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Absurda patada a la Galicia industrial en el culo de Rajoy
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Alberto Artero

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Absurda patada a la Galicia industrial en el culo de Rajoy

Mientras en Ferrol el pragmatismo se impone, en Pontevedra censuran la prórroga de su principal instalación fabril sin que importen ingresos o empleo

Foto: Vista del centro de operaciones de la empresa Ence en Pontevedra. (EFE)
Vista del centro de operaciones de la empresa Ence en Pontevedra. (EFE)

Andan las aguas revueltas por la Galicia industrial.

Cosa de las ‘mareas’.

Ayer, dos noticias contradictorias.

Una, la sensata. El alcalde de Ferrol, pese a su condición pseudo-podemita, defiende el pedido de cinco corbetas de Arabia Saudí al astillero de Navantia en la localidad. Su corolario para vencer los ‘problemas de conciencia’, ante las restricciones a las libertades civiles del comprador, no puede ser más demoledor: ‘entre la conciencia y el hambre…’.

Y es que una cosa es predicar y otra dar trigo.

No hay que olvidar que la comarca cuenta con una de las tasas de desempleo más altas de toda la comunidad autónoma y que, tal y como nos recordaba ayer nuestro corresponsal regional, Pablo López, la falta de actividad en la compañía pública afecta a 20.000 empleos en esa zona geográfica, entre directos e indirectos.

La adjudicación de tales buques proporcionaría carga casi total de trabajo para unos cuantos años, aliviando con pan la penuria económica de la localidad y sus alrededores.

Dos, la absurda. El Ayuntamiento de Pontevedra declaró persona ‘non grata’ a Mariano Rajoy con los votos de Marea, PSOE y BNG, pese a ser el lugar donde el actual presidente del Gobierno pasó su infancia e inició su carrera política como concejal, condición que, si nos atenemos a su debate preelectoral con Pedro Sánchez, debería ser condición 'sine qua non' para dirigir el destino de los españoles. Algo hemos avanzado desde el ‘cualquiera con muchas ganas puede ser presidente del Gobierno’ de abril de 2011 de José Luís Rodríguez Zapatero.

Tras haber sido agredido físicamente en la que él considera su ciudad, ahora lo es institucionalmente. Y todo porque su Gobierno en funciones ha decidido prorrogar 60 años la concesión que la fábrica de celulosa de Ence tiene en la ría de la ciudad y que vencía en 2018, lo que, de acuerdo con los promotores de la iniciativa, "cercena las posibilidades de crecimiento de la ciudad".

Luego volveremos sobre esto.

Veamos antes las cifras.

Según KPMG, esta instalación fabril genera más o menos 5.000 puestos de trabajo en Galicia, especialmente en el ámbito forestal, contribuye en un 0,85% a su PIB y ha sido fuente de elevadas inversiones en los últimos años (por encima de los 110 millones desde 2005), a fin de mejorar su impacto medioambiental, con todo lo que eso supone.

La papelera defiende sus logros en la materia en esta web: www.encepontevedra.com.

La extensión de su vida útil viene acompañada de un compromiso adicional de mejora de la fábrica de 61 millones de euros, a los que se podrían añadir otros 74 si finalmente ve la luz el desarrollo de una planta de biomasa de 40 MW.

Uno podrá decir que hay que estar allí para ver ‘el espanto’ que supone Ence para el conjunto de la ría. Bueno, servidor, que hizo la mili en Marín en el 95, lo vivió sensorialmente en sus carnes y podía estar de acuerdo entonces con la reivindicación de su desmantelamiento a la de ya, pero… ¿ahora? Salvo el impacto visual, que es penoso, realmente sonidos, olores y emisiones se han reducido a la mínima expresión.

La pregunta es... ¿cabría alguna otra opción?

No parece, se impone la teoría del mal menor.

Y es que las alternativas propuestas chocan con una triple restricción: presupuestaria (la reconversión de la zona requiere de unos recursos difíciles de obtener ahora tanto para su ejecución como, sobre todo, para su mantenimiento); de rentabilización (la creación de espacios comerciales exige demanda suficiente en el área de influencia y, sobre todo, oferta escasa, que no parece ser el caso), y, por último, incluso natural, toda vez que la alteración del litoral (creando, por ejemplo, playas artificiales) puede tener consecuencias imprevisibles para el ecosistema.

Servidor le tiene tan poco cariño a Mariano Rajoy como muchos españoles de a pie y, realmente, le trae al fresco si Ence sigue en Pontevedra o no. Pero, objetivamente, no parece que tenga mucho sentido que Galicia se cargue su tejido industrial y, con él, además, parte de su sector primario (gestión de bosques) sin que haya otra posibilidad factible sobre la mesa que asegure ingresos y empleo. Por eso, pegar una patada a la compañía en el culo del Presidente del Gobierno tiene hoy, probablemente, menos sentido que nunca.

Eso sí, ojalá llegue el día en que los políticos hagan las cosas bien.

Mira que meterse ahora en este jardín…

Andan las aguas revueltas por la Galicia industrial.

Mariano Rajoy Industria Ence Navantia Paro