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'The Economist' advierte: la democracia en peligro de muerte, y eso implica…
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Alberto Artero

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'The Economist' advierte: la democracia en peligro de muerte, y eso implica…

En Estados Unidos, apenas el 20% de los votantes entre 18 y 34 años acudió a las urnas en las últimas elecciones generales

Foto: Dos jóvenes que votan por primera vez introducen las papeletas en un colegio electoral. (EFE)
Dos jóvenes que votan por primera vez introducen las papeletas en un colegio electoral. (EFE)

Les recomiendo que se hagan con un ejemplar de 'The Economist' de esta semana y que se lean con detalle la separata dedicada a la generación ‘millenial’. A nada que extraigan la mitad de posibilidades de reflexión que ha encontrado un servidor, tienen para una temporadita.

De todo lo que en él se contiene me voy a centrar en un dato: en Estados Unidos, apenas el 20% de los votantes entre 18 y 34 años acudió a las urnas en las últimas elecciones generales. Cuatro de cada cinco, directamente, pasaron del tema como si la cosa no fuera con ellos. Un porcentaje que el medio se atreve a considerar como extrapolable a la mayoría de las democracias consolidadas.

Cuando uno pasa de la objetividad del dato a la valoración del mismo, no puede menos que estremecerse.

Nuestros jóvenes son incapaces de comprender las bondades de un sistema que les ayuda en poco o nada, y desisten de la preciada posibilidad de elegir a sus representantes, probablemente porque piensan -no sin razones para ello- que solo buscan su propio beneficio. De ahí que, si se deciden a depositar su papeleta, opten por opciones ajenas a la política tradicional, plenas de promesas en muchos casos utópicas, que sirven de cauce para manifestar su infelicidad. Es evidente que, cuando esto sucede, algo en la esencia del sistema no funciona.

Se trata de un problema sustantivo que hay que afrontar con celeridad, toda vez que, en la medida en que el sistema se desprestigia, la posibilidad de que sea reemplazado por sucedáneos gana vigencia con el tiempo. Miren, si no, lo sucedido en muchas ‘democracias’ latinoamericanas. La deriva antieuropea que barre Europa sería otra de sus manifestaciones.

Nuestros jóvenes desisten de la preciada posibilidad de elegir a sus representantes, probablemente porque piensan que solo buscan su propio beneficio

¿Cómo se corrige este problema?

En primer lugar, reconciliando a la política con la Política, lo que implica una visión de país a largo plazo lo suficientemente ilusionante como para aglutinar apoyos de toda la esfera social. Se trataría de sustituir el modelo actual de políticos profesionales por profesionales con vocación política que velen por el interés general por encima del particular; de cambiar el mecanismo actual de representación a otro que sirva para que elector y elegido se encuentren y puedan compartir planificación y control; de adecuar el régimen de recuento y asignación a la realidad del país, evitando la frustración que generan mecanismos como el vigente en España. Y así sucesivamente.

Pero no solo. No hay que olvidar que esta será la primera generación en muchas que será más pobre que la precedente, consecuencia de una crisis que ha disparado las desigualdades sociales hasta el punto de que bienes de primera necesidad como la vivienda son inaccesibles, y la posibilidad de realizarse a través de un empleo bien remunerado resulta para muchos jóvenes más difícil que nunca. Sentar las bases para un marco de prosperidad colectiva en el que esas nuevas generaciones se sientan arte y parte, se hace imprescindible. Y, paradójicamente, en contra de lo que sus integrantes, educados en derechos y no en obligaciones, podrían pensar, eso pasa por limitar las bondades del Estado del bienestar, promover alternativas privadas y limitar así la transferencia de renta de padres a hijos.

No es fácil el envite, no. Pero nos jugamos en ello mucho. Demasiado. El vacío democrático suele cubrirse de la peor de las maneras posibles.

Avisados quedan.

Les recomiendo que se hagan con un ejemplar de 'The Economist' de esta semana y que se lean con detalle la separata dedicada a la generación ‘millenial’. A nada que extraigan la mitad de posibilidades de reflexión que ha encontrado un servidor, tienen para una temporadita.

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