinero vuelvan a la normalidad, no cabe duda. Todo está parlamentaria y territorialmente empantanado, una pena. Pero aun así, este Carpathia avejentado y sieso, esta vez sí, ha evitado el hundimiento del 'Titanic'.

No se puede negar la evidencia de los datos.

El primer ejecutivo de una de las mayores entidades financieras comentaba que la declaración institucional había enfriado los ánimos independentistas

De hecho, el PP venía remontando con fuerza en intención de voto antes de las elecciones catalanas. Incluso el primer ejecutivo de una de las mayores entidades financieras de nuestro país comentaba la semana pasada a un círculo reducido de confidentes que, en contra de lo que se había afirmado desde numerosos foros, la declaración institucional al alimón con sus colegas advirtiendo de los riesgos financieros para los ciudadanos de una segregación no solo no había reforzado sino que había enfriado los ánimos independentistas. Una afirmación que hacía con base en datos demoscópicos ciertos derivados de una de las empresas que más y mejor habían monitorizado la campaña catalana. Solo faltaba, por tanto, no cargarla, dejarse llevar, confiar en esa suerte de voto del miedo y, de alguna manera, en que la operación Unió cumpliera con su papel drenando posibilidades a Rivera y a Junts Pel Sí.

Y en esas llegó Alsina.

E hizo la previsible pregunta sobre la nacionalidad.

Y Rajoy ni siquiera perdió los papeles, porque no había preparado la cuestión.

Y la cagó.

En el mundo actual de la comunicación, el gallego no da la talla, se ha quedado atrás y sigue en un mundo que al común de los mortales ya no interesa

Y entró entonces el ámbito emocional de una manera drástica, salvaje, radical hasta el punto de devorar hasta los huesos cualquier otro tipo de argumentación. Fue entonces cuando la progresión del Partido Popular se frenó en seco y cuando Ciudadanos se reveló -aunque no fuera cierto, que no lo era- como la única formación que hablaba claro, que tenía la lección aprendida, que no presentaba doblez. El votante percibió que las cuentas del inquilino de La Moncloa están bien pero que le faltan cuentos, empatía, capacidad de conectar. Y le abandonó. Porque en el mundo actual de la comunicación, de la imagen, del mensaje, el gallego no da la talla, se ha quedado atrás y sigue en un mundo que al común de los mortales ya no interesa. Al abandonar el plano sentimental, ha condenado el profesional. Puede que sea triste, pero es así.

Los resultados del 27-S son demoledores para el PP. Antes de los comicios catalanes, la posibilidad de alcanzar una mayoría necesaria para gobernar era difícil pero factible. La apelación al voto útil dotaba de un envoltorio ‘espiritual’ a lo factual. Después de la debacle, es difícil mantener esa premisa. Ciudadanos sale reforzado como alternativa al mismo tiempo que Pedro Sánchez salva los muebles y se consolida como la izquierda susceptible de gobernar. Todo por una pregunta pertinente y una respuesta inadecuada en la forma e intolerable en el fondo, impropia de quien no puede dudar en ningún caso de la circunstancia de ser español y que ahora se encuentra a la deriva, a merced de los elementos.

Porque el cambio improbable que le permita retomar las riendas, desgraciadamente para sus intereses, no llegará.

Va en el carácter.

Buena semana a todos.

Agradecí mucho que Joan Llorach me remitiera personalmente el breve ensayo que ha escrito al alimón con Josep Borrell, ‘Las cuentas y cuentos de la independencia’.

Mariano Rajoy Ciudadanos Josep Borrell